jueves, 19 de septiembre de 2024

SAN JENARO, Obispo y sus COMPAÑEROS, Mártires


19 de septiembre
SAN JENARO, Obispo 
  y sus compañeros, Mártires
No sé de dónde sois, apartaos de Mí, todos vosotros
obradores de iniquidad. Allí será el llanto
 

y el rechinar de dientes.
(Lucas, 13, 27-28).

   San Jenaro, noble napolitano, obispo de Benevento, fue arrojado a una hoguera, pero las llamas no le hicieron ningún mal. Se puso a cantar las alabanzas de Dios, y los ángeles le respondieron en armonioso concierto. Fue torturado y después expuesto, en vano, a los leones, y, por último, condenado a muerte. Apenas el juez había pronunciado su sentencia cuando quedó ciego; pero San Jenaro le devolvió la vista y, por este milagro, convirtió a cinco mil paganos. Irritado el tirano de ver que esta multitud. renunciaba a los ídolos, condenó a su benefactor a ser decapitado, hacia el año 305.

   Festo, diácono, y Desiderio, lector, participaron de su martirio y de su gloria.

MEDITACIÓN
TRES CONSIDE
RACIONES
SOBRE EL INFIERNO

   I. El fuego que tortura a los condenados es un fuego ardiente, pero sin luz; éstas son las tinieblas exteriores de que habla el Evangelio. En estas tinieblas se encontrarán todos los males imaginables, sin mezcla de bien alguno. Piensa en todos los suplicios que han sufrido los mártires, en los dolores que causan las enfermedades más crueles, y después de esto di: El Infierno es todavía algo más espantoso que todos estos tormentos. Sería preciso concebir la omnipotencia de Dios y la malicia del pecado, para comprender la grandeza de los suplicios del infierno. El fuego del infierno es el tesoro de la cólera de Dios. (Tertuliano)

   II. Represéntate a los miserables a quienes en estas llamas atormentan los demonios. Escucha sus quejas, sus lamentos, sus horribles blasfemias. Piensa en el nauseabundo olor que respiran, en la hiel en que se abrevan, en el fuego que penetra todos sus huesos. ¿Será posible que uno se exponga a estos sufrimientos por el placer de un momento?

   III. La memoria de los condenados les representará los miserables placeres que causaron su pérdida, y lo poco que les hubiera bastado para salvarse. Su inteligencia concebirá entonces la grandeza del bien que han perdido y del mal en el que se han precipitado. Su voluntad quedará para siempre obstinada en el mal; querrán morir para no sufrir más; ni siquiera habrá muerte ya. Hagamos penitencia, ahora que todavía es el tiempo de ello. Tarde será arrepentirnos frente al fuego del infierno, que penetrará hasta la médula de nuestros huesos, hasta nuestros pensamientos.(Eusebio).

El pensamiento del infierno - Orad
por las almas del Purgatorio.

ORACIÓN
    Oh Dios, que cada año nos proporcionáis un nuevo motivo de gozo con la solemnidad de vuestros santos mártires Jenaro y sus compañeros, haced, en vuestra bondad, que regocijándonos con sus méritos, sintamos inflamarse nuestra piedad ante el espectáculo de sus virtudes. Por J. C. N. S. Amén

JUEVES DE LA VIGÉSIMA CUARTA SEMANA

PRIMERA LECTURA
Esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído
Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 15, 1-11
Hermanos: Os recuerdo el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, si es que conserváis el Evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado vuestra adhesión a la fe.
Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los Apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí.
Porque yo soy el menor de los Apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios.
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy y su gracia no se ha frustrado en mí.
Antes bien, he trabajado más que todos ellos.
Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo.
Pues bien; tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 1 17, 1-2. 16ab-17, 28
V/. Dad gracias al Señor porque es bueno.
R/. Dad gracias al Señor porque es bueno.

V/. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. R/.

V/. La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. R/.

V/. Tú eres mi Dios, te doy gracias, Dios mío, yo te ensalzo. R/.


EVANGELIO
Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor

+Lectura del santo Evangelio según San Lucas 7, 36-50

En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él.
Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa.
Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume, y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume.
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado, se dijo: Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora.
Jesús tomó la palabra y le dijo: Simón, tengo algo que decirte.
El respondió: Dímelo, maestro.
Jesús le dijo: Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta.
Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos.
¿Cuál de los dos lo amará más? Simón contestó: Supongo que aquel a quien le perdonó más.
Jesús le dijo: Has juzgado rectamente.
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella en cambio me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo.
Tú no me besaste; ella en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies.
Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella en cambio me ha ungido los pies con perfume.
Por eso te digo, sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor: pero al que poco se le perdona, poco ama.
Y a ella le dijo: Tus pecados están perdonados.
Los demás convidados empezaron a decir entre sí: ¿Quién es éste, que hasta perdona pecados? Pero Jesús dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vete en paz.

Palabra del Señor.