jueves, 27 de febrero de 2025

SAN GABRIEL DE LA DOLOROSA, Confesor

27 de febrero

SAN GABRIEL DE LA DOLOROSA,
Confesor


   San Gabriel de la Dolorosa, en el siglo Francesco Possenti, nació en Asís el 1 Marzo 1838 en una aristocrática y numerosa familia. Su padre, que era el gobernador del Estado Pontificio le dio una educación cultural y social muy completa. Las crónicas describen al Santo como un joven de buen aspecto, brillante en sociedad y muy culto.
   A los dieciocho años, a consecuencia de una visión donde la Virgen lo invitó a hacerse religioso, entró como novicio en el convento de los Pasionistas de Morrovalle (MC), y después de haber cumplido los estudio filosóficos en Pievetorina (MC) en el 1859 llegó a la Isla de el Gran Sasso, para completar, en aquel retiro, su preparación teológica antes de ser ordenado sacerdote. En el convento se distinguió por su devoción y bondad de animo. Hacía oración horas enteras delante al crucifijo y tenía una especial devoción por la Virgen de los siete dolores a quien había dedicado su vida religiosa. Se enfermó de tuberculosis y murió el 27 de Febrero del 1862. Fue sepultado en la fosa común de los religiosos, en la capilla del Convento.
   La fama de su santidad se difundió en los pueblos circundantes y su tumba pronto se convirtió en lugar de peregrinaje. Se le atribuyen numerosos milagros y curaciones prodigiosas. En el año 1892 se introdujo la causa de su beatificación, siendo canonizado en el año 1920. 
 
ORACIÓN
   Oh Dios, que enseñaste a San Gabriel la asidua meditación de los dolores de tu dulcísima Madre, y que por Ella le sublimaste con la gloria de la santidad y de los milagros: danos por su intercesión y su ejemplo, asociarnos de tal modo al llanto de la Madre de Dios que nos salvemos por su maternal protección. Por J. C. N. S.  Amén 

JUEVES DE LA SÉPTIMA SEMANA


PRIMERA LECTURA
No tardes en volverte al Señor
Lectura del libro del Eclesiástico 5, 1-10
No confíes en tus riquezas ni digas: «Soy poderoso» ;  no confíes en tus fuerzas para seguir tus caminos; no sigas tus antojos y codicias ni camines según tus pasiones.
No digas: ¿quién me podrá?, porque el Señor te exigirá cuentas; no digas: «he pecado y nada malo me ha sucedido», porque él es un Dios paciente; no digas: «el Señor es compasivo y borrará todas mis culpas».
No te fíes de su perdón para añadir culpas a culpas, pensando: «es grande su compasión y perdonará mis muchas culpas» ; porque tiene compasión y cólera, y su ira recae sobre los malvados.
No tardes en volverte a él ni des largas de un día para otro; porque su furor brota de repente, y el día de la venganza perecerás.
No confíes en riquezas injustas, que no te servirán el día de la ira.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6
V/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
R/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

V/. Dichoso el hombre que no sigue 
el consejo de los impíos; 
ni entra por la senda de los pecadores, 
ni se sienta en la reunión de los cínicos.
sino que su gozo es la ley del Señor, 
y medita su ley día y noche. R/.

V/. Será como un árbol
plantado al borde de la acequia: 
da fruto en su sazón,
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.

V/. No así los impíos, no así: 
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos, 
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.


EVANGELIO
Más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al abismo

+Lectura del santo Evangelio según San Marcos 9, 40-49

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: El que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa.
El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar.
Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al abismo, al fuego que no se apaga.
Y si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al abismo.
Y si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al abismo, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
Todos serán salados a fuego.
Buena es la sal; pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la sazonaréis ? Repartíos la sal y vivid en paz unos con otros.

Palabra del Señor.