sábado, 8 de marzo de 2014
PRIMER DOMINGO DE CUARESMA
PRIMERA LECTURA
Creación y pecado de los primeros padres
Lectura del Libro del Génesis 2, 7-9; 3, 1-7
El Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz un aliento de vida y el hombre se convirtió en ser vivo.
El Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia Oriente, y colocó en él al hombre que había modelado.
El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos de ver y buenos de comer; además el árbol de la vida, en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal.
La serpiente era el más astuto de los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer:
—¿Cómo es que os ha dicho Dios que no comáis de ningún árbol del jardín?
La mujer respondió a la serpiente:
—Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; solamente del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: «No comáis de él ni lo toquéis, bajo pena de muerte.»
La serpiente replicó a la mujer:
—No moriréis. Bien sabe Dios que cuando comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal.
La mujer vio que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable porque daba inteligencia; tomó del fruto, comió y ofreció a su marido, el cual comió.
Entonces se les abrieron los ojos a los dos y se dieron cuenta de que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 50, 3-4. 5-6a. 12-13. 14 y 17
V/. Misericordia, Señor, hemos pecado.
R/. Misericordia, Señor, hemos pecado.
V/. Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa.
Lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
R/. Misericordia, Señor, hemos pecado.
V/. Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
R/. Misericordia, Señor, hemos pecado.
V/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
R/. Misericordia, Señor, hemos pecado.
V/. Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
R/. Misericordia, Señor, hemos pecado.
SEGUNDA LECTURA
Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 5, 12-19
Hermanos:
Lo mismo que por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y la muerte se propagó a todos los hombres, porque todos pecaron...
Pero, aunque antes de la ley había pecado en el mundo, el pecado no se imputaba porque no había ley.
Pues a pesar de eso, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con un delito como el de Adán, que era figura del que había de venir.
Sin embargo, no hay proporción entre la culpa y el don: si por la culpa de uno murieron todos, mucho más, gracias a un solo hombre, Jesucristo, la benevolencia y el don de Dios desbordaron sobre todos.
Y tampoco hay proporción entre la gracia que Dios concede y las consecuencias del pecado de uno: la sentencia contra uno acabó en condena total; la gracia, ante una multitud de pecados, en indulto.
Si por la culpa de aquél, que era uno sólo, la muerte inauguró su reino, mucho más los que reciben a raudales el don gratuito de la amnistía vivirán y reinarán gracias a uno sólo, Jesucristo.
En resumen, una sola culpa resultó condena de todos, y un acto de justicia resultó indulto y vida para todos.
En efecto, así como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo, todos serán constituidos justos.
Palabra de Dios.
Versículo antes del Evangelio Mt 4, 4b
No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.
EVANGELIO
Jesús ayuna durante cuarenta días y es tentado
+Lectura del santo Evangelio según San Mateo 4, 1-11
En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al final sintió hambre.
Y el tentador se le acercó y le dijo:
—Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.
Pero él le contestó diciendo:
—Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Entonces el diablo lo lleva a la Ciudad Santa, lo pone en el alero del templo y le dice:
—Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Encargará a los ángeles que cuiden de ti y te sostendrán en sus manos para que tu pie no tropiece con las piedras.
Jesús le dijo:
—También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios.
Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y mostrándole todos los reinos del mundo y su esplendor le dijo:
—Todo esto te daré si te postras y me adoras.
Entonces le dijo Jesús:
—Vete, Satanás, porque está escrito: Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto.
Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían.
Palabra del Señor.
SAN JUAN DE DIOS, Confesor
8 de marzo
SAN JUAN DE DIOS,
Confesor
SAN JUAN DE DIOS,
Confesor
Bienaventurados los mansos,
porque ellos poseerán la tierra.
(Mateo, 5,14).
porque ellos poseerán la tierra.
(Mateo, 5,14).
Este santo tenía más avidez de humillación y de menosprecio que la que tienen los hombres mundanos de honores y distinciones. Un día, una mujer lo colmó de injurias y lo trató de hipócrita, y él, secretamente, dióle dinero, comprometiéndola a repetir lo dicho en la plaza pública. El arzobispo de Granada le reprochó, porque recibía en el hospital, que administraba, a vagabundos y a personas poco recomendables, arrojóse el santo a los pies del prelado diciéndole: "No conozco en el hospital a otro pecador fuera de mí mismo, que soy indigno de comer el pan de los pobres". Otro día corrió en todas direcciones sacando enfermos del hospital, que estaba en llamas, y salió al cabo de una media hora sin la menor quemadura. De rodillas exhaló su último suspiro, abrazando a Jesús crucificado, cuya abnegación, mansedumbre y humildad tan bien había imitado.
MEDITACIÓN
SOBRE LA MANSEDUMBRE
SOBRE LA MANSEDUMBRE
I. Practica la mansedumbre, ahoga con esmero los
movimientos incipientes de la cólera;
¿qué ganas con satisfacer esta violenta pasión, que turba tu
entendimiento, y que atormenta a tus servidores y amigos? Acuérdate de la mansedumbre de Jesucristo.
¡Qué alegría experimentarás por haber reprimido este arranque! ¡Qué recompensa recibirás si te
vences a ti mismo! Los que triunfan de sí mismos hacen violencia al cielo. (San Cipriano).
II. Practica la suavidad, soportando el mal humor y
las imperfecciones del prójimo. Quieres que te soporten tus defectos, es
muy razonable que uses de igual indulgencia para con los demás. Ese
carácter molesto que reprochas en tu hermano es un defecto de la
naturaleza; acaso ella te trató a ti peor todavía, y te hizo más
desagradable para el prójimo. Examina tus defectos, y soportarás
fácilmente los de los demás.
III. Practica la mansedumbre soportando que se te
menosprecie. ¿Quién eres tú, en definitiva, para que tanto te cueste
soportar desprecios? Tu nada y tus pecados muy merecido tienen este
trato. Si te los conociesen dirían mucho más. ¿y qué mal
pueden hacerte ante Dios las palabras que te digan? Más aun, ¿qué corona
no merecerías si las sufrieses con paciencia? Si fueses verdaderamente
humilde, nada te
costaría sufrir el desprecio y los malos tratos. La humildad suaviza todas las tribulaciones. (San Eusebio).
La mansedumbre
Orad por los enfermos.
Orad por los enfermos.
ORACIÓN
Oh Dios, que después de haber abrasado con
vuestro amor al bienaventurado Juan, lo hicisteis andar sano y salvo en
medio de las llamas y por su intermedio enriquecisteis a vuestra Iglesia
con una nueva familia, haced, en consideración a sus méritos, que el
fuego de su caridad nos purifique de nuestras manchas
y nos eleve hasta la eternidad bienaventurada. Por J. C. N. S. Amén.
SÁBADO DESPUÉS DE CENIZA
PRIMERA LECTURA
Cuando partas tu pan con el hambriento..., brillará tu luz en las tinieblas
Lectura del libro de Isaías 58, 9b-14
Así dice el Señor Dios: «Cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia, cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía. El Señor te dará reposo permanente, en el desierto saciará tu hambre, hará fuertes tus huesos, serás un huerto bien regado, un manantial de aguas cuya vena nunca engaña; reconstruirás viejas ruinas, levantarás sobre cimientos de antaño; te llamarán reparador de brechas, restaurador de casas en ruinas.
Si detienes tus pies el sábado y no traficas en mi día santo, si llamas al sábado tu delicia, y lo consagras a la gloria del Señor, si lo honras absteniéndote de viajes, de buscar tu interés, de tratar tus asuntos, entonces el Señor será tu delicia. Te asentaré sobre mis montañas, te alimentaré con la herencia de tu padre Jacob.»
Ha hablado la boca del Señor.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 85, 1-2. 3-4. 5-6 (R/.: 11a)
R. Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad.
Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy un pobre desamparado; protege mi vida, que soy un fiel tuyo; salva a tu siervo, que confía en ti. R.
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día; alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti. R/.
Porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica. R.
Versículo antes del evangelio Ez 33, 11
No quiero la muerte del malvado —dice el Señor—, sino que cambie de conducta y viva.
EVANGELIO
No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan
+Lectura del santo evangelio según san Lucas 5, 27-32
En aquel tiempo, Jesús vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
—«Sígueme.»
Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Los fariseos y los escribas dijeron a sus discípulos, criticándolo:
—«¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?»
Jesús les replicó:
—«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan.»
Palabra del Señor.
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