sábado, 16 de agosto de 2025

SAN ROQUE, Confesor laico



16 de agosto 
SAN ROQUE,
Confesor laico


Se armará nación contra nación,  y un reino
contra otro reino; y habrá pestes, y hambres,
y terremotos en varios lugares.
(Mateo, 24, 7).
   
   
San Roque, después de la muerte de sus padres, que eran los señores de Montpellier, vendió sus bienes y distribuyó su precio entre los pobres. Habiéndose declarado una peste en Italia, fue a este país para consagrarse a las víctimas del terrible flagelo. A un gran número curó con la señal de la cruz. Dios recompensó su abnegación curándolo a él mismo, por intermedio de un ángel, de una herida que había recibido. Cuando cayó enfermo en un bosque, todos los días recibió un pan que le traía un perro de un gentilhombre. De vuelta a Montpellier, fue tomado por espía y encarcelado. Permaneció así cinco años y murió en la cárcel a mediados del siglo XIV.


  MEDITACIÓN
SOBRE TRES AZOTES DE DIOS

   I. La peste, la guerra y el hambre son los tres flagelos de que Dios acostumbra servirse para castigar a los hombres y recordarles sus deberes. Si Dios te envía estos azotes o alguna otra aflicción, di lo que decía San Lupa al rey Atila, azote de Dios: "Sed bienvenido, os deseábamos". Nos dejamos corromper por la prosperidad, y Dios, para corregirnos, nos envía adversidades.

   II. Dios golpea al que ama: a menudo lo visita mediante las enfermedades, las humillaciones y los reveses de fortuna, a fin de desasirlo de las creaturas. Lo prueba con el fuego de la tribulación, como al oro en el crisol. Él conmuta los rigurosos suplicios del purgatorio con aflicciones. Después de esto, oh Dios mío, ¿me quejaré yo de los sufrimientos que Vos me enviáis?

   III. Los malvados, por el contrario, gozan de toda clase de prosperidades. Las riquezas, los placeres y los honores por todas partes los rodean. No os asombréis de esto, tienen su paraíso en este mundo. Dios, que es justo y que nada deja sin recompensa, les da bienes en esta vida para recompensarlos por algunas buenas acciones que han realizado. ¡Pobres desgraciados! ¡os alegráis de vuestra prosperidad, y no veis que ella es para vosotros señal de reprobación! Es una señal de la cólera de Dios, que el pecador no sea castigado aquí abajo, si no lo hace en este mundo, es para castigarlo en el otro. (San Bernardo).

La paciencia
Orad por
 los enfermos.

ORACIÓN   


   Señor, os lo suplicamos, rodead sin cesar a vuestro pueblo con vuestra misericordiosa protección, y, en vista de los méritos del bienaventurado Roque, preservadlo de todo contagio, tanto de cuerpo como de alma. Por J. C. N. S. Amén.

SAN ESTEBAN, Rey de Hungría

16 de agosto
SAN ESTEBAN, 
Rey de Hungría
Quien es justo justifíquese más,
y quien es santo santifíquese más.
(Apocalipsis. 22, 11).

   San Esteban, duque de Hungría en el año 997, combatió victoriosamente, aun a mano armada, contra la rebeldía, la idolatría y la esclavitud en sus Estados, y dio ejemplo a sus súbditos de todas las virtudes. Una gran parte de las noches pasábala orando y meditando, y, para con los pobres, mostraba una gran generosidad verdaderamente real hasta llegar a vender su vajilla para socorrerlos. Recibió la corona real del Papa Silvestre II, y dividió su reino en once diócesis, después de haber llamado a él a una cantidad de clérigos y monjes. Este rey apóstol, para favorecer las relaciones entre los pueblos, fundó hospitales con monasterios en Jerusalén, Constantinopla, Roma y Ravena. Una madre cristiana, Gisela de Baviera, lo había formado. De noche, iba de incógnito a los hospitales y prestaba a los enfermos los más humildes servicios. Consagró su reino a la Madre de Dios, y la Virgen, en retorno, lo llamó al cielo el día de su gloriosa Asunción, en 1038.


MEDITACIÓN SOBRE LA JUSTICIA 

   I. Temed la justicia de Dios; será terrible en el otro mundo. Ahora la misericordia le ata las manos, pero entonces habrá pasado el tiempo de la misericordia, y Dios nos juzgará en todo el rigor de su justicia. ¿Qué será de mí, Señor, si de tal modo me juzgáis? ¡Ah! es preciso que sea yo mismo mi juez, y que me condene a hacer penitencia de mis pecados en este mundo; porque Vos me indultaréis, si yo me castigo a mí mismo. Cuanto menos te perdones a ti mismo, tanto más te perdonará Dios. (Tertuliano).

   II. Cuando hables de los demás, sé justo con ellos; habla de lo que les concierne como de lo que te toca a ti mismo. Al oírte, diríase que todo lo que tú haces es excelente, y que todo lo que hacen los demás deja mucho que desear. Mucha injusticia hay y poquísima caridad en la comparación que haces de tus acciones con las de tu prójimo.

   III. Trabaja por hacerte cada día más justo y más santo; olvídate del poco bien que hiciste, para no pensar sino en los pecados que cometiste. Considera cuán alejado estás todavía de la santidad de Jesucristo y de los elegidos; compara también tu vida con la de tantas santas almas que conoces, y te humillarás viendo el camino que te queda por recorrer para llegar a la santidad. Pon manos a la obra con valentía. No avanzar es retroceder; porque nada queda estacionario en esta vida. (San Bernardo).

La justicia 
Orad por la Iglesia en Hungría.

ORACIÓN


   Conceded a vuestra Iglesia, oh Dios omnipotente, que después de haber tenido al bienaventurado Esteban, vuestro confesor, como su propagador durante su reinado terrenal, merezca ella encontrar en él un glorioso defensor en el cielo. Por J. C. N. S. Amén. 

SÁBADO DE LA DECIMONOVENA SEMANA


PRIMERA LECTURA
Elegid hoy a quién queréis servir
Lectura del libro de Josué 24, 14-29
En aquellos días, Josué continuó hablando al pueblo:
«Pues bien: Temed al Señor; servidle con toda sinceridad; quitad de en medio los dioses a los que sirvieron vuestros padres al otro lado del río y en Egipto; y servid al Señor.
Y si os resulta duro servir al Señor, elegid hoy a quién queréis servir: a los dioses que sirvieron vuestros padres al otro lado del río, o a los dioses del los amorreos en cuyo país habitáis; que yo y mi casa serviremos al Señor».

El pueblo respondió: 
«¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para ir a servir a otros dioses! Porque el Señor nuestro Dios es quien nos sacó, a nosotros y a nuestros padres, de la esclavitud dé Egipto; quien hizo ante nuestros ojos aquellos grandes prodigios y nos guardó en todo nuestro peregrinar y entre todos los pueblos que atravesamos.
El Señor expulsó ante nosotros a los pueblos amorreos que habitaban el país.
También nosotros serviremos al Señor; ¡es nuestro Dios!».

Y Josué dijo al pueblo: 
 «No lograréis servir al Señor, porque es un Dios santo, un Dios celoso.
No perdonará vuestros delitos ni vuestros pecados. Si abandonáis al Señor y servís a dioses extranjeros, se volverá contra vosotros y, después de haberos tratado bien, os maltratará y os aniquilará».

El pueblo le respondió: 
«¡No! Serviremos al Señor».

Josué insistió: 
«Sois testigos contra vosotros mismos de que habéis elegido servir al Señor».

Respondieron: 
«¡Somos testigos! Pues bien, quitad de en medio los dioses extranjeros que conserváis, y poneos de parte del Señor Dios de Israel».

El pueblo respondió: 
«¡Serviremos al Señor nuestro Dios y le obedeceremos!».

Aquel día Josué selló el pacto con el pueblo, y les dio leyes y mandatos en Siquén.
Escribió las cláusulas en el Libro de la Ley de Dios, cogió una gran piedra, y la erigió allí, bajo la encina del santuario del Señor, y dijo a todo el pueblo: «Mirad esta piedra, que será testigo contra vosotros, porque ha oído todo lo que el Señor nos ha dicho.
Será testigo contra vosotros, para que no podáis renegar de vuestro Dios».

Luego despidió al pueblo, cada cual a su heredad.
Algún tiempo después murió Josué hijo de Nun, siervo del Señor, a la edad de ciento diez años.
Palabra de Dios.


Salmo responsorial Sal 15, 1-2a y 5. 7-8. 11.
V/. Tú eres, Señor, mi heredad.
R/. Tú eres, Señor, mi heredad.

V/. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi bien». 
El Señor es el lote de mi heredad y mi cáliz, 
mi suerte está en tu mano. R/.

V/. Bendeciré al Señor que me aconseja, 
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor, 
con él a mi derecha no vacilaré. R/.

V/. Me enseñarás el sendero de la vida, 
me saciarás de gozo en tu presencia, 
de alegría perpetua a tu derecha. R/.
 
EVANGELIO
No impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el Reino de los Cielos

+Lectura del santo Evangelio según San Mateo 19, 13-15

En aquel tiempo, le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y rezara por ellos, pero los discípulos les regañaban.
Jesús dijo: Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el Reino de los Cielos.
Les impuso las manos y se marchó de allí.

Palabra del Señor.