domingo, 5 de enero de 2025

SAN TELÉSFORO, Papa y Mártir

5 de enero
SAN TELÉSFORO,
Papa y Mártir

Venid, benditos de mi Padre, a tomar posesión del
reino que os está preparado desde el principio
del mundo.
(Mateo, 25, 34).

   San Telésforo, griego de nacimiento, sucedió al Papa Sixto I, y fue el octavo obispo de Roma. Tuvo el dolor de ver los estragos causados en la Iglesia por la persecución del emperador Adriano. Sabemos, por San Ireneo, que terminó gloriosamente su vida con el martirio, cerca del año 136; por espacio de diez años había ocupado la cátedra de San Pedro. 
 
  MEDITACIÓN SOBRE 
LA GLORIA DEL PARAÍSO 
   
   I. En el cielo se posee a Dios, y, poseyéndolo, gózase de todos los bienes. Jamás estamos contentos en este valle de lágrimas; lo estaremos en la mansión de los Bienaventurados. Privémonos, pues, de estos placeres tan fugaces, tan poco capaces de satisfacernos, a fin de que gocemos de las delicias del cielo. Placeres, honores, riquezas, ¡cuán despreciables aparecéis para quien considera el cielo! ¡Ah, Señor, yo puedo conseguir esta dicha, pero no puedo concebir su inmensidad!

    II. En el cielo, encontrarás todo lo que deseas, y ya no volverás a hallar nada de lo que te disgusta. No más lágrimas, ni suspiros, ni dolores, ni tristezas. En esta vida no hay placer que no esté mezclado con amargura; allí habrá toda clase de bienes sin mezcla de mal alguno. ¡Es, pues, muy razonable que sufra algo para gozar de tantas delicias!

   III. ¿Cuánto durará ese estado de gloria? Toda una eternidad; y los santos tendrán la seguridad de que su felicidad es eterna. ¡Oh eternidad bienaventurada! ¡Qué no harían los cristianos para poseerte si te comprendiesen! Todo lo que es eterno es grande, lo demás pequeño. Trabajemos para la eternidad y despreciaremos todos los bienes de esta vida. ¿Quién no sentirá que se desvanece su tristeza al pensar que, por un momento de prueba..., tendremos una eternidad de dicha? (San Gregorio).


El pensamiento del Paraíso
Orad por los pecadores.
 
ORACIÓN
      Pastor eterno, mirad con benevolencia a vuestro rebaño, y cuidadlo con protección constante por medio de vuestro bienaventurado Mártir y Soberano Pontífice Telésforo, a quien constituiste pastor de toda la Iglesia.  Por N. S. J. C. Amén

5 enero Domingo, hasta la hora nona. SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE NAVIDAD


PRIMERA LECTURA
La sabiduría habita en medio del pueblo elegido
Lectura del Libro del Eclesiástico 24, 1-4. 12-16
La sabiduría hace su propio elogio,
se gloría en medio de su pueblo.
Abre la boca en la asamblea del Altísimo
y se gloría delante de sus Potestades.
En medio de su pueblo será ensalzada
y admirada en la congregación plena de los santos;
recibirá alabanzas de la muchedumbre de los escogidos
y será bendita entre los benditos.
Entonces el Creador del Universo me ordenó,
el Creador estableció mi morada:
—Habita en Jacob,
sea Israel tu heredad.
Desde el principio, antes de los siglos, me creó,
y no cesaré jamás.
En la santa morada, en su presencia ofrecí culto
y en Sión me estableció;
en la ciudad escogida me hizo descansar,
en Jerusalén reside mi poder.
Eché raíces en un pueblo glorioso,
en la porción del Señor, en su heredad.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 147, 12-13. 14-15. 19-20
V/. La Palabra se hizo carne
y acampó entre nosotros.
R/. La Palabra se hizo carne
y acampó entre nosotros.

V/. Glorifica al Señor, Jerusalén,
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.
R/. La Palabra se hizo carne
y acampó entre nosotros.

V/. Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina;
él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz.
R/. La Palabra se hizo carne
y acampó entre nosotros.

V/. Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
R/. La Palabra se hizo carne
y acampó entre nosotros.


SEGUNDA LECTURA
Nos predestinó a ser hijos adoptivos suyos por Jesucristo
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 1, 3-6. 15-18
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos bendijo en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales, en el cielo. Ya que en El nos eligió, antes de la creación del mundo, para que fuésemos santos e irreprochables en su presencia, por amor. Nos predestinó a ser hijos adoptivos suyos por Jesucristo, conforme a su agrado; para alabanza de la gloria de su gracia, de la que nos colmó en el Amado.
Por lo que también yo, que he oído hablar de vuestra fe en Cristo, no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mi oración, a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama y cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos.
Palabra de Dios.

Aleluya 1 Tm 3, 16
Aleluya, aleluya.
Gloria a ti, Cristo, proclamado a los gentiles.
Gloria a ti, Cristo, creído en el mundo.
Aleluya.

EVANGELIO
La Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros
 +Lectura del santo Evangelio según San Juan 1, 1-18
En el principio ya existía la Palabra,
y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.
La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
Por medio de la Palabra se hizo todo,
y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida,
y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en la tiniebla,
y la tiniebla no la recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios,
que se llamaba Juan:
éste venía como testigo,
para dar testimonio de la luz,
para que por él todos vinieran a la fe.
No era él la luz,
sino testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera,
que alumbra a todo hombre.
Al mundo vino y en el mundo estaba;
el mundo se hizo por medio de ella,
y el mundo no la conoció.
Vino a su casa,
y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron,
les da poder para ser hijos de Dios,
si creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre,
ni de amor carnal,
ni de amor humano,
sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne,
y acampó entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria:
gloria propia del Hijo único del Padre,
lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
—Este es de quien dije: «el que viene detrás de mí,
pasa delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia:
porque la ley se dio por medio de Moisés,
la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás:
el Hijo único, que está en el seno del Padre,
es quien lo ha dado a conocer. 
Palabra del Señor