sábado, 13 de enero de 2018

DOMINGO II DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA
Habla, Señor, que tu siervo te escucha
Lectura del primer libro de Samuel 3, 3b-10. 19
En aquellos días, Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y él respondió:
-«Aquí estoy.»
Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo:
—«Aquí estoy; vengo porque me has llamado.»
Respondió Elí:
—«No te he llamado; vuelve a acostarte.»
Samuel volvió a acostarse.
Volvió a llamar el Señor a Samuel.
Él se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo:
—«Aquí estoy; vengo porque me has llamado.»
Respondió Elí:
—«No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte.»
Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor.
Por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y él se fue a donde estaba Elí y le dijo:
—«Aquí estoy; vengo porque me has llamado.»
Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho, y dijo a Samuel:
—«Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: "Habla, Señor, que tu siervo te escucha.”»
Samuel fue y se acostó en su sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes:
—«¡Samuel, Samuel!» 
Él respondió: -«Habla, que tu siervo te escucha.» Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 39, 2 y 4ab. 7. 8-9. 10 (R/.: 8a y 9a)
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito; me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. R/.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio. R/.

Entonces yo digo: «Aquí estoy —como está escrito en mi libro- para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. R/.

He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios; Señor, tú lo sabes. R/.


SEGUNDA LECTURA
Vuestros cuerpos son miembros de Cristo

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 6, 13c-15a. 17-20

Hermanos:
El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor, para el cuerpo.
Dios, con su poder, resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros.
¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?
El que se une al Señor es un espíritu con él.
Huid de la fornicación. Cualquier pecado que cometa el hombre queda fuera de su cuerpo. Pero el que fornica peca en su propio cuerpo. ¿O es que no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo? Él habita en vosotros porque lo habéis recibido de Dios.
No os poseéis en propiedad, porque os han comprado pagando un precio por vosotros.
Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!
Palabra de Dios.

Aleluya Jn 1, 41. 17b
Hemos encontrado al Mesías, que es Cristo;
la gracia y la verdad vinieron por medio de él.

EVANGELIO
Vieron dónde vivía y se quedaron con él

+Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 35-42

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:
—«Éste es el Cordero de Dios.»
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta:
—«¿Qué buscáis?»
Ellos le contestaron:
—«Rabí (que significa Maestro), ¿donde vives?»
Él les dijo:
—«Venid y lo veréis.»
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice:
—«Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).»
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo:
—«Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»
Palabra del Señor.

SÁBADO DE LA PRIMERA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO


PRIMERA LECTURA
Ese es el hombre de quien habló el Señor; Saúl regirá a su pueblo
Lectura del primer libro de Samuel 9, 1-4. 17-19; 10, 1a
Había un hombre de Loma de Benjamín, llamado Quis, hijo de Abiel, de Seror, de Becorá, de Afiaj, benjaminita, de buena posición.
Tenía un hijo que se llamaba Saúl, un mozo bien plantado; era el israelita más alto: sobresalía por encima de todos, de los hombros arriba.
A su padre Quis se le habían extraviado unas burras; y dijo a su hijo Saúl: Llévate a uno de los criados y vete a buscar las burras.
Cruzaron la serranía de Efraín y atravesaron la comarca de Salisá, pero no las encontraron.
Atravesaron la comarca de Saalín, y nada.
Atravesaron la comarca de Benjamín, y tampoco.
Cuando Samuel vio a Saúl, el Señor le avisó: Ese es el hombre de quien te hablé; ése regirá a mi pueblo.
Saúl se acercó a Samuel en medio de la entrada y le dijo: Haga el favor de decirme dónde está la casa del vidente.
Samuel le respondió: Yo soy el vidente.
Sube delante de mí al altozano; hoy coméis conmigo, y mañana te dejaré marchar y te diré todo lo que piensas.
Tomó la aceitera, derramó aceite sobre la cabeza de Saúl y lo besó, diciendo: ¡El Señor te unge como jefe de su heredad! Tú regirás al pueblo del Señor y le librarás de la mano de los enemigos que lo rodean.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 20, 2-3. 4-5. 6-7.
V/. Señor, el rey se alegra por tu fuerza.
R/. Señor, el rey se alegra por tu fuerza.

V/. ¡Señor, el rey se alegra por tu fuerza, y cuánto goza con tu victoria! Le has concedido el deseo de su corazón, no le has negado lo que pedían sus labios. R/.

V/. Te adelantaste a bendecirlo con el éxito, y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida y se la has concedido, años que se prolongan sin término. R/.

V/. Tu victoria ha engrandecido su fama, lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes, lo colmas de gozo en tu presencia. R/.

 
EVANGELIO
No he venido a llamar justos, sino pecadores

+Lectura del santo Evangelio según San Marcos 2, 13-17

En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él y les enseñaba.
Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: Sígueme.
Se levantó y lo siguió.
Estando Jesús a la mesa en su casa, de entre los muchos que lo seguían un grupo de recaudadores y otra gente de mala fama se sentaron con Jesús y sus discípulos.
Algunos letrados fariseos, al ver que comía con recaudadores y otra gente de mala fama, les dijeron a los discípulos: ¡De modo que come con recaudadores y pecadores! Jesús lo oyó y les dijo: No necesitan médico los sanos, sino los enfermos.
No he venido a llamar justos, sino pecadores.

Palabra del Señor.