viernes, 30 de mayo de 2025

SANTA JUANA DE ARCO, Virgen

30 de Mayo
SANTA JUANA DE ARCO,
(*)
Virgen
 Bienaventurados los que padecen persecución por la
justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
(Mateo, 5,10).

   Nacida en Domrémy en 1412, Juana de Arco, hija de un humilde campesino, fue inspirada por voces sobrenaturales y, a la edad de 17 años, persuadió al rey de Francia, Carlos VII, a que la pusiese al frente de un ejército contra los invasores ingleses. Después de varias victorias, seguidas de la consagración de Carlos VII en Reims, Juana fue capturada por los borgoñones y entregada a los ingleses, que la hicieron quemar viva el 31 de mayo de 1431. Fue canonizada en 1920.

MEDITACIÓN
 EL SECRETO PARA SER FELIZ
EN ESTE MUNDO
   I. ¿De dónde proviene que encuentras la vida penosa y fastidiosa? Es porque deseas muchas cosas que no puedes tener, y porque tienes aversión al estado en el que estás. No quieres ser pobre, estar enfermo o ser despreciado; cuando esto te acaece, caes en la desesperación: quisieras estar siempre sano, ser siempre rico, siempre estimado; si esto te falta estás triste. ¡Ah! si supieses padecer las pruebas de la vida no desear lo que no tienes, ¡cuán dichoso serias! Desgraciados ante los ojos de los ignorantes, los santos no pueden ser sino dichosos. (Salviano).
   II. ¿Acaso no es ser feliz en esta vida tener las promesas de la vida eterna? Los que sufren tienen estas promesas, porque Nuestro Señor les ha asegurado que serán consolados en el cielo; por el contrario. Él condena al rico malo que gozó toda suerte de bienes en este mundo. ¡Dichosos del siglo: cuidado, vuestra dicha es el triste presagio de la desdicha eterna que os espera en la otra vida!
   III. Jesucristo ha venido a este mundo a enseñarnos el secreto para ser felices, no sólo en la otra vida sino aun en ésta. Para ello, nos ha recomendado el amor a los sufrimientos. Los santos lo han imitado, y han vivido muy contentos en medio de las tribulaciones de este mundo. Estás en un error, hermano mío, si quieres regocijarte en el mundo, y vivir después con Jesucristo en el cielo. (San Jerónimo).

 La paciencia
Orad por los afligidos.

ORACIÓN
   Escuchadnos, Señor, Dios Salvador nuestro, y haced que, así como nos regocijamos con la fiesta de vuestra bienaventurada virgen Juana, obtengamos provecho, en nuestra inteligencia, de estos sentimientos de piedad y de devoción.  Por J. C. N. S.  Amén.




  • * Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

SAN FERNANDO, Rey de Castilla y de León

30 de Mayo
SAN FERNANDO,
(*) 
Rey de Castilla y de León
Roguemos incesantemente, en nuestras oraciones al Señor
 que nos dé reyes o gobernantes como San Fernando,
que merezcan las bendiciones y no las maldiciones de sus pueblos

   El gloriosísimo rey san Fernando fue hijo de don Alfonso IX, rey de León y de doña Berenguela, la cual le crió a sus pechos, y así con la leche parece que mamó sus santas virtudes. Jamás dejó de obedecerla como a madre; y como algunos de los ricos hombres murmurasen de que después de ser rey estuviese tan rendido a su madre, dijo el rey santo: «En dejando de ser hijo, dejaré de serle obediente». Poseía en altísímo grado todas las prendas reales, y con sus virtudes tenía tan ganados a sus vasallos, que era más rey de sus corazones que de las ciudades de su reino. Tomó en sus manos la espada para hacer guerra a los moros que tiranizaban gran parte de España; pacificó los reinos de Castilla y de León, hizo tributarios a los reinos de Valencia y de Granada, conquistó los de Murcia, Córdoba, Jaén y Sevilla, y varios príncipes de África solicitaron su amistad con decentes partidos. En treinta y cinco años que peleó se contaron siempre sus batallas por sus victorias y sus empresas por sus triunfos. Nunca desnudé la espada (decía él) ni cerqué ciudad ni castillo, ni salí a empresa, que no fuese mi único motivo el dilatar la fe de Cristo; y por la mayor gloria y servicio de Dios no rehusaba ningún trabajo de la guerra, como si fuera soldado particular, hasta dormir en el duro suelo, y hacer las centinelas por su turno con los demás soldados en el sitio de Sevilla. Cuidaba mucho del alivio de sus vasallos, y no quería imponer nuevos tributos; y cuando se lo aconsejaban sus ministros con el buen pretexto de hacer guerra a los moros, respondía: "Más temo las maldiciones de una viejecilla pobre de mi reino, que a todos los moros del África". Ganada la ciudad de Sevilla, dispuso una solemnísima procesión de toda la gente lucida del ejército, de la nobleza, del clero y de los obispos, viniendo al fin la venerable efigie de nuestro Señora de los Reyes en un carro triunfal de plata. Los templos y oratorios que edificó a la Virgen santísima pasaron de dos mil. Finalmente después de un gloriosísimo reinado, conociendo el santo Monarca que se llegaba su fin, antes de que lo mandasen los médicos, se confesó para morir y pidió la sagrada Eucaristía, la cual recibió arrojándose de la cama y postrándose sobre la tierra con una soga al cuello. Despidióse después de la reina Juana y de sus hijos, pidió humildemente a los circunstantes que si tenían alguna queja de él, le perdonasen; y respondiendo que no tenían ninguna que perdonar, alzó ambas manos al cielo diciendo: «Desnudo nací del vientre de mi madre a la tierra y desnudo vuelvo a ella» Mandó luego que cantasen el Te Deum, y en el segundo verso que dice, «a ti Eterno Padre venera toda la tierra» inclinó la cabeza y entregó su espíritu a Dios.

REFLEXIÓN
  Dicen los historiadores: «Cuando murió el rey don Fernando todo el reino hizo un gran sentimiento: los hombres se mesaban las barbas y las mujeres principales se arrancaban los cabellos, y sin atender al decoro de sus personas, salían por las calles llorando y poblando de clamores el aire. Todos lloraban y decían: Ojalá no hubiese nacido, o no hubiese muerto el príncipe. Y hasta el mismo Alhamar mandó cien moros con achas encendidas a sus exequias» No nos olvidemos pues de rogar incesantemente, en nuestras oraciones al Señor que nos dé reyes o gobernantes como san Fernando, que merezcan las bendiciones y no las maldiciones de sus pueblos.

ORACIÓN
   Oh Dios, que concediste al bienaventurado Fernando, tu confesor, que pelease tus batallas y que venciese a los enemigos de tu fe, concédenos por su intercesión la victoria de nuestros enemigos corporales y espirituales. Por J. C. N. S. Amén.



  • * Flos Sanctorum de la Familia Cristiana, P Francisco De Paula Morell, S. J., Ed. Difusión, S. A., Buenos Aires, 1943.

VIERNES DE LA SEXTA SEMANA DE PASCUA

PRIMERA LECTURA
Muchos de esta ciudad son pueblo mío
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 18, 9-18
Estando Pablo en Corinto, una noche le dijo el Señor en una visión:
—«No temas, sigue hablando y no te calles, que yo estoy contigo, y nadie se atreverá a hacerte daño; muchos de esta ciudad son pueblo mío.»
Pablo se quedó allí un año y medio, explicándoles la palabra de Dios.
Pero, siendo Gallón procónsul de Acaya, los judíos se abalanzaron en masa contra Pablo, lo condujeron al tribunal y lo acusaron:
—«Éste induce a la gente a dar a Dios un culto contrario a la Ley.»
Iba Pablo a tomar la palabra, cuando Gallón dijo a los judíos:
—«Judíos, si se tratara de un crimen o de un delito grave, seria razón escucharos con paciencia; pero, si discutís de palabras, de nombres y de vuestra ley, arreglaos vosotros. Yo no quiero meterme a juez de esos asuntos.»
Y ordenó despejar el tribunal.
Entonces agarraron a Sóstenes, jefe de la sinagoga, y le dieron una paliza delante del tribunal. Gallón no hizo caso.
Pablo se quedó allí algún tiempo; luego se despidió de los hermanos y se embarcó para Siria con Priscila y Aquila. En Cencreas se afeitó la cabeza, porque había hecho un voto.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 46, 2-3. 4-5. 6-7 (R/.: 8a)
R/. Dios es el rey del mundo.
O bien:
Aleluya.

Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. R/.

Él nos somete los pueblos y nos sojuzga las naciones; él nos escogió por heredad suya: gloria de Jacob, su amado. R/.

Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas: tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad. R/.

Aleluya Lc 24, 26
Era necesario que el Mesías padeciera y resucitara de entre los muertos, para entrar en su gloria.


EVANGELIO
Nadie os quitará vuestra alegría
 +Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 20-23a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.
La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada.» Palabra del Señor.