29 de marzo
SAN ARMOGASTO,
Mártir
Si no velares, vendré a ti como un ladrón,
y no sabrás a qué hora vendré a ti.
(Apocalipsis, 3, 3).
y no sabrás a qué hora vendré a ti.
(Apocalipsis, 3, 3).
¡Qué hermoso espectáculo ver a San
Armogasto abandonar todas sus dignidades en la corte para permanecer fiel a
Jesucristo! Viéndolo Genserico, rey de los vándalos, inquebrantable en su fe,
le hizo anudar la cabeza y los pies con gruesas cuerdas; mas el santo miró al
cielo y rompiéronse sus ataduras. Se lo suspendió de un pie; empero, nada
quebrantó su resolución. Finalmente, condenado a guardar los rebaños del rey
por el resto de su vida, obedeció con placer, pues sabía que la soledad es
favorable a los coloquios entre el alma y Dios. Predijo su muerte próxima,
indicó el lugar donde quería se lo enterrase, y fue al cielo a recibir la
recompensa de sus trabajos, hacia el año 455.