sábado, 31 de mayo de 2025

VII DOMINGO DE PASCUA. LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR, Solemnidad

PRIMERA LECTURA
Lo vieron levantarse

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 1, 1-11

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les recomendó:
—«No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.»
Ellos lo rodearon preguntándole:
—«Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?»
Jesús contestó:
—«No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.»
Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras
miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
—«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.»
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 46, 2-3. 6-7. 8-9 (R.: 6)
R. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
O bien:
Aleluya.

Pueblos todos batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. R.

Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas; tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad. R.

Porque Dios es el rey del mundo; tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado. R.


SEGUNDA LECTURA
Lo sentó a su derecha en el cielo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 17-23

Hermanos:
Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os de espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cual es la esperanza a la que os llama, cual la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cual la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro.
Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.
Palabra de Dios.

O bien:
Cristo ha entrado en el mismo cielo
Lectura de la carta a los Hebreos 9, 24-28; 10, 19-23

Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres —imagen del auténtico—, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros.
Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces —como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo—. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo.
Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio.
De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos.
La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos.
Hermanos, teniendo entrada libre al santuario, en virtud de la sangre de Jesús, contando con el camino nuevo y vivo que él ha inaugurado para nosotros a través de la cortina, o sea, de su carne, y teniendo un gran sacerdote al frente de la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero y llenos de fe, con el corazón purificado de mala conciencia y con el cuerpo lavado en agua pura.
Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, porque es fiel quien hizo la promesa.
Palabra de Dios.

Aleluya Mt 28, 19. 20
Id y haced discípulos de todos los pueblos —dice el Señor—; yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

EVANGELIO
Mientras los bendecía, iba subiendo al cielo

 +Conclusión del santo evangelio según san Lucas 24, 46-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.»
Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo.
Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo.
Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.
Palabra del Señor.

LA VISITACIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA

31 de mayo
VISITACIÓN DE LA
 
BIENAVENTURADA
VIRGEN MARÍA
*

Apenas oyó Isabel el saludo de María, 
exultó el niño en su seno, y fue Isabel
 
henchida del Espíritu Santo.(Lucas, 1. 41).

   No bien la Virgen hubo sabido, por boca del ángel que Santa Isabel, su prima, iba a tener un hijo, se dirigió a las montañas de Judea para visitarla. Cuando estas dos santas mujeres se besaron, San Juan exultó de gozo en el seno de su madre y reconoció al Mesías que María llevaba en sus entrañas. En el mismo instante, San Juan Bautista fue purificado del pecado original. y Santa Isabel henchida del Espíritu Santo.

MEDITACIÓN SOBRE LA VISITACIÓN

   I. María te enseña hoy qué visitas debes hacer, y cómo debes comportarte en ellas. Va junto a Isabel por caridad y urbanidad: por caridad, porque es para ayudar a Santa Isabel y santificar a San Juan; por urbanidad, porque era su deber visitar a su prima de más edad que ella. No hagas visitas sin que la caridad o la necesidad te obligue a ello; todo lo demás es superfluo o peligroso. Visita a los pobres a los enfermos y a los prisioneros, es un deber de caridad.

   II. ¿Cuál es el tema de las conversaciones entre María e Isabel? Apenas se saludaron, como se hace entre parientes, en seguida se pusieron a hablar de Dios. ¿Se parecen tus visitas a ésta? ¿Las burlas, la murmuración, la interpretación maligna de la conducta del prójimo, las palabras de doble sentido, la calumnia, no constituyen, acaso, el fondo de tus conversaciones? Señor, si se os amase en el mundo, no se conversaría en él sino de Vos. Desvía con habilidad los discursos malos que se tienen en tu presencia, y siempre di algo que pueda edificar a tu prójimo. 

   III. María regresó a su casa una vez que Isabel pudo prescindir de sus servicios. Suprime las visitas ociosas: cuanto más permanezcas en tu casa, tanto menos disipará tu devoción. Es difícil frecuentar las reuniones mundanas sin encontrar en ellas malos ejemplos; y éstos arrastran mucho más que los buenos. Nos sentimos inclinados a imitar a los malos, más fácilmente reproducimos los defectos que las virtudes. (San Jerónimo).

La caridad
Orad por las religiosas de la Visitación.

ORACIÓN
   Dignaos, os lo suplicamos, Señor, acordar a vuestros servidores el precioso don de la gracia celestial, a fin de que esta fiesta solemne de la Visitación de la Santísima Virgen nos obtenga el acrecentamiento de la paz, así como su alumbramiento ha sido para nosotros el principio de la salvación. Por J. C. N. S. Amén.



  • * Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo III, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

LA VISITACIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA, Fiesta

 PRIMERA LECTURA

Compartid las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad.
Lectura carta del apóstol san Pablo a los Romanos 12, 9-16b

Hermanos:

Que vuestro amor no sea fingido; aborreciendo lo malo, apegaos a lo bueno.

Amaos cordialmente unos a otros; que cada cual estime a los otros más que a sí mismo; en la actividad, no seáis negligentes; en el espíritu, manteneos fervorosos, sirviendo constantemente al Señor.

Que la esperanza os tenga alegres; manteneos firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración; compartid las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad.

Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí, no maldigáis.

Alegraos con los que están alegres; llorad con los que lloran.

Tened la misma consideración y trato unos con otros, sin pretensiones de grandeza, sino poniéndoos al nivel de la gente humilde.

Palabra de Dios.

Is 12, 2-3. 4bcde. 5-6
R. Es grande en medio de ti el Santo de Israel.

«Él es mi Señor y Salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación».
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R.

«Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso». R.

Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
porque es grande en medio de ti el Santo de Israel. R.

Aleluya Cf. Lc 1, 45
R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Bienaventurada tú, que has creído, Virgen María,
porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. R.

EVANGELIO
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-56

En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y levantando la voz, exclamo:

«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu Vientre!

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que te ha dicho el Señor se  cumplirá».

María dijo:

«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi: “su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia – como lo había prometido a nuestros padres – en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».

María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

Palabra del Señor.


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