viernes, 24 de octubre de 2025

SAN ANTONIO MARÍA CLARET, Obispo y Confesor



24 de octubre

SAN ANTONIO MARÍA CLARET, 
Obispo y Confesor


   No sería difícil encontrar quien, ignorando la vida portentosa del Santo que conmemora hoy la Iglesia, se sintiera asaltado por la duda de si Antonio Claret, a quien se oye llamar de mil modos, suficiente cada uno para encarnar y cincelar toda una personalidad maciza y exuberante, existió en realidad o fue una fantasía. El modelo de obreros, el misionero apostólico, el taumaturgo, el escritor inagotable, el gran director de almas, el fundador, el organizador genial, el intuitivo "precursor de la Acción Católica, tal como es hoy" (Pío XI), el catequista célebre, el prudente confesor real, el abanderado de la infalibilidad pontificia y primer santo del concilio Vaticano, el sagrario viviente, el apóstol cordimariano de los tiempos modernos, el gran apóstol del siglo XIX, y también el gran calumniado, existió y fue San Antonio María Claret.

SAN MAGLORIO, Obispo y Confesor

24 de octubre
SAN MAGLORIO,*
Obispo y Confesor


Velad sobre vosotros mismos, no sea
que se hagan pesados vuestros corazones
con la glotonería y la embriaguez.
(Lucas, 21, 34).


   San Maglorio, oriundo del país de Gales y obispo de Dol, en Bretaña, de ordinario alimentábase sólo de pan y legumbres; los miércoles y viernes absteníase de todo alimento. Dejó su episcopado para retirarse a la soledad; pero tantas personas iban a buscarlo allí que estuvo a punto de ocultarse en otra parte, lo que le impidió su obispo. Advertido sobre su muerte, pasó en la iglesia los seis meses que le quedaban de vida, repitiendo sin cesar: No pido más que una cosa al Señor: habitar en su casa todos los días de mi vida. Murió en el año 575 a muy avanzada edad.
 
MEDITACIÓN
SOBRE LA SOBRIEDAD
   I. La sobriedad es la muerte de todos los vicios y la vida de todas las virtudes; desapega al espíritu de la materia, fortifica el cuerpo, hace al hombre más apto para la oración. El ayuno, según Tertuliano, es el alimento de la plegaria. ¿Cómo practicas tú esta virtud? ¿No puedes quitar de tus comidas ciertas delicadezas, a fin de honrar la amargura de la hiel que se dio a Jesús por ti en la cruz? 
   II. La glotonería produce efectos opuestos. Produce molicie al cuerpo, enerva el espíritu y nos hace incapaces de elevarnos a Dios por la oración. Por eso, los santos se dedicaron, desde el comienzo de su conversión, a atacar virtuosamente este vicio mediante continuos ayunos. Sabían que si el ayuno no es la perfección de la virtud, es la base y la santificación de todas la virtudes. (San Jerónimo).
   III. A fin de desprenderse de la glotonería y adquirir la sobriedad, sabe que es necesaria poca cosa para sostener las fuerzas corporales, y que nada hay más contrario a la salud que los excesos en la mesa. Acuérdate del ayuno de Jesucristo; piensa en los rigurosos ayunos que observaron tantos santos. ¡Que! ¿preciso será que alimentes con tanta delicadeza a este cuerpo que debe ser muy pronto el alimento de los gusanos, mientras desprecias a tu alma que es inmortal? Nos alimentamos, engordamos nuestro cuerpo, y descuidamos nuestra alma. (San Crisóstomo)
 
La sobriedad
Orad por la paz.
 
ORACIÓN
   Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Maglorio, vuestro confesor y pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S. Amén.

  • * Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

VIERNES DE LA VIGÉSIMA NOVENA SEMANA


PRIMERA LECTURA
¿Quién me librará de este ser mío, presa de la muerte?
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 7, 18-25a
Hermanos: Sé muy bien que no es bueno eso que habita en mí, es decir, en mis bajos instintos; porque el querer lo bueno lo tengo a mano, pero el hacerlo, no.
El bien que quiero hacer no lo hago; el mal que no quiero hacer, eso es lo que hago.
Entonces, si hago precisamente lo que no quiero, señal que no soy yo el que actúa, sino el pecado que llevo dentro.
Cuando quiero hacer lo bueno, me encuentro inevitablemente con lo malo en las manos.
En mi interior me complazco en la ley de Dios, pero percibo en mi cuerpo un principio diferente que guerrea contra la ley que aprueba mi razón, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mi cuerpo.
¡Desgraciado de mí! ¿Quién me librará de este ser mío presa de la muerte? Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, y le doy gracias.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 118, 66. 68. 76. 77. 93. 94
V/. Instrúyeme, Señor, en tus leyes.
R/. Instrúyeme, Señor, en tus leyes.

V/. Enséñame a gustar y a comprender, porque me fio de tus mandatos. R/.

V/. Tú eres bueno y haces el bien; instrúyeme en tus leyes. R/.

V/. Que tu bondad me consuele, según la promesa hecha a tu siervo. R/.

V/. Cuando me alcance tu compasión, viviré, y mis delicias serán tu voluntad. R/.

V/. Jamás olvidaré tus decretos, pues con ellos me diste vida. R/.

V/. Soy tuyo, sálvame, que yo consulto tus leyes. R/.


EVANGELIO
Si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente?

+Lectura del santo Evangelio según San Lucas 12, 54-59

En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: Cuando veis subir una nube por el poniente, decís enseguida: «Chaparrón tenemos» , y así sucede.
Cuando sopla el sur decís: «Va a hacer bochorno» , y lo hace.
Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer? Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez y el juez te entregue al guardia y el guardia te meta en la cárcel.
Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo.
 


Palabra del Señor.