viernes, 31 de octubre de 2025

SAN QUINTÍN, Mártir

31 de octubre
SAN QUINTÍN,*
Mártir

 

Vosotros afectáis ser justos ante los hombres,
pero Dios conoce vuestros corazones;
porque lo que es grande ante el mundo
es abominación ante Dios.
(Lucas, 16, 15).


   San Quintín, hijo del senador Zenón de Roma, fue aprehendido por el prefecto Rictio Varo mientras predicaba el Evangelio en Picardía. Después de haber sido azotado, fue cargado de cadenas y echado en una prisión; mas, un ángel lo sanó de sus heridas, lo libró de sus cadenas y le abrió las puertas de la cárcel. Predicó en medio de la calle y convirtió a seiscientas personas. El tirano lo hizo atormentar de diversas maneras y, viéndolo invencible lo hizo decapitar, en el año 287, después de cuatro años de maravilloso apostolado.
 
MEDITACIÓN
SOBRE LA HIPOCRESÍA
   I. La mayor parte de los hombres se esfuerzan más por parecer cristianos y virtuosos que por serlo en realidad. Se salvan las apariencias, se quiere contentar a los hombres, pero uno no se toma mucho trabajo por contentar a Dios y la propia conciencia. Se ordena el exterior y el alma está en desorden. ¡Desventurados! Dios nos ve tales cuales somos y no tales cuales queremos aparecer. Dios es quien nos juzgará y no los hombres; no podemos engañarlo, nos engañamos a  nosotros mismos.

   II. ¿Qué pretendes con esa devoción de apariencia? ¿De qué te servirá la estima de los hombres, si Dios te desprecia? Gratuitamente te condenas, tienes toda la pena que los santos encontraron en el servicio de Dios, no tienes sus consuelos en esta vida y no tendrás su recompensa en la otra. ¿Qué haréis, vosotros hipócritas, el día del juicio, cuando Dios dé a conocer vuestros crímenes a todos los hombres y a todos los ángeles?

   III. A nadie juzgues por las apariencias, el rostro engaña a menudo. Tal parece orgulloso y es muy humilde. A Dios sólo pertenece el penetrar los secretos del corazón humano; interpreta las acciones de los demás como desearías que se interpretaran las tuyas. Examina tus propios defectos y mira si no eres del número de aquellos de que habla San Cipriano, que condenan en lo exterior aquello que hacen en lo interior, acusadores en público y pecadores en secreto.

La huida de la hipocresía
Orad por la conversión de los hipócritas.
 
ORACIÓN
   Haced, os lo suplicamos, Dios omnipotente, que la intercesión del bienaventurado Quintín, vuestro mártir, cuyo nacimiento al cielo celebramos, nos fortifique en el amor de vuestro santo Nombre. Por J. C. N. S. Amén.

 *Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

SAN ALONSO RODRIGUEZ, Presbítero

31 de octubre

SAN ALONSO RODRIGUEZ,
Presbítero

   Desaparecida su partida de bautismo, discuten los modernos biógrafos del Santo la fecha de su nacimiento, pareciendo casi seguro que éste tuvo lugar en Segovia el año 1533. Fue hijo de Diego Rodríguez y de María Gómez, dedicados al comercio de paños, y fue el segundo de los once hijos, siete varones y cuatro hembras, nacidos de este matrimonio. Cuando Alonso tenía doce años llegaron a Segovia dos de los primeros jesuitas, que se hospedaron en casa de Diego Rodríguez y, después de practicar su apostolado en la ciudad, se retiraron a una casa de campo. Durante todo el tiempo que estuvieron en Segovia tuvo el niño Alonso verdadera intimidad y trato con ellos, y los padres le enseñaron la doctrina cristiana, a rezar el rosario, a ayudar a misa y a confesarse.
   Uno de estos padres era nada menos que el padre Fabro, y, aunque San Alonso olvidó sus nombres, recordó toda su vida y evocaba en su ancianidad estas enseñanzas recibidas en la niñez. Su padre envió a Alonso y a su hermano mayor a estudiar a Alcalá en el colegio de jesuitas allí fundado por el padre Francisco Villanueva, amigo de la familia, y a quien fueron encomendados los dos hermanos. No estuvo allí Alonso mas que un año, pues, fallecido su padre, la madre decidió que el primogénito continuase los estudios y Alonso regresase a Segovia para ponerse al frente del negocio paterno. Parece que el Santo no reunía grandes condiciones para el comercio, y el negocio iba cada día peor. Por consejo de su madre se casó con una joven montañosa llamada María Juárez, que poseía algunos bienes de fortuna. De este matrimonio nacieron dos hijos, pero la desgracia perseguía a Alonso, que perdió primeramente a uno de los hijos y a su mujer. Ya viudo, se murieron el otro hijo y la madre del Santo, que así quedó solo.

VIERNES DE LA TRIGÉSIMA SEMANA

PRIMERA LECTURA
Quisiera ser un proscrito por el bien de mis hermanos

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 9, 1-5

Hermanos: Como cristiano que soy, voy a ser sincero; mi conciencia, iluminada por el Espíritu Santo, me asegura que no miento.
Siento una gran pena y un dolor incesante, pues por el bien de mis hermanos, los de mi raza y sangre, quisiera incluso ser un proscrito lejos de Cristo.
Ellos descienden de Israel, fueron adoptados como hijos, tienen la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto y las promesas.
Suyos son los patriarcas, de quienes, según lo humano, nació el Mesías, el que está por encima de todo: Dios bendito por los siglos. Amén.
Palabra de Dios

Salmo responsorial Sal 147, 12-13. 14-15. 19-20
V/. Glorifica al Señor, Jerusalén.
R/. Glorifica al Señor, Jerusalén.
V/. Glorifica al Señor, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R/.
V/. Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina; él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz. R/.
V/. Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así ni les dio a conocer sus mandatos. R/.

EVANGELIO
Si a uno se le cae al pozo el burro o el buey, ¿no lo saca, aunque sea sábado?
+Lectura del santo Evangelio según San Lucas 14, 1-6

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.
Jesús se encontró delante un hombre enfermo de hidropesía y dirigiéndose a los letrados y fariseos, preguntó: ¿Es lícito curar los sábados, o no?
Ellos se quedaron callados.
Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió.
Y a ellos les dijo: Si a uno de vosotros se le cae al pozo el burro o el buey, ¿no lo saca enseguida, aunque sea sábado? Y se quedaron sin respuesta.
Palabra del Señor