Es preciso pasar por medio de muchas
tribulaciones
para entrar en el reino de Dios.
(Hechos, 14,21).
para entrar en el reino de Dios.
(Hechos, 14,21).
San Marcelo, centurión del ejército
romano, como sus compañeros celebraban mediante sacrificios paganos el
aniversario del emperador, exclamó arrojando sus insignias militares: "Yo
sirvo a Jesucristo, el Rey eterno. Si es necesario, para ser soldado,
sacrificar a los dioses y a los emperadores, me niego a servir". Fue condenado a muerte y decapitado,
el 30 de octubre del año 298, en Tánger.
I. No nos lisonjeemos de ganar el cielo sin
que ello nos cueste mucho trabajo. El reino de los cielos sufre violencia,
únicamente los animosos pueden conquistarlo. Esta vida no es lugar de descanso,
es campo de batalla. Jesucristo nos ha señalado el camino del cielo con las
huellas de su sangre; los santos lo han regado con sus sudores, sus lágrimas y
su propia sangre. ¡Qué cobardes que somos! ¿Quisiéramos tener sin trabajo lo
que tanto ha costado a nuestros antepasados en la fe?
II. Todo lo que hacemos, todo lo que
sufrimos es poco, si lo comparamos con lo que Dios pide, con lo que vale el
cielo y con lo que Jesucristo ha hecho para abrirnos su puerta. Sufro yo un
momento para librarme de una eternidad de dolores, para gozar una gloria
infinita y eterna. Vuestros sufrimientos duran sólo un momento, la gloria
que esperáis es eterna. (San Pedro Damián).
III. El mundo exige de sus partidarios
servicios mucho más penosos de los que pide Jesucristo a sus servidores. Mira
lo que hace un soldado para alcanzar gloria, un comerciante para enriquecerse,
un cortesano para agradar a su príncipe. ¿Qué no haces tú mismo para contentar
tu vanidad o tus placeres? ¿Cuándo, pues, trabajarás tanto por Dios cuanto
trabajaste para el mundo? ¿Cuándo harás por tu alma tanto cuanto hiciste por tu
cuerpo?
El cuidado de la salvación
Orad por los que están en pecado mortal.
Orad por los que están en pecado mortal.
ORACIÓN
Haced, os lo rogamos, oh Dios
omnipotente, que la intercesión de vuestro mártir San Marcelo, cuyo nacimiento
al cielo celebramos, nos fortifique en el amor de vuestro santo Nombre. Por J.
C. N. S. Amén.