PRIMERA
LECTURA
Dios reprende
a los que ama
Lectura de la carta a los
Hebreos 12, 4-7. 11-15
Hermanos:
Todavía no
habéis llegado a la sangre
en vuestra
pelea contra el pecado.
Habéis
olvidado la exhortación paternal que os dieron:
«Hijo mío,
no rechaces el castigo del Señor,
no te
enfades por su reprensión;
porque el
Señor reprende a los que ama
y castiga a
sus hijos preferidos».
Aceptad la
corrección, porque Dios os trata como a hijos,
pues, ¿qué
padre no corrige a sus hijos?
Ningún
castigo nos gusta cuando lo recibimos, sino que nos duele,
pero después
de pasar por él,
nos da como
fruto una vida honrada y en paz.
Por eso,
fortaleced las manos débiles,
robusteced
las rodillas vacilantes,
y caminad
por una senda llana:
así el pie
cojo, en vez de retorcerse, se curará.
Buscad la
paz con todos y la santificación,
sin la cual
nadie verá al Señor.
Procurad que
nadie se quede sin la gracia de Dios
y que
ninguna raíz amarga rebrote y haga daño,
contaminando
a muchos.
Palabra de
Dios.
Salmo responsorial Sal 102,
1-2.13-14. 17-18a
R. La
misericordia del Señor dura siempre
para los que cumplen sus mandatos.
Bendice,
alma mía, al Señor,
y todo mi
ser a su santo nombre.
Bendice,
alma mía, al Señor,
y no olvides
sus beneficios. R.
Como un
padre siente ternura por sus hijos,
siente el
Señor ternura por sus fieles;
porque él
conoce nuestra masa,
se acuerda
de que somos barro. R.
Pero la
misericordia del Señor dura siempre,
su justicia
pasa de hijos a nietos:
para los que
guardan la alianza. R.
EVANGELIO
No desprecian
a un profeta más que en su tierra
+ Lectura del santo Evangelio según
San Marcos 6, 1-6
En
aquel tiempo, fue Jesús a su tierra en compañía de sus discípulos.
Cuando
llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se
preguntaba asombrada:
–¿De
dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos
milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de
Santiago y José y judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí? Y
desconfiaban de él.
Jesús
les decía:
–No
desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.
No
pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las
manos.
Y
se extrañó de su falta de fe.
Y
recorría los pueblos de alrededor enseñando.
Palabra del
Señor.