miércoles, 25 de julio de 2012

SANTIAGO EL MAYOR, Apóstol


25 julio
SANTIAGO EL MAYOR,*
Apóstol


La paz os dejo, mi paz os doy: no os la doy Yo como  
la da el mundo. No se turbe vuestro corazón, ni tema.
(Juan, 14, 27).



   Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo y hermano de San Juan, predicó el Evangelio en Jerusalén inmediatamente después de la ascensión de Jesucristo. Llevó después la antorcha de la fe a España; mas, no correspondiendo el éxito a sus esperanzas, volvió a Jerusalén donde, entre otras personas, convirtió al mago Hermógenes. Irritados los judíos, excitaron contra él a Herodes Agripa, y éste para complacerlos, hizo decapitar al santo Apóstol. Su cuerpo, enterrado en Jerusalén, fue después transportado a España; descansa en la catedral de Santiago de Compostela, en Galicia, y todos los años atrae a un número prodigioso de peregrinos.

MEDITACIÓN SOBRE LA VIDA
DE SANTIAGO, APÓSTOL

   I. Santiago dejó su barca, sus redes, su padre y todo lo que poseía, al primer llamado del Salvador. Jesús te llama a ti desde hace muchos años a una vida más santa, y todavía estás en medio de los estorbos del mundo. Tus inclinaciones, tus riquezas, tus empresas. son otras tantas redes que te impiden ir a Dios. Rompe tus ataduras; esas ocupaciones que te divierten y cautivan son indignas de un corazón hecho para amar a Dios.

   II, Este santo Apóstol no vio siempre el éxito responder a sus esperanzas; pero sus decepciones no lo abatían, porque regulaba su conducta según la de Dios. Haz todo lo que esté en tu poder para cumplir dignamente la tarea que Dios te ha confiado. Si el éxito corona tus trabajos, bendice al Señor por ello y a Él refiere toda la gloria que provenga. Si no obtienes lo que esperas, no te quejes, es cosa de Dios proporcionar el éxito que a Él le plazca. Acaso te perdería la vanidad si llevases a buen fin todas tus empresas.

   III. Santiago volvió a Jerusalén, su patria; y sus conciudadanos, como recompensa a sus trabajos, le dieron muerte. Prepárate a recibir el mal por el bien que haces a tu prójimo. Los sufrimientos y las aflicciones nunca faltarán a los que buscan a Dios; es una señal infalible de que Dios quiere recompensarlos en el otro mundo. No puede faltar la gloria a los justos que soportan el sufrimiento y las tribulaciones; espérales la corona eterna.

El celo por las almas
Orad por los peregrinos. 

ORACIÓN
   Señor, santificad y proteged a vuestro pueblo, a  fin de que ayudado por la asistencia de vuestro Apóstol Santiago, os sea agradable por su conducta y os sirva en perfecta tranquilidad de espíritu. Por J. C. N. S, Amén.


  • * Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo III, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)
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25 de julio Santiago, apóstol. Solemnidad


25 de julio
Santiago, apóstol

En España: Solemnidad

PRIMERA LECTURA
Hizo decapitar a Santiago
Lectura de los Hechos de los Apóstoles  4, 33. 5, 12. 27b-33; 12, 1b
En aquellos días, los Apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor con mucho valor y hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo.
Los trajeron y los condujeron a presencia del Consejo y el sumo sacerdote los interrogó:
— ¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre.
Pedro y los Apóstoles replicaron:
— Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. «El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús a quien vosotros matasteis colgándolo de un madero.» «La diestra de Dios lo exaltó haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión con el perdón de los pecados.» Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.
Ellos al oír esto se consumían de rabia y trataban de matarlos y el rey Herodes hizo decapitar a Santiago, hermano de Juan.
Palabra de Dios.

Salmo Responsorial Sal 66, 2-3. 5. 7-8.
R. Oh Dios, que te alaben los pueblos,
    que todos los pueblos te alaben.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud,
y gobiernas las naciones de la tierra. R.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga;
que le teman hasta los confines del orbe. R.

SEGUNDA LECTURA
Llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús
Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Corintios  4, 7-15
Hermanos: Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así, la muerte está actuando en nosotros, y la vida en vosotros.
Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús, también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros. Todo es para vuestro bien.
Cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para gloria de Dios.
Palabra de Dios.

Aleluya
Aleluya, aleluya.
Astro brillante de España, Apóstol Santiago, tu cuerpo descansa en la paz; tu gloria pervive entre nosotros Aleluya.

O bien:
Aleluya, aleluya.
El Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para dar su vida en rescate por muchos. Aleluya.

O bien:
Aleluya, aleluya.
Mi cáliz lo beberéis. El puesto a mi derecha o a mi izquierda es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre. Aleluya.

EVANGELIO
Mi cáliz lo beberéis
Lectura del santo Evangelio según San Mateo  20, 20-28
En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. El le preguntó:
- ¿Qué deseas?
Ella contestó:
- Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
Pero Jesús replicó:
- No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber? Contestaron: - Lo somos.
El les dijo: - Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo:
-Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para dar su vida en rescate por muchos.
Palabra de Dios.