jueves, 16 de agosto de 2012

SAN ESTEBAN, Rey de Hungría


16 de agosto
 SAN ESTEBAN, 
Rey de Hungría



Quien es justo justifíquese más,
y quien es santo santifíquese más.
(Apocalipsis. 22, 11).

   San Esteban, duque de Hungría en el año 997, combatió victoriosamente, aun a mano armada, contra la rebeldía, la idolatría y la esclavitud en sus Estados, y dio ejemplo a sus súbditos de todas las virtudes. Una gran parte de las noches pasábala orando y meditando, y, para con los pobres, mostraba una gran generosidad verdaderamente real hasta llegar a vender su vajilla para socorrerlos. Recibió la corona real del Papa Silvestre II, y dividió su reino en once diócesis, después de haber llamado a él a una cantidad de clérigos y monjes. Este rey apóstol, para favorecer las relaciones entre los pueblos, fundó hospitales con monasterios en Jerusalén, Constantinopla, Roma y Ravena. Una madre cristiana, Gisela de Baviera, lo había formado. De noche, iba de incógnito a los hospitales y prestaba a los enfermos los más humildes servicios. Consagró su reino a la Madre de Dios, y la Virgen, en retorno, lo llamó al cielo el día de su gloriosa Asunción, en 1038.

MEDITACIÓN SOBRE LA JUSTICIA 

   I. Temed la justicia de Dios; será terrible en el otro mundo. Ahora la misericordia le ata las manos, pero entonces habrá pasado el tiempo de la misericordia, y Dios nos juzgará en todo el rigor de su justicia. ¿Qué será de mí, Señor, si de tal modo me juzgáis? ¡Ah! es preciso que sea yo mismo mi juez, y que me condene a hacer penitencia de mis pecados en este mundo; porque Vos me indultaréis, si yo me castigo a mí mismo.Cuanto menos te perdones a ti mismo, tanto más te perdonará Dios. (Tertuliano).

   II. Cuando hables de los demás, sé justo con ellos; habla de lo que les concierne como de lo que te toca a ti mismo. Al oírte, diríase que todo lo que tú haces es excelente, y que todo lo que hacen los demás deja mucho que desear. Mucha injusticia hay y poquísima caridad en la comparación que haces de tus acciones con las de tu prójimo.

   III. Trabaja por hacerte cada día más justo y más santo; olvídate del poco bien que hiciste, para no pensar sino en los pecados que cometiste. Considera cuán alejado estás todavía de la santidad de Jesucristo y de los elegidos; compara también tu vida con la de tantas santas almas que conoces, y te humillarás viendo el camino que te queda por recorrer para llegar a la santidad. Pon manos a la obra con valentía. No avanzar es retroceder; porque nada queda estacionario en esta vida. (San Bernardo).

La justicia 
Orad por la Iglesia en Hungría.

ORACIÓN
   Conceded a vuestra Iglesia, oh Dios omnipotente, que después de haber tenido al bienaventurado Esteban, vuestro confesor, como su propagador durante su reinado terrenal, merezca ella encontrar en él un glorioso defensor en el cielo. Por J. C. N. S. Amén.

JUEVES DE LA DECIMONOVENA SEMANA




PRIMERA LECTURA
Emigra a la luz del día, a la vista de todos
Lectura del Profeta Ezequiel 12, 1-12
Me vino esta palabra del Señor:
–Hijo de Adán, vives en la Casa Rebelde:
tienen ojos para ver, y no ven,
tienen oídos para oír, y no oyen,
pues son Casa Rebelde.
Tú, hijo de Adán, prepara el ajuar del destierro,
y emigra a la luz del día, a la vista de todos;
a la vista de todos emigra a otro lugar,
a ver si lo ven;
pues son Casa Rebelde.
Saca tu ajuar, como quien va al destierro,
a la luz del día, a la vista de todos;
y tú sal al atardecer, a la vista de todos,
como quien va al destierro.
A la vista de todos abre un boquete en el muro y saca por allí tu ajuar.
Cárgate al hombro el hatillo, a la vista de todos, sácalo en la oscuridad
tápate la cara, para no ver la tierra,
porque hago de ti una señal para la Casa de Israel.
Yo hice lo que me mandó:
saqué mi ajuar como quien va al destierro,
a la luz del día; al atardecer
abrí un boquete en el muro, lo saqué en la oscuridad,
me cargué al hombro el hatillo, a la vista de todos.
A la mañana siguiente me vino esta palabra del Señor:
–Hijo de Adán, ¿no te ha preguntado la Casa de Israel, la Casa Rebelde, qué es lo que hacías?
Pues respóndeles:
–Esto dice el Señor: Este oráculo contra Jerusalén va por el príncipe y por toda la Casa de Israel que vive allí. Di:
Soy señal para vosotros:
lo que yo he hecho lo tendrán que hacer ellos.
Irán cautivos al destierro.
El Príncipe que vive entre ellos se cargará al hombro el hatillo, abrirá un boquete en el muro para sacarlo, lo sacará en la oscuridad, y se tapará la cara para que no lo reconozcan.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 77, 56-57. 58-59. 61-62
R.  No olvidéis las acciones de Dios.
Tentaron a Dios Altísimo y se rebelaron,
negándose a guardar sus preceptos:
desertaron y traicionaron como sus padres,
fallaron como un arco engañoso. R.
Con sus altozanos lo irritaban,
con sus ídolos provocaban sus celos.
Dios lo oyó y se indignó,
y rechazó totalmente a Israel. R.
Abandonó sus valientes al cautiverio,
su orgullo, a las manos enemigas;
entregó su pueblo a la espada,
encolerizado contra su heredad. R.

EVANGELIO
No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete
+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo 18, 21 - 19,1
En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
–Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?
Jesús le contesta:
–No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Y les propuso esta parábola:
–Se parece el Reino de los Cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.
El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
–Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo.
El Señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios, y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo:
–Págame lo que me debes.
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo:
–Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré.
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:
–¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.
Cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.
Palabra del Señor.

SAN ROQUE, Confesor Laico


16 de agosto 
SAN ROQUE,
Confesor Laico


Se armará nación contra nación,  y un reino
contra otro reino; y habrá pestes, y hambres,
y terremotos en varios lugares.
(Mateo, 24, 7).
   
   
San Roque, después de la muerte de sus padres, que eran los señores de Montpellier, vendió sus bienes y distribuyó su precio entre los pobres. Habiéndose declarado una peste en Italia, fue a este país para consagrarse a las víctimas del terrible flagelo. A un gran número curó con la señal de la cruz. Dios recompensó su abnegación curándolo a él mismo, por intermedio de un ángel, de una herida que había recibido. Cuando cayó enfermo en un bosque, todos los días recibió un pan que le traía un perro de un gentilhombre. De vuelta a Montpellier, fue tomado por espía y encarcelado. Permaneció así cinco años y murió en la cárcel a mediados del siglo XIV.

  MEDITACIÓN
SOBRE TRES AZOTES DE DIOS

   I. La peste, la guerra y el hambre son los tres flagelos de que Dios acostumbra servirse para castigar a los hombres y recordarles sus deberes. Si Dios te envía estos azotes o alguna otra aflicción, di lo que decía San Lupa al rey Atila, azote de Dios: "Sed bienvenido, os deseábamos". Nos dejamos corromper por la prosperidad, y Dios, para corregirnos, nos envía adversidades.

   II. Dios golpea al que ama: a menudo lo visita mediante las enfermedades, las humillaciones y los reveses de fortuna, a fin de desasirlo de las creaturas. Lo prueba con el fuego de la tribulación, como al oro en el crisol. Él conmuta los rigurosos suplicios del purgatorio con aflicciones. Después de esto, oh Dios mío, ¿me quejaré yo de los sufrimientos que Vos me enviáis?

   III. Los malvados, por el contrario, gozan de toda clase de prosperidades. Las riquezas, los placeres y los honores por todas partes los rodean. No os asombréis de esto, tienen su paraíso en este mundo. Dios, que es justo y que nada deja sin recompensa, les da bienes en esta vida para recompensarlos por algunas buenas acciones que han realizado. ¡Pobres desgraciados! ¡os alegráis de vuestra prosperidad, y no veis que ella es para vosotros señal de reprobación! Es una señal de la cólera de Dios, que el pecador no sea castigado aquí abajo, si no lo hace en este mundo, es para castigarlo en el otro. (San Bernardo).

La paciencia
Orad por
 los enfermos.

ORACIÓN   
   Señor, os lo suplicamos, rodead sin cesar a vuestro pueblo con vuestra misericordiosa protección, y, en vista de los méritos del bienaventurado Roque, preservadlo de todo contagio, tanto de cuerpo como de alma. Por J. C. N. S. Amén.