jueves, 2 de octubre de 2025

LOS SANTOS ÁNGELES DE LA GUARDA


2 de octubre



LOS SANTOS ÁNGELES DE LA GUARDA(*)

El Altísimo mandó a sus ángeles que cuidasen
de ti; los cuales te guardarán en cuantos
pasos dieres; te llevarán en sus manos;
no sea que tropiece tu pie contra la piedra,
(Salmo, 90, 11-12).

   Los hijos de los reyes no salen sino escoltados de personas encargadas de velar por ellos y defenderlos en caso de necesidad. Pues bien, todos los cristianos se han vuelto, por su bautismo, hijos del Rey de los cielos. Es por esto que Dios da a cada persona un compañero fiel encargado de guardarla, conducirla y gobernarla. Este compañero es nuestro ángel de la guarda. Debemos, en este día de su fiesta, agradecer a la bondad divina por este singular favor; y, al mismo tiempo, dar gracias a estos espíritus bienaventurados por la solicitud con que velan sobre nosotros y nos acompañan desde la cuna hasta la tumba. Es la finalidad que persigue la Iglesia al establecer la fiesta de hoy.

  MEDITACIÓN SOBRE 
LOS ÁNGELES DE LA GUARDA

   I. Admira la bondad de Dios que ha destinado a un príncipe de su corte a que vele sobre tu conducta. Tu ángel de la guarda día y noche se mantiene a tu lado; te defiende contra el demonio y las tentaciones; te inspira santos pensamientos; te desvía del mal; intercede por ti ante Dios. Agradece a Dios la bondad que te demuestra al darte un conductor tan fiel y tan caritativo, y ve en esta gracia una prueba de la estima que tiene de tu alma. Agradece a tu ángel custodio por los servicios que te presta; pídele los continúe hasta tu muerte.

   II. Ten profundo respeto por tu ángel y demuéstraselo todos los días con alguna oración. No maltrates, no escandalices a nadie; acuérdate de la palabra del Señor que te prohíbe escandalizar a los pequeñuelos, porque sus ángeles ven siempre el rostro de su Padre. Estos ángeles vengarán el daño que hicieres a quienes están a su cuidado. Si trabajas por convertir a algún pecador, ruega a su ángel custodio que te ayude. Honra a tu ángel de la guarda. No hagas en su presencia lo que no harías en presencia de una persona respetable. (San Bernardo).

   III. Considera a tu ángel custodio como al mejor amigo que tienes en este mundo. Él es fiel, no te abandonará en tus necesidades. Está infinitamente iluminado, consúltalo en tus dudas: no te engañará. Es poderoso para socorrerte: tiene más poder, más inteligencia y más fuerza que los hombres en quienes pones tu confianza. Escucha lo que te inspira. ¡Ah! si tuvieses un poco de fe, nada temerías, sabiendo que tu ángel está contigo.

La devoción a los ángeles custodios
Orad por los viajeros.

ORACIÓN
   Oh Dios, que, por inefable providencia, os dignáis enviar a vuestros santos ángeles para que nos guarden, conceded a nuestras humildes súplicas la gracia de ser sostenidas por su protección, y el gozo de ser en la eternidad los compañeros de su gloria. Por J. C. N. S. Amén.



  • * Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

SANTOS ANGELES CUSTODIOS, memoria obligatoria

 PRIMERA LECTURA

Esdras abrió el libro de la ley, pronunció la bendición del Señor, y el pueblo entero respondió: Amén, amén
Lectura del libro de Nehemías 8, 1-4a. 5-6. 7b-12
En aquellos días, todo el pueblo se congregó como un solo hombre en la plaza que hay ante la puerta del agua.
Dijeron al escriba Esdras que trajera el libro de la ley de Moisés que el Señor había prescrito a Israel.
Esdras trajo el libro a la asamblea de hombres y mujeres y de todos los que podían comprender.
Era el día primero del mes séptimo.
Leyó el libro en la plaza que hay ante la puerta del agua, desde el amanecer hasta el mediodía, en presencia de hombres, mujeres y de los que podían comprender; y todo el pueblo estaba atento al libro de la ley.
Esdras, el escriba, estaba de pie sobre un estrado de madera, que habían hecho para el caso.
Esdras abrió el libro a vista del pueblo, pues los dominaba a todos, y cuando lo abrió, el pueblo entero se puso en pie.
Esdras pronunció la bendición del Señor Dios grande, y el pueblo entero, alzando las manos, respondió: «Amén, Amén» ; se inclinó y se postró rostro a tierra ante el Señor.
Mientras los levitas explicaban al pueblo la ley, el pueblo permanecía en sus puestos.
Los levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicando el sentido, de forma que comprendieron la lectura.
Nehemías, el Gobernador, Esdras, el sacerdote y escriba, y los levitas que enseñaban al pueblo decían al pueblo entero: Hoy es un día consagrado a nuestro Dios: No hagáis duelo ni lloréis (porque el pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la ley).
Y añadieron: Andad, comed buenas tajadas, bebed vino dulce y enviad porciones a quien no tiene preparado, pues es un día consagrado a nuestro Dios.
No estéis tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza.
Los levitas acallaban al pueblo diciendo: Silencio; no estéis tristes, que es un día santo.
Por fin el pueblo se fue a comer y beber, a repartir alimentos y a organizar una gran fiesta porque habían comprendido lo que les habían enseñado.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 18, 8. 9. 10. 11
V/. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
R/. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.

V/. La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. R/.

V/. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos. R/.

V/. La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. R/.

V/. Más preciosos que el oro, más que el oro fino; más dulces que la miel de un panal que destila. R/.


EVANGELIO

Sus ángeles están viendo siempre en el cielo
el rostro de mi Padre celestial

 +Lectura del santo evangelio según san Mateo 18, 1-5. 10

En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
-«¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?»
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo:
-«Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí.
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial.»
Palabra del Señor.