martes, 9 de abril de 2024

SANTA CASILDA, Virgen



9 de abril
SANTA CASILDA,
 
Virgen
Os doy un nuevo mandamiento, y es: Que os améis
unos a otros, como yo os he amado.
(Juan, 13, 34).

   Santa Casilda llevaba comida a los cristianos que el rey, su padre, tenía prisioneros. Un día la encontró camino de la prisión, y le preguntó qué llevaba. Rosas, respondió Casilda y, extendiendo su delantal, aparecieron en él, en vez de alimento, hermosísimas rosas. Consiguió de su padre que la llevaran a tomar baños en el lago San Vicente, para curarse de una enfermedad que padecía, e hizo edificar, a orillas de este lago, una ermita en la que pasó el resto de sus días. Murió hacia el año 1050.
    
  MEDITACIÓN
HEMOS DE AMAR AL PRÓJIMO
COMO JESUCRISTO
NOS AMÓ A NOSOTROS

   I. Jesús nos ama más que a todas las otras creaturas, porque para salvarnos hizo lo que no hubiera hecho para impedir la ruina del cielo y de la tierra. Del mismo modo, ama a tu prójimo más que a tus riquezas, más que a tus placeres, más que a tus intereses; sacrifica todo lo que poseas para aliviar sus penas y proveer a sus necesidades. ¿Es esto lo que  has hecho hasta ahora?
   II. Jesucristo nos ha amado aun cuando más cruelmente lo ultrajábamos: sigamos su ejemplo y amemos a los que nos aborrecen y nos hacen mal. Fácil es amar a los que nos hacen bien; nos inclina a ello la naturaleza, nos invita el interés, en fin, los mismos paganos nos dan ejemplo. Pero es patrimonio sólo del cristiano amar a los enemigos, amarlos porque Jesucristo lo manda. Examina el fondo de tu corazón: ¿amas sinceramente a los que te han disgustado?
   III. Jesucristo nos amó a fin de salvar nuestras almas; nos testimonió su amor enseñándonos el camino de la salvación y andando por él antes que nosotros. Haz lo mismo con tu prójimo según tus fuerzas. Es el mayor servicio que puedes prestarle, y el mayor gusto que puedes dar a Jesucristo. Saca a ese pecador de las ocasiones peligrosas, instrúyelo, aconséjalo, ruega a Dios por él. ¡Qué feliz serías si, a costa de todos tus bienes y de tu vida misma, pudieses ganar para Jesucristo un alma redimida por el precio de su sangre! Se obró esta redención a precio tan elevado, que parece que el hombre vale tanto como Dios. (San Hilario de Arlés).

El celo por la salvación de las almas
Orad por la conversión de los pecadores.

ORACIÓN
   Escuchadnos, oh Dios Salvador nuestro, y haced que la fiesta de Santa Casilda, al tiempo que regocija nuestra alma la enriquezca de sentimientos de tierna devoción. Por J. C. N. S.

MARTES DE LA SEGUNDA SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA
Todos pensaban y sentían lo mismo
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4, 32-37
En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía.
Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.
José, a quien los apóstoles apellidaron Bernabé, que significa Consolado, que era levita y natural de Chipre, tenía un campo y lo vendió; llevó el dinero y lo puso a disposición de los apóstoles.
Palabra de Dios.


Salmo responsorial Sal 92, 1ab. 1c-2. 5 (R/.: 1a)
R/. El Señor reina, vestido de majestad.
O bien:
Aleluya.

El Señor reina, vestido de majestad, el Señor, vestido y ceñido de poder. R/.

Así está firme el orbe y no vacila. Tu trono está firme desde siempre, y tú eres eterno. R/.

Tus mandatos son fieles y seguros; la santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término. R/.


Aleluya Jn 3,1 5
El Hijo del hombre tiene que ser elevado, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

EVANGELIO
Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo,
el Hijo del hombre
 +Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 5a. 7b-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
—«Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu.»
Nicodemo le preguntó:
—«¿Cómo puede suceder eso?»
Le contestó Jesús:
—«Y tú, el maestro de Israel, ¿no lo entiendes? Te lo aseguro, de lo que sabemos hablamos; de lo que hemos visto damos testimonio, y no aceptáis nuestro testimonio. Si no creéis cuando os hablo de la tierra, ¿cómo creeréis cuando os hable del cielo? Porque nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.»
Palabra del Señor.