PRIMERA
LECTURA
De ti saldrá
el jefe de Israel
Lectura del Profeta Miqueas 5, 2-5a
Esto dice el
Señor:
Pero tú,
Belén de Efrata,
pequeña
entre las aldeas de Judá,
de ti saldrá
el jefe de Israel.
Su origen es
desde lo antiguo,
de tiempo
inmemorial.
Los entrega
hasta el tiempo
en que la
madre dé a luz,
y el resto
de sus hermanos
retornarán a
los hijos de Israel.
En pie
pastoreará con la fuerza del Señor,
por el
nombre glorioso del Señor su Dios.
Habitarán
tranquilos porque se mostrará grande
hasta los
confines de la tierra,
y ésta será
nuestra paz.
Palabra de
Dios.
Salmo responsorial Sal 79,
2ac y 3b. 15-16. 18-19
R. Oh Dios, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
Pastor de
Israel, escucha,
tú que te
sientas sobre querubines, resplandece.
Despierta tu
poder y ven a salvarnos. R.
Dios de los
ejércitos, vuélvete:
mira desde
el cielo, fíjate,
ven a
visitar tu viña,
la cepa que
tu diestra plantó
y que tú
hiciste vigorosa. R.
Que tu mano
proteja a tu escogido,
al hombre
que tú fortaleciste,
no nos
alejaremos de ti;
danos vida,
para que invoquemos tu nombre. R.
SEGUNDA LECTURA
Aquí estoy para hacer tu
voluntad
Lectura de la carta a los Hebreos 10, 5-10
Hermanos:
Cuando
Cristo entró en el mundo dijo:
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has
preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces
yo dije lo que está escrito en el libro: «Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu
voluntad».
Primero
dice: No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas
expiatorias, –que se ofrecen según la ley–. Después añade: Aquí estoy yo para
hacer tu voluntad. Niega lo primero, para firmar lo segundo. Y conforme a esa
voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo,
hecha una vez para siempre.
Palabra de
Dios.
Aleluya
Lc 1, 38
Aquí está la
esclava del Señor,
hágase en mí
según tu palabra.
EVANGELIO
¿Quién soy yo para que me
visite la madre de mi Señor?
+ Lectura
del santo Evangelio según San Lucas 1, 39-45
En
aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo
de Judá; entró en casa de Zacarías, y saludó a Isabel.
En
cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó
Isabel del Espíritu Santo, y dijo a voz en grito:
–¡Bendita
tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién
soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis
oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.
¡Dichosa
tú, que has creído! porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
Palabra del
Señor.