viernes, 19 de julio de 2013

SANTA MACRINA LA JOVEN Virgen

19 de julio 
SANTA MACRINA LA JOVEN 
Virgen(379 d. C.)
   Macrina era la mayor de los diez hijos de San Basilio el Mayor [San Basilio el Mayor fue el padre de San Basilio el Grande (14 de junio), hermano de Sta. Macrina la joven (N. de E.)] y Santa Emelia. Nació en Cesárea de Capadocia, hacia el año 330 y su madre la educó con particular esmero, la enseñó a leer y vigilaba cuidadosamente sus lecturas. El libro de La Sabiduría y los Salmos de David eran las obras predilectas de Macrina, quien no descuidaba por ello los deberes domésticos y los trabajos de hilado y costura. A los doce años fue prometida en matrimonio, pero su prometido murió súbitamente y Macrina se negó a aceptar a ninguno de los otros pretendientes para dedicarse a ayudar a su madre en la educación de sus hermanos y hermanas menores. San Basilio el Grande, San Pedro de Sabástea, San Gregorio de Nissa y los otros hermanos de Macrina, aprendieron de ella el desprecio del mundo, el temor a la riqueza y el amor a la oración y la palabra de Dios. Según se dice, San Basilio volvió muy envanecido de sus estudios, y su hermana le enseñó a ser humilde. Por otra parte, Macrina fue "el padre y la madre, el guía, el maestro y el consejero" de su hermano menor, San Pedro de Sebástea, pues San Basilio el Mayor, murió poco después del nacimiento de su último hijo. A la muerte de su padre, San Basilio estableció a su madre y a su hermana Macrina en una casa a orillas del río Iris; las dos santas mujeres se entregaron ahí a la práctica de la ascética con otras compañeras.

   A la muerte de Santa Emelia, Macrina repartió entre los pobres su herencia y vivió del trabajo de sus manos. Su hermano Basilio murió a principios del año 379, y Macrina cayó gravemente enferma nueve meses después. Cuando San Gregorio de Nissa llegó a visitarla después de nueve años de ausencia, la encontró en un lecho de tablas. El santo quedó muy consolado al ver el gozo con que su hermana soportaba la tribulación y muy impresionado del fervor con que se preparaba para la muerte. Santa Macrina exhaló el último suspiro en un transporte de gozo al atardecer. Era tan pobre, que para amortajar el cadáver no se encontró más que un vestido viejo y una tela muy burda; pero San Gregorio regaló con ese fin una túnica de lino. El obispo del lugar, llamado Arauxio, dos sacerdotes y el propio San Gregorio transportaron el féretro y, durante la procesión funeraria, se cantaron los salmos; pero la afluencia de la multitud y las lamentaciones del pueblo, especialmente de algunas mujeres, perturbaron mucho la ceremonia.

   En un diálogo sobre el alma y la resurrección y en un panegírico dedicado al monje Olimpio, San Gregorio dejó trazada la biografía de su hermana Macrina, con muchos detalles sobre su virtud, su vida y su entierro. En el panegírico mencionado, el santo habla de dos milagros: el primero de ellos fue que Santa Macrina recobró la salud cuando su madre trazó sobre ella la señal de la cruz; en el segundo caso, la santa curó de una enfermedad de los ojos a la hijita de un militar. San Gregorio añade: "Creo que no es necesario que repita aquí todas las maravillas que cuentan los que vivieron con ella y la conocieron íntimamente... Por increíbles que parezcan esos milagros, puedo asegurar que los consideran como tales quienes han tenido ocasión de estudiarlos a fondo. Sólo los hombres carnales se rehúsan a creerlos y los consideran imposibles. Así pues, para evitar que los incrédulos sean castigados por negarse a aceptar la realidad de esos dones de Dios, he preferido abstenerme de repetir aquí esas maravillas sublimes..." Este comentario confirma, una vez más, el dicho de que sólo un santo puede escribir la vida de otro santo.



   Apenas si sabemos algo sobre Santa Macrina, fuera de lo que cuenta su hermano, San Gregorio de Nissa. El texto griego se halla en las obras del santo. En Acta Sancionan, julio, vol. IV, hay una traducción latina. También existe una traducción inglesa hecha por W. K. Lowther Clarke (1916). En el rito bizantino se celebra la fiesta de Santa Macrina

VIERNES DE LA DECIMOQUINTA SEMANA


PRIMERA LECTURA
Mataréis un cordero al atardecer; cuando yo vea la sangre,  pasaré de largo ante vosotros
Lectura del libro del Éxodo 11, 10 - 12, 14
En aquellos días, Moisés y Aarón hicieron muchos prodigios en presencia del Faraón; pero el Señor hizo que el Faraón se empeñara en no dejar marchar a los israelitas de su tierra.
Dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto:
–Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de Israel: el diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas y cada uno comerá su parte hasta terminarlo.
Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito.
Lo guardaréis hasta el día catorce del mes y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido.
Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, y comeréis panes sin fermentar y verduras amargas.
No comeréis de ella nada crudo, ni cocido en agua, sino asado a fuego: con cabeza, patas y tripas. No dejaréis restos para la mañana siguiente; y si sobra algo, lo quemaréis.
Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el Paso del Señor.
Yo pasaré esta noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados, y me tomaré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor.
La sangre será vuestra señal en las casas donde habitáis. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo ante vosotros, y no habrá entre vosotros plaga exterminadora, cuando yo hiera al país de Egipto.
Este será un día memorable para vosotros y lo celebraréis como fiesta en honor del Señor, de generación en generación. Decretaréis que sea fiesta para siempre.
Palabra del Señor.

Salmo responsorial Sal 115, 12-13.15-16bc. 17-18
R.  Alzaré el cáliz de la salvación, invocando el nombre del Señor.
O bien:
      Aleluya.
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré el cáliz de la salvación,
invocando su nombre. R.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Siervo tuyo soy, hijo de tu esclava,
rompiste mis cadenas. R.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos,
en presencia de todo el pueblo. R.

EVANGELIO
El Hijo del Hombre es señor del sábado
+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo 12, 1-8
Un sábado de aquellos, Jesús atravesaba un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas.
Los fariseos, al verlo, le dijeron:
–Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado. Les replicó:
–¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes presentados, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes.
¿Y no habéis leído en la ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa?
Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo.
Si comprendierais lo que significa «quiero misericordia y no sacrificio», no condenaríais a los que no tienen culpa.
Porque el Hijo del Hombre es señor del sábado.
Palabra del Señor.