martes, 15 de abril de 2025

Beato Padre DAMIÁN DE MOLOKAI (José de Veuster), Apóstol de los Leprosos




 

Beato
Padre Damián de Molokai

(José de Veuster)
Apóstol de los Leprosos  

"Sé que voy a un perpetuo destierro, y que tarde o
temprano me contagiaré de la lepra. Pero ningún sacrificio
es demasiado grande si se hace por Cristo".


SU VIDA
Lo han llamado "el leproso voluntario", porque con tal de poder atender a los leprosos que estaban en total abandono, aceptó volverse leproso como ellos.

Lo beatificó el Papa Juan Pablo II en el año 1994.

El Padre Damián nació el 3 de enero de 1840, en Tremeloo, Bélgica.
De pequeño en la escuela ya gozaba haciendo como obras manuales, casitas como la de los misioneros en las selvas. Tenía ese deseo interior de ir un día a lejanas tierras a misionar.
 De joven fue arrollado por una carroza, y se levantó sin ninguna herida. El médico que lo revisó exclamó: "Este muchacho tiene energías para emprender trabajos muy grandes".
Un día siendo apenas de ocho años dispuso irse con su hermanita a vivir como ermitaños en un bosque solitario, a dedicarse a la oración. El susto de la familia fue grande cuando notó su desaparición. Afortunadamente unos campesinos los encontraron por allá y los devolvieron a casa. La mamá se preguntaba: ¿qué será lo que a este niño le espera en el futuro?
 De joven tuvo que trabajar muy duro en el campo para ayudar a sus padres que eran muy pobres. Esto le dio una gran fortaleza y lo hizo práctico en muchos trabajos de construcción, de albañilería y de cultivo de tierras, lo cual le iba a ser muy útil en la isla lejana donde más tarde iba a misionar.
A los 18 años lo enviaron a Bruselas (la capital) a estudiar, pero los compañeros se le burlaban por sus modos acampesinados que tenía de hablar y de comportarse. Al principio aguantó con paciencia, pero un día, cuando las burlas llegaron a extremos, agarró por los hombros a uno de los peores burladores y con él derribó a otros cuatro. Todos rieron, pero en adelante ya le tuvieron respeto y, pronto, con su amabilidad se ganó las simpatías de sus compañeros.

SAN PEDRO GONZÁLEZ TELMO, Confesor

15 de abril
SAN PEDRO GONZÁLEZ TELMO,*
Confesor

   El bienaventurado y apostólico varón san Pedro González, llamado vulgarmente san Telmo, nació de padres nobles en la villa de Fromesta, a cinco leguas de la ciudad de Palencia. Dióle el obispo, que era tío suyo, un canonicato, cuando aun no le sobraban los años, ni la gravedad y asiento que para aquel ministerio convenía, y procuró además que el Papa le diese el decanato. Cuando Pedro González hubo de tomar la posesión, que fue el día de Pascua de Navidad, quiso el nuevo deán regocijar la fiesta, no como eclesiástico sin como lego y profano. Vistióse para aquel día galana y profanamente, y salió con otros en un caballo brioso muy bien aderezado por toda la ciudad, desempedrando, como dicen, las calles a carreras, con gran desenvoltura y escándalo del pueblo. Pero para que se entiendan las maneras que Dios nuestro Señor toma para convertir las almas y atraerlas a sí, partiendo desapoderamente por la calle más principal de Palencia, cayó el caballo en medio de la carrera y dio con el deán en un lodo muy asqueroso, con harta risa de los que le vieron; porque cuando fueron a socorrerle, no había gala, ni vestido, ni rostro que diese muestra de lo que había sido. Fue tan grande la vergüenza que causó a Pedro González aquella caída, que no podía levantar la cabeza, ni le parecía que podría ya vivir entre gente, hombre a quien tal desgracia había acontecido. Alumbróle Dios al mismo tiempo el corazón; y hablando entre sí dijo: Pues el mundo me ha tratado como quien es, yo haré que no se burle otra vez de mí. Con esto, vase a un convento de santo Domingo, y con admiración de todos los que le conocían, tomó el hábito, y comenzó a vivir con tan grande perfección, que vino a ser un gran santo. Predicaba después con obras y palabras, y como ángel del Señor;  hablaba con tal fuerza de espíritu, que enternecía las piedras e inflamaba los corazones helados. Despoblábanse los lugares en su seguimiento y muchas leguas iban caminando por oírle viejos y mozos, hombres y mujeres, ricos y pobres: y con este celo y espíritu anduvo por los reinos de España y estuvo en la corte del santo rey don Fernando, y se halló con él en el cerco de Sevilla y en otras guerras contra los moros. Pero donde el santo más tiempo estuvo fue en Galicia, donde entre otras cosas hizo un puente sobre el río Miño, no lejos de Rivadavia, por los muchos peligros y muertes que sucedían en aquel paso. Finalmente, después de haber ganado para Cristo innumerables almas y resplandecido con muchos milagros, en el domingo de Cuasimodo, dio en la ciudad de Tuy su bendita alma al Señor, el cual manifestó la gloria de su siervo con doscientos ocho milagros bien conocidos.

REFLEXIÓN 
   Luego que murió san Telmo comenzó su sepultura a manar una cierta manera de óleo, que fue celestial medicina para todas las enfermedades; mas ha querido el Señor glorificarle particularmente librando por su intercesión a los navegantes de gravísimas tempestades y evidentes peligros. Por donde en los puertos de España y en los pueblos marítimos de ella se celebra su fiesta, sacando su imagen en procesión con mucha solemnidad y regocijo, especialmente en Lisboa, en Vizcaya y en Guipúzcoa, donde es venerado san Telmo, nombre por el cual le conocen los marineros, y le invocan en las tempestades y peligros del mar.  
 

ORACIÓN
   Oh Dios, que manifiestas la singular protección del bienaventurado Pedro a los que se hallan en los peligros del mar; concédenos por su intercesión que brille siempre la luz de tu gracia en las tempestades de esta vida, para que podamos arribar al puerto de la eterna salud. Por J. C. N. S.

 *"FLOS SANCTORUM DE LA FAMILIA CRISTIANA", Las vidas de los Santos y principales festividades del año, ilustradas con otros tantos grabados y acompañadas de piadosas reflexiones y de las Oraciones litúrgicas de la Iglesia del P. Francisco de Paula Morell, S. J. Ed. Difusión, Bs. As., 1943. 1

MARTES SANTO, feria


PRIMERA LECTURA
Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra
Lectura del libro de Isaías 49, 1-6
Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos:
Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre.
Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.»
Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios.
Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel —tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza—: 
«Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.»
Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 70, 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15 y 17 (R/.: cf. 15)
R/. Mi boca contará tu salvación, Señor.

A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre; tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído, y sálvame. R/.

Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú. Dios mío, líbrame de la mano perversa. R/.

Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías. R/.

Mi boca contará tu auxilio, y todo el día tu salvación. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas. R/.

Versículo antes del evangelio
Salve, Rey nuestro, obediente al Padre; fuiste llevado a la crucifixión, como manso cordero a la matanza.

EVANGELIO
Uno de vosotros me va a entregar...
No cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces
 +Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 21-33. 36-38
En aquel tiempo, Jesús, profundamente conmovido, dijo:
—«Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.
Uno de ellos, el que Jesús tanto amaba, estaba reclinado a la mesa junto a su pecho. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
—«Señor, ¿quién es?»
Le contestó Jesús:
—«Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado.»
Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote.
Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:
—«Lo que tienes que hacer hazlo en seguida.»
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió, dijo Jesús:
—«Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en el, también Dios lo glorificara en sí mismo: pronto lo glorificara. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: "Donde yo voy, vosotros no podéis ir."»
Simón Pedro le dijo:
—«Señor, ¿a dónde vas?»
Jesús le respondió:
—«Adonde yo voy no me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde.»
Pedro replicó:
—«Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti.» 
Jesús le contestó: 
—«¿Con que darás tu vida por mi? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces.»
Palabra del Señor.