viernes, 28 de junio de 2013

SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES, Solemnidad

SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES

Solemnidad


Misa vespertina de la vigilia

PRIMERA LECTURA
Te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo, echa a andar
Lectura de los Hechos de los Apóstoles  3, 1-10
En aquellos días, Pedro y Juan subían al templo, a la oración de media tarde, cuando vieron traer a cuestas a un lisiado de nacimiento. Solían colocarlo todos los días en la Puerta Hermosa del templo para que pidiera limosna a los que entraban. Al ver entrar en el templo a Pedro y a Juan, les pidió limosna. Pedro, con Juan a su lado, se le quedó mirando y le dijo:
- Míranos.
Clavó los ojos en ellos esperando que le darían algo; Pedro le dijo:
- No tengo plata ni oro, te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar.
Agarrándolo de la mano derecha lo incorporó. Al instante se le fortalecieron los pies y los tobillos, se puso en pie de un salto, echó a andar y entró con ellos en el templo por su pie, dando brincos y alabando a Dios. La gente lo vio andar alabando a Dios; al caer en la cuenta de que era el mismo que pedía limosna sentado en la Puerta Hermosa, quedaron estupefactos ante lo sucedido.
Palabra de Dios.

Salmo Responsorial   Sal 18, 2-3. 4-5
R. A toda la tierra alcanza su pregón.
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos
el día al día le pasa su mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje. R.

SEGUNDA LECTURA
Dios me escogió desde el seno de mi madre
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas     1, 11-20
Hermanos: Os notifico que el evangelio anunciado por mí no es de origen humano; yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.
Habéis oído hablar de mi conducta pasada en el judaísmo: con qué saña perseguía a la Iglesia de Dios y la asolaba, y me señalaba en el judaísmo más que muchos de mi edad y de mi raza, como partidario fanático de las tradiciones de mis antepasados.
Pero cuando Aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó a su gracia se dignó revelar a su Hijo en mí, para que yo lo anunciara a los gentiles, en seguida, sin consultar con hombres, sin subir a Jerusalén a ver a los Apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, y después volví a Damasco.
Más tarde, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a Pedro, y me quedé quince días con él. Pero no vi a ningún otro Apóstol; vi solamente a Santiago, el pariente del Señor. Dios es testigo de que no miento en lo que os escribo.
Palabra de Dios.

Aleluya Jn 21, 17d
Aleluya, aleluya. Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero. Aleluya.

EVANGELIO
Apacienta mis corderos, pastorea mis ovejas
Lectura del santo Evangelio según San Juan   21, 15-19
Después de aparecerse a sus discípulos y de comer con ellos, Jesús dijo a Simón Pedro:
— Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?
El le contestó:
— Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
Jesús le dice:
— Apacienta mis corderos.
Por segunda vez le pregunta:
— Simón, hijo de Juan, ¿me amas?
El le contesta:
— Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
El le dice:
— Pastorea mis ovejas.
Por tercera vez le pregunta:
— Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó:
— Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.
Jesús le dice:
— Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras. Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios.
Dicho esto, añadió:
— Sígueme.

Palabra de Dios.

VIERNES DE LA DUODÉCIMA SEMANA


PRIMERA LECTURA
Circuncidad a todos vuestros varones en señal de mi pacto.
Sara te va a dar un hijo
Lectura del libro del Génesis 17, 1. 9-10. 15-22
Cuando Abrán tenía noventa y nueve años, se le apareció el Señor y le dijo:
–Yo soy el Dios Saday.
Camina en mi presencia, con lealtad.
El Señor añadió a Abrahán:
–Tú guarda mi pacto, que hago contigo y tus descendientes por generaciones.
Este es el pacto que hago con vosotros y con tus descendientes y que habéis de guardar: circuncidad a todos vuestros varones.
El Señor dijo a Abrahán:
–Saray, tu mujer, ya no se llamará Saray, sino que se llamará Sara.
La bendeciré y te dará un hijo y lo bendeciré; de ella nacerán pueblos y reyes de naciones.
Abrahán cayó rostro en tierra y se dijo sonriendo:
–¿Un centenario va a tener un hijo, y Sara va a dar a luz a los noventa?
Y Abrahán dijo a Dios:
–Me contento con que conserves sano a Ismael en tu presencia.
Dios replicó:
–No, es Sara quien te va a dar un hijo; lo llamarás Isaac; con él estableceré mi pacto y con sus descendientes, un pacto perpetuo.
En cuanto a Ismael, escucho tu petición: lo bendeciré, lo haré fecundo, lo haré crecer en extremo, engendrará doce príncipes y se hará un pueblo numeroso. Pero mi pacto lo establezco con Isaac, el hijo que te dará Sara, el año que viene por estas fechas.
Cuando el Señor terminó de hablar con Abrahán, se retiró.
Palabra del Señor.

Salmo responsorial Sal 19-7, 1-2. 3. 4-5
R.  Esta es la bendición del hombre que teme al Señor.
¡Dichoso el que teme al Señor,
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R.
Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R.
Esta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén,
todos los días de tu vida. R.

EVANGELIO
Si quieres, puedes limpiarme
+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo 8, 1-4
En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente.
En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo:
–Señor, si quieres, puedes limpiarme.
Extendió la mano y lo tocó diciendo:
–¡Quiero, queda limpio!
Y enseguida quedó limpio de la lepra.
Jesús le dijo:
–No se lo digas a nadie, pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés.

Palabra del Señor.