sábado, 7 de enero de 2012

SAN LUCIANO







7 de enero
SAN LUCIANO,*
Presbítero y Mártir

Apartaos de mí, malditos: id al fuego eterno, que ha
sido preparado para el diablo y sus ángeles.
(Mateo, 25, 41).




San Luciano puede ser llamado el cristiano por antonomasia, pues, a la edad de doce años, distribuyó todos sus bienes a los pobres.
Fue sacerdote en Antioquía, profesor de exégesis bíblica y fundador de la Escuela de Antioquía, traduce el Antiguo Testamento, su campo propio; y destaca por su virtud, sabiduría y oratoria.
Durante la persecución de Valerio Maximiano, es martirizado en Nicodemia, el 7 de enero del año 212, y sepultado en Helenópolis de Bitinia.
Como no tuviera altar en la prisión, el amor ingenioso que profesaba a Dios le inspiró la idea de hacerse sostener por sus discípulos y de consagrar a Jesucristo sobre su pecho. Fue así, el sacerdote, el altar y la víctima de Dios, por quien derramó su sangre en el año 312.



MEDITACIÓN SOBRE
EL INFIERNO

I. El infierno es el lugar destinado para el castigo de los réprobos. Su mayor suplicio será no ver a Dios, lo que constituye la felicidad de los elegidos. Conocerán las perfecciones de Dios, desearán gozar de ellas, pero no podrán; y como Dios es la fuente de todo bien, ellos también serán privados de toda clase de bienes. No habrá ya para ellos ni alegría ni contento. Infeliz estado, ¿quién podría concebirte? La pérdida de un amigo, de un pariente, de un bien que amas, te hace gemir: ¿qué no producirá conocer el valor de Dios, y ser separado de Él para siempre?
II. Padecerán todos los tormentos, imaginables e inimaginables: el hambre, la sed, las tinieblas, los espectros pavorosos, el fuego... El condenado será atormentado en todas las partes de su cuerpo, en todas las potencias de su alma. Cristiano afeminado, un dolor de muelas te hace gritar, no podrías mantener un dedo ni siquiera un momento en el fuego, ¿cómo soportarás esos suplicios que han merecido tus crímenes?
III. Esos tormentos durarán toda la eternidad, sin consuelo, sin interrupción, sin esperanza. ¡Oh Dios! Cuán amargos resultarían los placeres de esta vida, y cuán agradables sus sufrimientos para quien comprendiese estas palabras: ¡sufrir eternamente! Eternidad, ¿se puede pensar en ti sin temblar, sin temer a Dios, sin despreciar al mundo ni desapegar se de él? ¡Eternidad! ¡Por un placer de un momento, una eternidad de suplicios! Somos insensatos o paganos, si el pensamiento de la eternidad no nos con mueve y nos convierte. ¿Quién de vosotros podrá habitar en las llamas eternas? (Isaías).

El pensamiento del infierno
Orad por la conversión de los malos cristianos



ORACIÓN

Haced, os lo rogamos, Dios omnipotente, por la intercesión del bienaventurado Luciano, vuestro mártir, cuyo natalicio al cielo celebramos, que seamos fortificados en el amor de vuestro santo Nombre. Por N. S. J. C. Amén




  • * Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo I, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)
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SAN RAIMUNDO DE PEÑAFORT








SAN RAIMUNDO DE PEÑAFORT,*
Confesor


Sé fiel hasta la muerte, y te daré la corona de la vida.(Apoc., 2, 10).



Este santo empleó una gran parte de su vida en la conversión de los sarracenos. Dios bendijo sus esfuerzos: en 1256 escribía el santo al general de su orden que diez mil sarracenos habían recibido el bautismo. Obró gran número de milagros. Como se le rehusase un navío para pasar de la isla de Mallorca a Barcelona, extendió su manto sobre las olas y recorrió así un trayecto de sesenta leguas. Murió a los cien años de edad, el 6 de enero de 1275.



MEDITACIÓN
NUESTRA VIDA
ES UNA NAVEGAClÓN

I. El mundo es como un dilatado mar, nuestra vida es su travesía. Para arribar felizmente al puerto, es menester imitar a los pilotos, que ni miran el mar, ni la tierra, sino solamente el cielo. Así, durante todo el curso de tu vida, dirige tus miradas hacia lo alto: no consideres sino el cielo. Que tu amor y tu esperanza estén en el cielo: pídele valor, espera de él tu recompensa; que tu esperanza toda provenga de lo alto. (San Agustín).
II. Se está expuesto en el mar a las calmas y las tempestades, a los escollos, a los piratas y a otros mil peligros; pero se los evita, ora por la pericia del piloto, ora por los socorros del cielo. Nuestra vida es una mezcla de bienes y de males, de alegrías y de tristezas; tiene sus momentos de calma y sus días de tempestad; el demonio, nuestros enemigos, la carne, las pasiones, son para nuestra alma como rocas y escollos; los evitaremos sin embargo si imploramos el auxilio de Dios, y si seguimos los consejos de un director espiritual prudente y sabio.
III. La muerte es el puerto a que debemos arribar. A veces la nave naufraga en el puerto, otras da con playas cuyos habitantes son más peligrosos que los escollos y tempestades. ¡Ay! estamos en esta mar sin saber a ciencia cierta a qué puerto arribaremos; sin embargo, vivamos bien y no temeremos la muerte. Aquél que no quiere ir a Jesús, ése sólo debe temer la muerte. (San Cipriano).



El pensamiento del paraíso
Orad por los navegantes.
ORACIÓN

Oh Dios, que habéis elegido al bienaventurado Raimundo para hacer de él un ministro ilustre del sacramento del bautismo, y que le habéis hecho atravesar milagrosamente las aguas del mar, conceded nos, por su intercesión, la gracia de que produzcamos frutos de penitencia y lleguemos un día al puerto de la salvación eterna. Por N. S. J. C. Amén.





  • * Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo I, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)
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7 DE ENERO





PRIMERA LECTURA

Examinad si los espíritus vienen de Dios
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 22-4, 6

Queridos hermanos:

Cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.

Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.

Queridos: no os fiéis de cualquier espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han salido al mundo.

Podréis conocer en esto el espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo venido en carne es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús no es de Dios: es del Anticristo. El cual habéis oído que iba a venir; pues bien, ya está en el mundo.

Vosotros, hijos míos, sois de Dios y lo habéis vencido. Pues el que está en vosotros es más que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan según el mundo y el mundo los escucha.

Nosotros somos de Dios. Quien conoce a Dios nos escucha, quien no es de Dios no nos escucha.

En esto conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error.



Palabra de Dios.



Salmo responsorial Sal 2, 7-8. 10-12a(R.: 8 a)

R. Te daré en herencia las naciones. 

Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho:

«Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones,
en posesión, los confines de la tierra.» R.

Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad, los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando. R.



Aleluya  Mt 4, 23
Jesús proclamaba el Evangelio del reino, curando las dolencias del pueblo.



EVANGELIO

Está cerca el reino de los cielos

+ Lectura del santo evangelio según san Mateo   4, 12-17. 23-25

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea.

Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: «País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tinieblas y sombras de muerte, una luz les brilló.»

Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo:

–«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.»

Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.

Su fama se extendió por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y él los curaba. Y le seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Trasjordania.

Palabra del Señor.