16 de Enero
San MarceloPapa
En la serie de los Pontífices (que hasta 1994 ya eran 265) el Papa
Marcelo ocupa el puesto número 30. Fue Pontífice por un año: del 308 al 309. El
nombre "Marcelo" significa: "Guerrero".
Era uno de los más valientes sacerdotes de Roma en la terrible
persecución de Diocleciano en los años 303 al 305. Animaba a todos a permanecer
fieles al cristianismo aunque los martirizaran.
Elegido Sumo Pontífice se dedicó a reorganizar la Iglesia que
estaba muy desorganizada porque ya hacía 4 años que había muerto el último
Pontífice, San Marcelino. Era un hombre de carácter enérgico, aunque moderado, y
se dedicó a volver a edificar los templos destruidos en la anterior persecución.
Dividió Roma en 25 sectores y al frente de cada uno nombró a un Presbítero (o
párroco). Construyó un nuevo cementerio que llegó a ser muy famoso y se llamó
"Cementerio del Papa Marcelo".
Muchos cristianos habían renegado de la fe, por miedo en la
última persecución, pero deseaban volver otra vez a pertenecer a la Iglesia.
Unos (los rigoristas) decían que nunca más se les debía volver a aceptar. Otros
(los manguianchos) decían que había que admitirlos sin más ni más otra vez a la
religión. Pero el Papa Marcelo, apoyado por los mejores sabios de la Iglesia,
decretó que había que seguir un término medio: sí aceptarlos otra vez en la
religión si pedían ser aceptados, pero no admitirlos sin más ni más, sino
exigirles antes que hicieran algunas penitencias por haber renegado de la fe,
por miedo, en la persecución.
Muchos aceptaron la decisión del Pontífice, pero algunos, los
más perezosos para hacer penitencias, promovieron tumultos contra él. Y uno de
ellos, apóstata y renegado, lo acusó ante el emperador Majencio, el cual,
abusando de su poder que no le permitía inmiscuirse en los asuntos internos de
la religión, decretó que Marcelo quedaba expulsado de Roma. Era una expulsión
injusta porque él no estaba siendo demasiado riguroso sino que estaba
manteniendo en la Iglesia la necesaria disciplina, porque si al que a la primera
persecución ya reniega de la fe se le admite sin más ni más, se llega a
convertir la religión en un juego de niños.
El Papa San Dámaso escribió medio siglo después el epitafio del
Papa Marcelo y dice allí que fue expulsado por haber sido acusado injustamente
por un renegado.
El "Libro Pontifical", un libro sumamente antiguo, afirma que
en vez de irse al destierro, Marcelo se escondió en la casa de una señora muy
noble, llamada Lucina, y que desde allí siguió dirigiendo a los cristianos y que
así aquella casa se convirtió en un verdadero templo, porque allí celebraba el
Pontífice cada día.
Un Martirologio (o libro que narra historias de mártires)
redactado en el siglo quinto, dice que el emperador descubrió dónde estaba
escondido Marcelo e hizo trasladar allá sus mulas y caballos y lo obligó a
dedicarse a asear esa enorme pesebrera, y que agotado de tan duros trabajos
falleció el Pontífice en el año 209.
La casa de Lucina fue convertida después en "Templo de San
Marcelo" y es uno de los templos de Roma que tiene por titular a un
Cardenal.
Señor Dios: concédenos la gracia de no renegar jamás de
nuestras creencias cristianas, y haz que te ofrezcamos las debidas penitencias
por nuestros pecados. Amen.
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lunes, 16 de enero de 2012
San Marcelo, Papa
LUNES DE LA SEGUNDA SEMANA
PRIMERA LECTURA
Obedecer vale más que un
sacrificio. El Señor te rechaza hoy como rey
Lectura del primer libro de Samuel 15, 16-23
En
aquellos días, Samuel dijo a Saúl:
–Déjame
que te cuente lo que el Señor me ha dicho esta noche.
Contestó Saúl:
Contestó Saúl:
–Dímelo.
Samuel
dijo:
–Aunque
te creías pequeño, eres la cabeza de las tribus de Israel, porque el Señor te
ha nombrado rey de Israel. El Señor te envió a esta campaña con orden de
exterminar a esos pecadores amalecitas, combatiendo hasta acabar con ellos.
¿Por qué no has obedecido al Señor? ¿Por qué has echado mano a los despojos,
haciendo lo que el Señor reprueba?
Saúl
replicó:
–¡Pero
si he obedecido al Señor! He hecho la campaña a la que me envió, he traído a
Agag, rey de Amalec, y he exterminado a los amalecitas. Sí la tropa tomó del
botín ovejas y vacas, lo mejor de lo destinado al exterminio, lo hizo para
ofrecérselas en sacrificio al Señor tu Dios en Guilgal.
Samuel
contestó:
–¿Quiere
el Señor sacrificios y holocaustos,
o
quiere que obedezcan al Señor?
Obedecer
vale más que un sacrificio;
ser
dócil, más que grasa de carneros.
Pecado
de adivinos es la rebeldía,
crimen
de idolatría es la obstinación.
Por
haber rechazado al Señor,
el
Señor te rechaza hoy como rey.
Palabra
de Dios.
Salmo responsorial Sal 49, 8-9. 16bc-17. 21 y 23
R.
Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
No
te reprocho tus sacrificios,
pues siempre
están tus holocaustos ante mí.
Pero no
aceptaré un becerro de tu casa
ni un
cabrito de tus rebaños. R.
¿Por qué
recitas mis preceptos
y tienes
siempre en la boca mi alianza,
tú que
detestas mi enseñanza
y te echas a
la espalda mis mandatos? R.
Esto haces,
¿y me voy a callar?
¿crees que
soy como tú?
Te acusaré,
te lo echaré en cara.
El que me
ofrece acción de gracias,
ése me
honra;
al que sigue
buen camino
le haré ver
la salvación de Dios. R.
EVANGELIO
El novio está con ellos
+ Lectura
del santo Evangelio según San Marcos 2, 18-22
En
aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno.
Vinieron
unos y le preguntaron a Jesús.
–Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos
ayunan. ¿Por qué los tuyos no?
Jesús
les contestó:
–¿Es
que pueden ayunar los amigos del novio, mientras el novio está con ellos?
Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar.
Llegará
un día en que se lleven al novio; aquel día sí que ayunarán.
Nadie
le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira
del manto –lo nuevo de lo viejo– y deja un roto peor.
Nadie
echa vino nuevo en odres viejos; porque revienta los odres, y se pierden el
vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos.
Palabra del
Señor.
SAN MARCELO
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Todo lo que hay en el mundo es concupiscencia de la carne,
concupiscencia de los ojos y soberbia de la vida.(1 Juan, 2, 16).
concupiscencia de los ojos y soberbia de la vida.(1 Juan, 2, 16).
San Marcelo ejerció el sacerdocio bajo el Papa Marcelino, a quien sucedió en el año 308. Su epitafio, compuesto por el Papa San Dámaso, nos hace saber que por mantener la disciplina de los santos cánones se atrajo la hostilidad de los cristianos tibios, y que fue desterrado por el tirano Majencio en castigo de su severidad contra un apóstata. Murió en el año 309, después de haber gobernado a la Iglesia un poco más de siete meses solamente.
MEDITACIÓN
SOBRE LA CORRUPCIÓN DEL MUNDO
I. La vanidad reina en el mundo; se quiere figurar o elevarse por sobre los demás. Esta vanidad se manifiesta en las palabras, en los actos, en las casas, en el vestir, y muy a menudo se la encuentra aun en las prácticas más santas de la religión. ¡Oh mundo, cuán henchido estás de orgullo! Se ve claramente que Satanás es tu señor, y que Jesucristo está ausente de tus máximas y de tus acciones. ¿Se pueden amar los vanos honores considerando a Dios que nace desconocido y que muere oprobiosamente en una cruz?
II. La voluptuosidad es un vicio tan común en el mundo, que parece que la mayoría de las profesiones que se ejercen en él, no tienen otro objeto que el de satisfacerla. Inficiona todas las edades, todos los sexos, todas las condiciones. ¿Cómo resistir a esta corrupción universal? ¡Ah! más bien huye lo antes posible; retírate de Sodoma, no suceda que te veas envuelto en su ruina. Si no puedes abandonar el mundo, declara sin embargo que eres enemigo del mundo y de sus placeres.
III. La sed de riquezas es el tirano del mundo; por él trabájase noche y día, sacrificase la tranquilidad, el honor, la salud, la vida, la salvación. En una palabra, el oro es el dios del mundo; empero, para entrar al cielo es menester ser pobre, si no de hecho por lo menos por el desasimiento de las riquezas. ¿Qué amor tienes por la pobreza, que Jesucristo amó tanto? Considera como cruz lo que el mundo ama, y adhiérete con toda la fuerza de tu amor a lo que el mundo considera como cruz. (San Bernardo).
Orad por vuestros superiores eclesiásticos.
Os suplicamos, Señor, que escuchéis las oraciones de vuestro pueblo, y que el bienaventurado Marcelo, vuestro pontífice mártir, cuyos padecimientos honramos, nos preste el socorro de sus méritos. Por N. S. J. C. Amén.
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