viernes, 16 de agosto de 2024

SAN ROQUE, Confesor laico



16 de agosto 
SAN ROQUE,
Confesor laico


Se armará nación contra nación,  y un reino
contra otro reino; y habrá pestes, y hambres,
y terremotos en varios lugares.
(Mateo, 24, 7).
   
   
San Roque, después de la muerte de sus padres, que eran los señores de Montpellier, vendió sus bienes y distribuyó su precio entre los pobres. Habiéndose declarado una peste en Italia, fue a este país para consagrarse a las víctimas del terrible flagelo. A un gran número curó con la señal de la cruz. Dios recompensó su abnegación curándolo a él mismo, por intermedio de un ángel, de una herida que había recibido. Cuando cayó enfermo en un bosque, todos los días recibió un pan que le traía un perro de un gentilhombre. De vuelta a Montpellier, fue tomado por espía y encarcelado. Permaneció así cinco años y murió en la cárcel a mediados del siglo XIV.


  MEDITACIÓN
SOBRE TRES AZOTES DE DIOS

   I. La peste, la guerra y el hambre son los tres flagelos de que Dios acostumbra servirse para castigar a los hombres y recordarles sus deberes. Si Dios te envía estos azotes o alguna otra aflicción, di lo que decía San Lupa al rey Atila, azote de Dios: "Sed bienvenido, os deseábamos". Nos dejamos corromper por la prosperidad, y Dios, para corregirnos, nos envía adversidades.

   II. Dios golpea al que ama: a menudo lo visita mediante las enfermedades, las humillaciones y los reveses de fortuna, a fin de desasirlo de las creaturas. Lo prueba con el fuego de la tribulación, como al oro en el crisol. Él conmuta los rigurosos suplicios del purgatorio con aflicciones. Después de esto, oh Dios mío, ¿me quejaré yo de los sufrimientos que Vos me enviáis?

   III. Los malvados, por el contrario, gozan de toda clase de prosperidades. Las riquezas, los placeres y los honores por todas partes los rodean. No os asombréis de esto, tienen su paraíso en este mundo. Dios, que es justo y que nada deja sin recompensa, les da bienes en esta vida para recompensarlos por algunas buenas acciones que han realizado. ¡Pobres desgraciados! ¡os alegráis de vuestra prosperidad, y no veis que ella es para vosotros señal de reprobación! Es una señal de la cólera de Dios, que el pecador no sea castigado aquí abajo, si no lo hace en este mundo, es para castigarlo en el otro. (San Bernardo).

La paciencia
Orad por
 los enfermos.

ORACIÓN   


   Señor, os lo suplicamos, rodead sin cesar a vuestro pueblo con vuestra misericordiosa protección, y, en vista de los méritos del bienaventurado Roque, preservadlo de todo contagio, tanto de cuerpo como de alma. Por J. C. N. S. Amén.

SAN ESTEBAN, Rey de Hungría

16 de agosto
SAN ESTEBAN, 
Rey de Hungría
Quien es justo justifíquese más,
y quien es santo santifíquese más.
(Apocalipsis. 22, 11).

   San Esteban, duque de Hungría en el año 997, combatió victoriosamente, aun a mano armada, contra la rebeldía, la idolatría y la esclavitud en sus Estados, y dio ejemplo a sus súbditos de todas las virtudes. Una gran parte de las noches pasábala orando y meditando, y, para con los pobres, mostraba una gran generosidad verdaderamente real hasta llegar a vender su vajilla para socorrerlos. Recibió la corona real del Papa Silvestre II, y dividió su reino en once diócesis, después de haber llamado a él a una cantidad de clérigos y monjes. Este rey apóstol, para favorecer las relaciones entre los pueblos, fundó hospitales con monasterios en Jerusalén, Constantinopla, Roma y Ravena. Una madre cristiana, Gisela de Baviera, lo había formado. De noche, iba de incógnito a los hospitales y prestaba a los enfermos los más humildes servicios. Consagró su reino a la Madre de Dios, y la Virgen, en retorno, lo llamó al cielo el día de su gloriosa Asunción, en 1038.


MEDITACIÓN SOBRE LA JUSTICIA 

   I. Temed la justicia de Dios; será terrible en el otro mundo. Ahora la misericordia le ata las manos, pero entonces habrá pasado el tiempo de la misericordia, y Dios nos juzgará en todo el rigor de su justicia. ¿Qué será de mí, Señor, si de tal modo me juzgáis? ¡Ah! es preciso que sea yo mismo mi juez, y que me condene a hacer penitencia de mis pecados en este mundo; porque Vos me indultaréis, si yo me castigo a mí mismo. Cuanto menos te perdones a ti mismo, tanto más te perdonará Dios. (Tertuliano).

   II. Cuando hables de los demás, sé justo con ellos; habla de lo que les concierne como de lo que te toca a ti mismo. Al oírte, diríase que todo lo que tú haces es excelente, y que todo lo que hacen los demás deja mucho que desear. Mucha injusticia hay y poquísima caridad en la comparación que haces de tus acciones con las de tu prójimo.

   III. Trabaja por hacerte cada día más justo y más santo; olvídate del poco bien que hiciste, para no pensar sino en los pecados que cometiste. Considera cuán alejado estás todavía de la santidad de Jesucristo y de los elegidos; compara también tu vida con la de tantas santas almas que conoces, y te humillarás viendo el camino que te queda por recorrer para llegar a la santidad. Pon manos a la obra con valentía. No avanzar es retroceder; porque nada queda estacionario en esta vida. (San Bernardo).

La justicia 
Orad por la Iglesia en Hungría.

ORACIÓN


   Conceded a vuestra Iglesia, oh Dios omnipotente, que después de haber tenido al bienaventurado Esteban, vuestro confesor, como su propagador durante su reinado terrenal, merezca ella encontrar en él un glorioso defensor en el cielo. Por J. C. N. S. Amén. 

VIERNES DE LA DECIMONOVENA SEMANA


PRIMERA LECTURA
Tu belleza era completa con las galas con que te atavié; y te prostituiste
Lectura del Profeta Ezequiel 16, 1-15. 60. 63
Me vino esta palabra del Señor: Hijo de Adán, denuncia a Jerusalén sus abominaciones, diciendo: Esto dice el Señor: ¡Jerusalén! Eres cananea de casta y de cuna: tu padre era amorreo y tu madre era hitita.
Fue así tu alumbramiento: El día en que naciste, no te cortaron el ombligo, no te bañaron, ni frotaron con sal, ni te envolvieron en pañales.
Nadie se apiadó de ti haciéndote uno de estos menesteres, por compasión, sino que te arrojaron a campo abierto, asqueados de ti, el día en que naciste.
Pasando yo a tu lado, te vi chapoteando en tu propia sangre, y te dije mientras yacías en tu sangre: «Sigue viviendo y crece como brote campestre».
Creciste y te hiciste moza, llegaste a la sazón; tus senos se afirmaron y el vello te brotó, pero estabas desnuda y en cueros.
Pasando de nuevo a tu lado, te vi en la edad del amor; extendí sobre ti mi manto para cubrir tu desnudez; te comprometí con juramento, hice alianza contigo —oráculo del Señor— y fuiste mía.
Te bañé, te limpié la sangre, y te ungí con aceite.
Te vestí de bordado, te calcé de marsopa; te ceñí de lino, te revestí de seda.
Te engalané con joyas: te puse pulseras en los brazos y un collar al cuello.
Te puse un anillo en la nariz, pendientes en las orejas y diadema de lujo en la cabeza.
Lucías joyas de oro y plata, y vestidos de lino, seda y bordado; comías flor de harina, miel y aceite; estabas guapísima y prosperaste más que una reina.
Cundió entre los pueblos la fama de tu belleza, completa con las galas con que te atavié, —oráculo del Señor—.
Te sentiste segura en tu belleza y, amparada en tu fama, fornicaste y te prostituiste con el primero que pasaba.
Pero yo me acordé de la alianza que hice contigo cuando eras moza, y haré contigo una alianza eterna, para que te acuerdes y te sonrojes y no vuelvas a abrir la boca de vergüenza, cuando yo te perdone todo lo que hiciste, -oráculo del Señor-.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6
V/. Ha cesado tu ira y me has consolado.
R/. Ha cesado tu ira y me has consolado.

V/. El Señor es mi Dios y salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Y sacaréis agua con gozo de las fuentes de la salvación. R/.

V/. Dad gracias al Señor, invocad su nombre; contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso. R/.

V/. Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; gritad jubilosos, habitantes de Sión: «Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel». R/.



EVANGELIO
Por lo tercos que sois os permitió Moisés divorciaros de vuestras mujeres; pero al principio no era así

+Lectura del santo Evangelio según San Mateo 19, 3-12

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron para ponerlo a prueba: ¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo? El les respondió: ¿No habéis leído que el Creador en el principio los creó hombre y mujer, y dijo: «Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne» ? De modo que ya no son dos sino una sola carne.
Pues lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre.
Ellos insistieron: ¿Y por qué mandó Moisés darle acta de repudio y divorciarse? El le contestó: Por lo tercos que sois os permitió Moisés divorciaros de vuestras mujeres; pero al principio no era así.
Ahora os digo yo que si uno se divorcia de su mujer─no hablo de prostitución─y se casa con otra comete adulterio.
Los discípulos le replicaron: Si esa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse.
Pero él les dijo: No todos pueden con eso, sólo los que han recibido ese don.
Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos por el Reino de los Cielos.
El que pueda con esto, que lo haga.
Palabra del Señor.