MEDITACIÓN PARA CADA DÍA
DÍA 13
EN EL SAGRADO CORAZÓN, HALLAREMOS EL MÁS PRECIADO TESORO
I
Se cansan los hombres y se exponen
a gravísimos peligros, para adquirirse una fortuna; atraviesan mares,
desafían climas todo les parece poco, si pueden hacerse con un puñado de oro
para regalar esta miserable vida. ¡Cuántos, no obstante, ven defraudadas sus
esperanzas! y aún cuando consigan verse llenos de riquezas, ¿acaso dan éstas,
paz y felicidad a su corazón? Al revés, porque el temor de perderlas o la
tristeza de tener que abandonarlas con la muerte, bastan para turbar la
alegría de su posesión.
Alma mía, no busques con loco afán
estas riquezas perecederas. Sea tu mejor riqueza el Sagrado Corazón de Jesús.
He aquí un tesoro que sin gran esfuerzo puedes alcanzar. No has de emprender
para ganarlo, largos viajes, ni costosos trabajos, ni dificiles industrias,
ni luchar con los elementos, ni arriesgar la salud o la existencia. Todo esto
lo hacen los hombres por el oro y la plata de este mundo. Nada de esto exige
de ti el Sagrado Corazón de Jesús. Cerca le tienes, a tu mano está; El mismo
se te ofrece y convida; sólo querer ser rica, con las riquezas de éste para
dejarse poseer con toda seguridad.
¿Te resuelves, alma mía, a hacer esta
brillante fortuna? Te decides a querer ser rica con las riquezas de este
Sagrado Corazón?
Medítese unos minutos.
II
¡Oh vanas riquezas del mundo, que
tantas veces habéis excitado mi codicia! ¡Oh mezquinos tesoros de oro y
plata, o mejor, de lodo y estiércol, en los cuales suele poner el hombre su
corazón! ¿Qué sois en comparación de las riquezas. eternas de ese Corazón
Divino, tesoro de los bienaventurados y prenda de toda su felicidad? ¡Qué
necios son los hombres que se desviven por alcanzaros, sabiendo que han de
morir, y os han de dejar apenas hayan empezado a poseeros!
¡Oh Señor, que sois la verdadera
riqueza de vuestros elegidos! No quiero otra cosa que Vos, ni busco mejor
tesoro. Seguro estoy de que si llego a poseeros, ni ladrones, ni
adversidades, ni la muerte misma me lo han de arrebatar. Los poderosos del
mundo tienen suntuosos palacios; a mí me basta un asilo en el nido amoroso de
vuestro Corazón; se cubren con galas y joyas de gran precio; quiero yo sólo
para mi alma las joyas de vuestra gracia; gózanse ellos en regalados
banquetes y músicas deliciosas; a mí me basta saborear los inefables
consuelos de vuestro amor.
¡Oh Señor, riqueza inagotable! ¡Cuán
pobre es el corazón que no os posee aunque posea todos los bienes de la tierra!
Medítese, y pídase la gracia
particular.
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Oración y Acto de Consagración