sábado, 22 de septiembre de 2012

DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO



PRIMERA LECTURA
Lo condenaremos a muerte ignominiosa
Lectura del libro de la Sabiduría 2, 17-20
Se dijeron los impíos:
«Acechemos al justo,
veamos si sus palabras son verdaderas,
comprobando el desenlace de su vida.
Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará
y lo librará del poder de sus enemigos;
lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura,
para comprobar su moderación
y apreciar su paciencia;
lo condenaremos a muerte ignominiosa,
pues dice que hay quien se ocupa de él.»
Palabra de Dios.

Salmo responsorial   Sal 53, 3-4. 5. 6 y 8  (R.: 6 b)
R. El Señor sostiene mi vida.
Oh Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.
Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras. R.
Porque unos insolentes se alzan contra mí,
y hombres violentos me persiguen a muerte,
sin tener presente a Dios. R.
Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
dando gracias a tu nombre, que es bueno. R.

SEGUNDA LECTURA
Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia
Lectura de la carta del apóstol Santiago 3, 16-4, 3
Queridos hermanos:
Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda cla­se de males.
La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, ade­más, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de miseri­cordia y buenas obras, constante, sincera.
Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia.
¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vo­sotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra.
No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pe­dís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones.
Palabra de Dios.

Aleluya Cf. 2 Ts 2, 14
Dios nos llamó por medio del Evangelio, para que sea nuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo.

EVANGELIO
El Hijo del hombre va a ser entregado. Quien quiera ser el primero, que sea el servidor de todos
+Lectura del santo evangelio según san Marcos 9, 30-37
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se entera­se, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía:
– «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.»
Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó:
–«¿De qué discutíais por el camino?»
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
–«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
– «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»
Palabra del Señor.

SÁBADO DE LA VIGÉSIMA CUARTA SEMANA


 

PRIMERA LECTURA

Se siembra lo corruptible, resucita incorruptible

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 15, 35-37. 42-49

Hermanos:
Alguno preguntará: ¿Y cómo resucitan los muertos?
¿Qué clase de cuerpo traerán?
Tonto, lo que tú siembras no recibe vida si antes no muere.
Y al sembrar, no siembras lo mismo que va a brotar después,
sino un simple grano, de trigo, por ejemplo, o de otra planta.
Igual pasa en la resurrección de los muertos:
se siembra lo corruptible, resucita incorruptible;
se siembra lo miserable, resucita glorioso;
se siembra lo débil, resucita fuerte;
se siembra un cuerpo animal, resucita cuerpo espiritual.
Si hay cuerpo animal, lo hay también espiritual.
En efecto, así es como dice la Escritura:
«El primer hombre, Adán, se convirtió en ser vivo».
El último Adán, en espíritu que da vida.
El espíritu no fue lo primero:
primero vino la vida y después el espíritu.
El primer hombre, hecho de tierra, era terreno;
el segundo hombre es del cielo.
Pues igual que el terreno son los hombres terrenos;
igual que el celestial son los hombres celestiales.
Nosotros, que somos imagen del hombre terreno,
seremos también imagen del hombre celestial.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 55, 10. 11-12. 13. 14

R.  Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida.
Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco,
y así sabré que eres mi Dios. R.
En Dios, cuya promesa alabo,
en el Señor, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo:
¿qué podrá hacerme un hombre? R.
Te debo, Dios mío, los votos que hice,
los cumpliré con acción de gracias:
porque libraste mi alma de la muerte,
mis pies, de la caída;
para que camine en presencia de Dios
a la luz de la vida. R.

EVANGELIO

Lo de la tierra buena son los que escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando

+ Lectura del santo Evangelio según San Lucas 8, 4-15

En aquel tiempo, se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo.
Entonces les dijo esta parábola:
–Salió el sembrador a sembrar su semilla.
Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron.
Otro poco cayó en terreno pedregoso, y, al crecer, se secó por falta de humedad.
Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron.
El resto cayó en tierra buena, y, al crecer, dio fruto al ciento por uno.
Dicho esto, exclamó:
–El que tenga oídos para oír, que oiga.
Entonces le preguntaron los discípulos:
–¿Qué significa esa parábola?
El les respondió:
–A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del Reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan.
El sentido de la parábola es éste:
La semilla es la Palabra de Dios.
Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.
Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la Palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan.
Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran.
Lo de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la Palabra, la guardan y dan fruto perseverando.
Palabra del Señor.