miércoles, 24 de julio de 2013

25 de julio Santiago, apóstol. Solemnidad


PRIMERA LECTURA
Hizo decapitar a Santiago
Lectura de los Hechos de los Apóstoles  4, 33. 5, 12. 27b-33; 12, 1b
En aquellos días, los Apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor con mucho valor y hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo.
Los trajeron y los condujeron a presencia del Consejo y el sumo sacerdote los interrogó:
— ¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre.
Pedro y los Apóstoles replicaron:
— Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. «El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús a quien vosotros matasteis colgándolo de un madero.» «La diestra de Dios lo exaltó haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión con el perdón de los pecados.» Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.
Ellos al oír esto se consumían de rabia y trataban de matarlos y el rey Herodes hizo decapitar a Santiago, hermano de Juan.
Palabra de Dios.

Salmo Responsorial Sal 66, 2-3. 5. 7-8.
R. Oh Dios, que te alaben los pueblos,
    que todos los pueblos te alaben.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud,
y gobiernas las naciones de la tierra. R.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga;
que le teman hasta los confines del orbe. R.

SEGUNDA LECTURA
Llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús
Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Corintios  4, 7-15
Hermanos: Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así, la muerte está actuando en nosotros, y la vida en vosotros.
Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús, también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros. Todo es para vuestro bien.
Cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para gloria de Dios.
Palabra de Dios.

Aleluya
Aleluya, aleluya.
Astro brillante de España, Apóstol Santiago, tu cuerpo descansa en la paz; tu gloria pervive entre nosotros Aleluya.

O bien:
Aleluya, aleluya.
El Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para dar su vida en rescate por muchos. Aleluya.

O bien:
Aleluya, aleluya.
Mi cáliz lo beberéis. El puesto a mi derecha o a mi izquierda es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre. Aleluya.

EVANGELIO
Mi cáliz lo beberéis
Lectura del santo Evangelio según San Mateo  20, 20-28
En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. El le preguntó:
- ¿Qué deseas?
Ella contestó:
- Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
Pero Jesús replicó:
- No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber? Contestaron: - Lo somos.
El les dijo: - Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo:
-Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para dar su vida en rescate por muchos.

Palabra de Dios.

MIÉRCOLES DE LA DECIMOSEXTA SEMANA


PRIMERA LECTURA
Yo haré llover pan del cielo
Lectura del libro del Éxodo 16, 1-5. 9-15
Toda la comunidad de Israel partió de Elim y llegó al desierto de Sin, entre Elim y Sinaí, el día quince del segundo mes después de salir de Egipto.
La comunidad de los israelitas protestó contra Moisés y Aarón en el desierto diciendo:
–¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos alrededor de la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda la comunidad.
El Señor dijo a Moisés:
–Yo haré llover pan del cielo: que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba a ver si guarda mi ley o no. El día sexto prepararán lo que hayan recogido, y será el doble de lo que recogen a diario.
Moisés dijo a Aarón:
–Di a la comunidad de los israelitas: «Acercaos al Señor, que ha escuchado vuestras murmuraciones».
Mientras Aarón hablaba a la asamblea, ellos se volvieron hacia el desierto y vieron la gloria del Señor que aparecía en una nube.
El Señor dijo a Moisés:
–He oído las murmuraciones de los israelitas. Diles de mi parte: «Al atardecer comeréis carne, por la mañana os hartaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor Dios vuestro».
Por la tarde una bandada de codornices cubrió todo el campamento; por la mañana había una capa de rocío alrededor de él. Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo parecido a la escarcha. Al verlo, los israelitas se dijeron:
–¿Qué es esto?
Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo:
–Es el pan que el Señor os da de comer.
Palabra del Señor.

Salmo responsorial Sal 77, 18-19.23-24. 25-26. 27-28
R.  El Señor les dio pan del cielo.
Tentaron a Dios en sus corazones,
pidiendo una comida a su gusto;
hablaron contra Dios: «¿Podrá Dios
preparar una mesa en el desierto?» R.
Pero dio orden a las altas nubes,
abrió las compuertas del cielo:
hizo llover sobre ellos maná,
les dio un trigo celeste. R.
Y el hombre comió pan de ángeles,
les mandó provisiones hasta la hartura.
Hizo soplar desde el cielo el Levante,
y dirigió con su fuerza el viento Sur. R.
Hizo llover carne como una polvareda,
y volátiles como arena del mar;
los hizo caer en mitad del campamento,
alrededor de sus tiendas. R.

EVANGELIO
Cayó en tierra buena y dio grano
+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo 13, 1-9
Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Acudió tanta gente, que tuvo que subirse a una barca; se sentó y la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló mucho rato en parábolas:
– Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó, y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta.
El que tenga oídos, que oiga.
Palabra del Señor.