lunes, 30 de junio de 2014

Santos Protomártires de la Iglesia Romana (s. I)

Tanto el historiador pagano Tácito, en su obra Annales o Historiae –el primero de sus dos principales trabajos: la historia del Imperio romano desde el 69 hasta el asesinato del emperador Domiciano en el 96–, como el Papa Clemente, en su Carta a los Corintios,  testifican que muchos cristianos sufrieron martirio en medio de indecibles tormentos con la persecución desencadenada por el emperador Nerón después del incendio de Roma, en el año 64.

En ese verano hubo en la Ciudad que llaman Eterna un pavoroso incendio, posiblemente el mayor que ha conocido Roma a lo largo de su historia, a pesar de ser tan larga y de tanta guerra y saqueo, porque, según cuentan lenguas, aquel no fue ocasional, ni bélico; se debió al desenfrenado deseo lúdico de la maldad del loco que se hacía llamar ‘dios’ y deseaba tener motivo de inspiración poética digna de dioses.

Luego, para acallar los rumores populares y los ayes de la desgracia, desvió la responsabilidad soberana haciendo que las miradas se fijasen en una casta suficientemente odiada por el pueblo por sus desmesurados excesos, llamada vulgarmente como ‘los cristianos’.
El historiador pagano de los Anales refiere que «el autor de este nombre fue Cristo, el cual, imperando Tiberio, había sido ajusticiado por orden de Poncio Pilato, procurador de la Judea; y aunque por entonces se reprimió algún tanto aquella perniciosa superstición, tornaba otra vez a reverdecer, no solamente en Judea, origen de este mal, sino también en Roma».

«Fueron, pues, detenidos al principio los que profesaban públicamente esta religión, y después, por delaciones de aquellos, una multitud infinita, no tanto por el delito del incendio que se les imputaba, como por hallarse convictos de aborrecimiento al género humano. Añadióse a la justicia que se hizo de estos la burla y escarnio con que se les daba la muerte».

«A unos vestían de pellejos de fieras, para que de esta manera los despedazasen los perros; a otros ponían en cruces; a otros echaban sobre grandes rimeros de leña a los que pegaban fuego para que, ardiendo con ellos, sirviesen de alumbrar en las tinieblas de la noche».

Así se cuentan los hechos que hicieron tantos mártires cristianos anónimos, desconocidos. Aunque seguramente la mayor parte eran gente humilde, del pueblo, no es improbable que también se contaran importantes políticos, militares o ricos. No se sabe. Cierto es que Nerón empezó a castigar a los culpados de ser cristianos con todas las exquisiteces de tormentos inventadas hasta el momento. Y hasta es posible que la estupidez humana adquiriera cotas tan altas que justificara aquello como bueno. Fue por estos tiempos por los que testificaron al máximo el amor a Cristo Pedro y Pablo.

Fuente: Archidiócesis de Madrid

LUNES DE LA DECIMOTERCERA SEMANA

PRIMERA LECTURA
Oprimen contra el polvo la cabeza de los míseros

Lectura del Profeta Amós 2, 6-10. 13-16

Así dice el Señor: A Israel, por tres pecados, y por el cuarto, no le perdonaré.
Porque venden al justo por dinero, al pobre por un par de sandalias.
Oprimen contra el polvo la cabeza de los míseros y tuercen el camino de los indigentes.
Padre e hijo van juntos a una mujer, infamando mi nombre santo.
Se acuestan sobre ropas dejadas en fianza, junto a cualquier altar; beben vino de multas, en el templo de su Dios.
Yo destruí al amorreo al llegar ellos; era alto como los altos cedros, fuerte como las encinas.
Destruí por arriba el fruto, la raíz por abajo.
Yo os saqué de Egipto, os conduje por el desierto cuarenta años, para daros en posesión la tierra de los amorreos.
Mirad, yo os aplastaré en el suelo, como un carro lleno de gavillas.
El veloz no encontrará huida, el fuerte no conservará su fuerza, el soldado no salvará la vida.
El arquero no se mantendrá en pie, el hombre ágil no se escapará, el jinete no salvará la vida.
El fuerte y valiente entre los soldados huirá desnudo aquel día.
Oráculo del Señor.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 49, 16bc-17. 18-19. 20-21. 22-23.
V/. Atención, los que olvidáis a Dios.
R/. Atención, los que olvidáis a Dios.
V/. ¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza, tú que detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos? . R/.
V/. Cuando ves un ladrón, corres con él, te mezclas con los adúlteros; sueltas tu lengua para el mal, tu boca urde el engaño. R/.
V/. Te sientas a hablar contra tu hermano, deshonras al hijo de tu madre: esto haces, ¿y me voy a callar? ¿crees que soy como tú? Te acusaré, te lo echaré en cara. R/.
V/. Atención, los que olvidáis a Dios, no sea que os destroce sin remedio; el que me ofrece acción de gracias, ése me honra; al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios. R/.


EVANGELIO
Sígueme

+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo 8, 18-22

En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de atravesar a la otra orilla.
Se le acercó un letrado y le dijo: Maestro, te seguiré adonde vayas.
Jesús le respondió: Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.
Otro que era discípulo, le dijo: Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.
Jesús le replicó: Tú, sígueme.
Deja que los muertos entierren a sus muertos.

Palabra del Señor.