sábado, 25 de mayo de 2024

SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD


Domingo después de Pentecostés
SOLEMNIDAD
DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

PRIMERA LECTURA
El Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo,
y aquí abajo en la tierra; no hay otro
Lectura del libro del Deuteronomio 4, 32-34. 39-40
Moisés habló al pueblo, diciendo:
—«Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos?
Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre.»
Palabra de Dios.

Salmo responsorial 32, 4-5. 6 y 9. 18-19. 20 y 22 (R/.: 12b)
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

La palabra del Señor es sincera, 
y todas sus acciones son leales; 
él ama la justicia y el derecho, 
y su misericordia llena la tierra. R/.

La palabra del Señor hizo el cielo; 
el aliento de su boca, sus ejércitos, 
porque él lo dijo, y existió, 
él lo mandó, y surgió. R/.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, 
en los que esperan en su misericordia, 
para librar sus vidas de la muerte 
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.

Nosotros aguardamos al Señor: 
él es nuestro auxilio y escudo; 
que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, 
como lo esperamos de ti. R/.

SEGUNDA LECTURA
Habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos,
que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre)
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 14-17
Hermanos:
Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios.
Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre).
Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.
Palabra de Dios.

Aleluya Ap 1, 8
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
al Dios que es, que era y que viene.

EVANGELIO
Bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
 +Lectura del santo evangelio según san Mateo 28, 16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
—«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»
Palabra del Señor.

SANTA MARÍA MAGDALENA DE PAZZI, Virgen




25 de Mayo
SANTA MARÍA
MAGDALENA DE PAZZI,

Virgen

 Si alguno quiere venir en pos de Mí,
que se renuncie a sí mismo,  que tome su cruz cada día y que me siga.
(Lucas, 9, 23).


   Santa María Magdalena de Pazzi, aun en la flor de la edad, obtuvo, a fuerza de insistencia, de sus padres, el permiso para entrar en el monasterio de las carmelitas de Florencia. Mostró, desde el comienzo, una virtud consumada. Tan admirable era su oración, que pasaba a veces ocho días en éxtasis. Éstas y otras gracias extraordinarias fueron tachadas de ilusiones, y la santa fue sometida, durante cinco años enteros, a las más rudas pruebas. Finalmente, Dios devolvióle la calma y la consoló con su divina presencia. Recibió el don de milagros y de profecía, y murió en el año 1607, a la edad de 41 años.

SAN BEDA, Confesor

25 de Mayo
SAN BEDA,
Confesor
 Si alguno me ama, observará mi palabra, 
y mi Padre lo amará, y vendremos a él
y haremos en él nuestra morada.(Juan, 14, 23).

   San Beda, apodado el Venerable, desde la edad de siete años fue confiado a San Benito Biscopio para que él lo educara. Fuera del tiempo del Oficio divino, plúgole siempre estudiar, enseñar o escribir, dedicándose sobre todo a la composición de comentarios sobre las Sagradas Escrituras. El día de su muerte, el niño que le servía de secretario le recordó que aún le faltaba componer una frase para acabar su tratado sobre el Evangelio de San Juan. Dictóla el santo y, terminada su obra, recitando el Gloria Patri expiró. Corría el año 735.

SÁBADO DE LA SÉPTIMA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA
Mucho puede hacer la oración del justo

Lectura de la carta del Apóstol Santiago 5, 13-20

Queridos hermanos: ¿Sufre alguno de vosotros? Rece.
¿Está alegre alguno? Cante cánticos.
Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, y que recen sobre él, después de ungirlo con óleo, en el nombre del Señor.
Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo curará, y, si ha cometido pecado, lo perdonará.
Así, pues, confesaos los pecados unos a otros, y rezad unos por otros, para que os curéis.
Mucho puede hacer la oración del justo.
Elías, que era un hombre de la misma condición que nosotros, oró fervorosamente para que no lloviese; y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses.
Luego volvió a orar, y el cielo derramó lluvia y la tierra produjo sus frutos.
Hermanos míos, si alguno de vosotros se desvía de la verdad y otro lo encamina, sabed que uno que convierte al pecador de su extravío, se salvará de la muerte y sepultará un sinfín de pecados.
Palabra de Dios
 
Salmo responsorial Sal 140, 1-2. 3 y 8.
V/. Suba mi oración como incienso en tu presencia, Señor.
R/. Suba mi oración como incienso en tu presencia, Señor.
V/. Señor, te estoy llamando, ven deprisa, escucha mi voz cuando te llamo.
Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde. R/.
V/. Coloca, Señor, una guardia en mi boca, un centinela a la puerta de mis labios.
Señor, mis ojos están vueltos a ti, en ti me refugio, no me dejes indefenso. R/.

EVANGELIO
El que no acepte el Reino de Dios como un niño, no entrará en él

+Lectura del santo Evangelio según San Marcos 10, 13-16

En aquel tiempo, presentaron a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el Reino de Dios.
Os aseguro que el que no acepte el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.
Palabra del Señor