viernes, 1 de diciembre de 2023

SAN ELOY, Obispo y Confesor



1 de diciembre
SAN ELOY
(*) 
Obispo y Confesor


Haga cada uno lo que les es propio, trabaje
con sus manos como lo hemos ordenado.
(1 Tesalonicenses, 4, 11).

   San Eloy, nacido cerca de Limoges hacia el año 590 fue, primeramente, orfebre. Hizo dos tronos para Clotario II con el oro destinado para uno solo y esta probidad le valió el puesto de platero del rey. Nombrado obispo de Noyon, en el año 640, nunca iba a la corte de Dagoberto sin haber orado, y un cortejo de pobres lo seguía. Sus austeridades, sus lágrimas, sus milagros y sus predicaciones sobre los cuatro fines del hombre convirtieron a una muchedumbre de idólatras. Murió en el año 659.  
   
  MEDITACIÓN
SOBRE EL TRABAJO

   I. El hombre ha nacido para trabajar. Mandó Dios a Adán que cultivase la tierra, y nadie, sea cual fuese su posición, escapa a la ley del trabajo. Imita a Jesucristo que trabajaba con San José en el taller de Nazaret; es el medio para hacerte agradable a Dios, útil a los demás y a ti mismo. Quien trabaja, decían los Padres del desierto, no tiene para combatir sino al demonio de la ociosidad; el que está ocioso, es tentado por todos los otros demonios, porque la ociosidad es la madre de todos los vicios.

   II. Trabaja como hacia San Eloy, ofreciendo a Dios tu trabajo al comienzo del día y de cada una de tus acciones. De tiempo en tiempo renueva esta intención; si hay algo que sufrir, ofrécelo a Jesús crucificado. Terminada tu tarea, examínate y pide perdón a Dios por las faltas que hayas cometido: he aquí el medio para santificar tu trabajo y acumular méritos para la eternidad. Hazlo así en todas tus ocupaciones, tanto corporales como espirituales, sean las que fueren.

   III. No emprendas demasiadas cosas, el exceso de trabajo es tan contrario a la salud como la ociosidad. En efecto, traba tu espíritu con infinidad de afanes que ahogan la devoción y te privan de todo tiempo para pensar en Dios. Recuerda siempre que una sola cosa es necesaria: trabajar en tu salvación. ¿Cómo lo haces tú? Buscas las riquezas, y aunque mucho te hayas afanado, tal vez no las encontrarás; pero a Dios, lo encontrarás siempre que quieras. (San Agustín).

El recogimiento
Orad por los que os gobiernan.

ORACIÓN
   Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Eloy, vuestro confesor pontífice, aumente en nosotros el espíritu de piedad y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S. Amén.
   


*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982) 

VIERNES DE LA TRIGÉSIMA CUARTA SEMANA


PRIMERA LECTURA
Vi venir una especie de hombre entre las nubes del cielo
Lectura del Profeta Daniel 7, 2-14
Tuve una visión nocturna: Los cuatro vientos del cielo agitaban el océano.
Cuatro fieras gigantescas salieron del mar, las cuatro distintas.
La primera era como un león con alas de águila; la estaba mirando, cuando le arrancaron las alas, la alzaron del suelo, la pusieron de pie como un hombre y le dieron una mente humana.
La segunda era como un oso medio erguido, con tres costillas en la boca, entre los dientes.
Le dijeron: «¡Arriba! Come carne en abundancia».
Después vi otra fiera como un leopardo, con cuatro alas de ave en el lomo y cuatro cabezas.
Y le dieron el poder.
Después tuve otra visión nocturna: una cuarta fiera terrible, espantosa, fortísima; tenía grandes dientes de hierro, con los que comía y descuartizaba; y las sobras las pateaba con las pezuñas.
Era diversa de las fieras anteriores, porque tenía diez cuernos.
Miré atentamente los cuernos, y vi que entre ellos salía otro cuerno pequeño; para hacerle sitio, arrancaron tres de los cuernos precedentes.
Aquel cuerno tenía ojos humanos, y una boca que profería insolencias.
Durante la visión miré y vi que colocaban unos tronos.
Un anciano se sentó.
Su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas; un río impetuoso de fuego brotaba delante de él.
Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes.
Comenzó la sesión y se abrieron los libros.
Yo seguí mirando, atraído por las insolencias que profería aquel cuerno; hasta que mataron a la fiera, la descuartizaron y la echaron al fuego.
A las otras fieras les quitaron el poder, dejándolas vivas una temporada.
Seguí mirando.
Y en mi visión nocturna vi venir una especie de hombre entre las nubes del cielo.
Avanzó hacia el anciano venerable y llegó hasta su presencia.
A él se le dio poder, honor y reino.
Y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron.
Su poder es eterno, no cesará.
Su reino no acabará.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Dn 3, 75. 76. 77. 78. 79. 80. 81
V/. Montes y cumbres: bendecid al Señor.
R/. Ensalzadlo con himnos por los siglos.

V/. Cuanto germina en la tierra: bendiga al Señor. R/.

V/. Manantiales: |bendecid al Señor. R/.

V/. Mares y ríos: bendecid al Señor. R/.

V/. Cetáceos y peces: bendecid al Señor. R/.

V/. Aves del cielo: bendecid al Señor. R/.

V/. Fieras y ganados: bendecid al Señor. R/.



EVANGELIO
Cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que esta cerca el Reino de Dios
+Lectura del santo Evangelio según San Lucas 21, 29-33
En aquel tiempo, puso Jesús una comparación a sus discípulos: Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que la primavera está cerca.
Pues cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
Os aseguro que antes que pase esta generación, todo eso se cumplirá.

El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.
Palabra del Señor.