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11 de febrero
En cuanto a mí de nada me gloriaré,
sino de
mis flaquezas.(2 Cor. 12, 5).
El 11 de febrero de 1858, la Santísima Virgen
dignóse mostrarse por primera vez a Santa Bernardita Soubirous; la última
aparición tuvo lugar el 16 de julio de ese mismo año. Desde entonces, las
peregrinaciones se han sucedido procedentes de todas las partes del mundo, y, en
multitud, los enfermos han acudido a implorar a María Inmaculada. Muchos han
obtenido una milagrosa curación, muchos otros han recibido la gracia de soportar
sus padecimientos con espíritu de fe, y de ofrecerlos a Díos.
I. La enfermedad es un presente de Dios,
que, a menudo, nos es más útil que la salud. Dios tiene sus designios cuando nos
envía una enfermedad: quiere castigarnos por nuestros pecados, o apartarnos de
ellos, o bien ejercitar nuestra paciencia y darnos ocasión de adquirir méritos.
Si seriamente buscases la razón de tus sufrimientos, encontrarías que Dios
quiere acosarte para que renuncies a tus vicios y lleves una vida más santa.
No nos quejemos de nuestras enfermedades, ellas pueden ser para nosotros
fuente de grandes virtudes. (Salviano).
II. Sufre pacientemente los dolores de tu
enfermedad, súfrelos de buena gana y por el amor de Dios. Mas, como Dios te
impone el deber de velar por tu salud, recurre a los medios humanos. Sigue las
prescripciones del médico y obedece a los que te cuidan. El que sufre tiene
muchas ocasiones de practicar la virtud: aprovecha diligentemente estas
ocasiones.
III. No murmures, no te impacientes; persuádete
de que estás en tu lecho como en una cruz, y mira con qué paciencia sufrió Jesús
en la suya. Para imitarlo, piensa en todos los pobres enfermos abandonados y en
los suplicios de las almas del purgatorio; y recuerda que en las adversidades y
en los sufrimientos es donde se reconoce al hombre virtuoso. En la
adversidad, el pecador se queja, y su impaciencia se derrama en blasfemias; el
justo sufre con paciencia. (San Cipriano).
La paciencia
Orad por los enfermos.
ORACIÓN
Oh Dios, que por la Inmaculada
Concepción de la Virgen, habéis preparado un digno santuario a vuestro Hijo,
concedednos os suplicamos, que, celebrando la Aparición de María Santísima,
obtengamos la salud del alma y del cuerpo. Por J. C. N. S. Amén.
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