Sufro por Jesucristo hasta estar en 
      cadenas como un criminal, 
pero la palabra de Dios no está encadenada.(2 Timoteo, 2, 9).
pero la palabra de Dios no está encadenada.(2 Timoteo, 2, 9).
   Este Papa fue poderoso en obras 
      y en palabras. Con tanto celo trabajó en el restablecimiento de la 
      disciplina eclesiástica, en la propagación de la fe, en la extirpación de 
      los errores y abusos, que puede decirse que ningún Papa, desde los tiempos 
      apostólicos, soportó más penurias y tribulaciones por el bien de la 
      Iglesia, y combatió más valientemente por su libertad. Como muro de acero 
      opúsose a las sacrílegas pretensiones del emperador Enrique IV. Sitió éste 
      a Roma y forzó al Santo Pontífice a refugiarse en Montecasino primero y, 
      después, en Salerno, donde sucumbió al exceso de sus fatigas, el 25 de 
      mayo de 1085. Antes de expirar, pronunció las palabras del Salmista: "He 
      amado la justicia y he odiado la iniquidad"; y agregó: "por ello muero en 
      el exilio".
