miércoles, 4 de septiembre de 2024

SANTA ROSALÍA, Virgen



4 de septiembre
SANTA ROSALÍA, Virgen


Cuando en una ciudad os persigan, huid a otra. 
(Mateo, 10,23).

   Santa Rosalía, de Palermo, se retiró a una cueva abierta solamente por lo alto, y escribió en la piedra esta inscripción que hoy se lee todavía: "Yo, Rosalía, hija de Sinibaldo, señor de Quisquina y de Rosae, he resuelto habitar en esta cueva por amor a mi Señor Jesucristo". Vivió en este retiro como una paloma gemebunda, los ojos sin cesar elevados hacia la patria celestial. Rompió la muerte sus cadenas alrededor del año 1160 y Rosalía se presentó a su divino Esposo coronada de rosas de castidad y de lirios de virginidad.

MEDITACIÓN SOBRE LA PRESUNCIÓN
DE LA SALVACIÓN

   I. La mayoría de los hombres viven en una vana esperanza del paraíso. Nadie quiere ser condenado, nadie cree serlo un día, pero muchos no hacen lo que hay que hacer para evitar el infierno. Siempre se piensa en la bondad de Dios y raramente en su justicia. La gente se ilusiona con el ejemplo del buen ladrón, y no se da cuenta de que este ilustre penitente se convirtió en un momento en que todo el mundo abandonaba a Jesús, y que obedeció a la primera inspiración de la gracia.

   II. Pero, ¿en qué fincas esa confianza de que te has de salvar? ¿Será en tus buenas obras? ¿Qué haces tú para ganar el cielo? ¿Será por los méritos de Jesucristo? Él te ha redimido sin cooperación alguna de tu parte; pero no te salvará, si no cooperas en tu salvación. Ya se ve, fundas tu esperanza en la bondad de Dios: pero, porque Dios es bueno, ¿habrás tú de ser malvado, y habrás de pecar tantas veces cuantas Él te perdona?(Tertuliano).

   III. Trabaja, pues, en tu salvación con temor. San Pedro y Magdalena lloraron sus faltas todo el resto de su vida, aunque ya estaban seguros de haber obtenido el perdón de ellas. Se ha visto a santos, después de haber vivido en el yermo, temblar de espanto al acercarse su muerte; ¡y tú, nada temes! ¿De dónde procede esta seguridad? ¿No es acaso una señal de tu poca fe, más bien que una prueba de valentía? Temo dejar este mundo y tiemblo a la entrada del puerto, porque ignoro quién debe recogerme al salir de esta vida. (San Bernardo).

La desconfianza de sí mismo 
Orad por vuestros conciudadanos.

ORACIÓN
   Escuchadnos, oh Dios, salvación nuestra; haced que, regocijándonos con la solemnidad de la bienaventurada Rosalía, vuestra virgen, sintamos crecer en nosotros el espíritu de piedad, y encontremos en su intercesión un abrigo contra los golpes de vuestra cólera. Por J. C. N. S. Amén.

MIÉRCOLES DE LA VIGÉSIMA SEGUNDA SEMANA

PRIMERA LECTURA
Nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros campo de Dios, edificio de Dios
Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 3, 1-9
Hermanos: No pude hablaros como a hombres de espíritu, sino como a gente débil, como a cristianos todavía en la infancia.
Por eso os alimenté con leche, no con comida, porque no estabais para más.
Por supuesto, tampoco ahora, que seguís los bajos instintos.
Mientras haya entre vosotros envidias y contiendas, es que os guían los bajos instintos y que procedéis como gente cualquiera.
Cuando uno dice «yo estoy por Pablo» y otro, «yo por Apolo», ¿no sois como cualquiera ? En fin de cuentas, ¿qué es Apolo y qué es Pablo ? Agentes de Dios que os llevaron a la fe, cada uno como le encargó el Señor.
Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer; por tanto, el que planta no significa nada ni el que riega tampoco; cuenta el que hace crecer, o sea, Dios.
El que planta y el que riega son una misma cosa; si bien cada uno recibirá el salario según lo que haya trabajado.
Nosotros somos colaboradores de Dios y vosotros, campo de Dios.
Sois también edificio de Dios.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 32, 12-13. 14-15. 20-21
V/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

V/. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres. R/.

V/. Desde su morada observa a todos los habitantes de la tierra: él modeló cada corazón y comprende todas sus acciones. R/.

V/. Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo; con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos. R/.


EVANGELIO
También a los otros pueblos tengo que anunciarles el Reino de Dios, para eso me han enviado
+Lectura del santo Evangelio según San Lucas 4, 38-44
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón.
La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella.
El, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose enseguida, se puso a servirles.
Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera, se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando.
De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban: Tú eres el Hijo de Dios.
Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.
Al hacerse de día, salió a un lugar solitario.
La gente lo andaba buscando; dieron con él e intentaban retenerlo para que no se les fuese.
Pero él les dijo: También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado.
Y predicaba en las sinagogas de Judea.
Palabra del Señor.