lunes, 6 de octubre de 2025

SAN BRUNO, Confesor



   6 de octubre

          SAN BRUNO,(*)
Confesor

Estos hombres -de quienes el mundo
no era digno-
 anduvieron errantes,
extraviados por desiertos y montañas,
en cuevas y cavernas de la tierra.
(Hebreos, 11, 37-38).

   San Bruno, nacido en 1035 en Colonia, de padres nobles y virtuosos, llegó a ser rector de las escuelas de Reims, donde brilló como orador, poeta, filósofo y teólogo; se propuso después, con seis amigos suyos, ir a pedir un retiro a San Hugo de Grenoble, que les dio la Cartuja, donde puso los cimientos de la Orden fervorosa, austera y sabia de los Cartujos. Murió en un retiro de Calabria en 1101.

  MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA
DE SAN BRUNO

   I. Resolvióse San Bruno a prepararse para la muerte mediante una vida santa, dejó el mundo y se retiró a la soledad. El mundo es uno de los más grandes enemigos de nuestra salvación, y la soledad nos proporciona el medio para triunfar de él, alejándonos de los objetos que nos incitan al pecado. ¡Oh amable soledad! si los hombres conociesen la inefable alegría de que colmas a tus dichosos moradores, las ciudades se despoblarían y los hombres irían a buscar a Jesús en el seno de los desiertos más inhóspitos. La soledad es la morada habitual del Salvador. (Tertuliano)

   II. Después de haber vencido al mundo, hay que someter a la carne, este enemigo que nos sigue a todas partes y lleva contra nuestra virtud asaltos incesantes. Para hacerse señor de ella, San Bruno se sirvió del cilicio, del ayuno y otras austeridades. No creas que la penitencia conviene sólo a los religiosos: tú que estás en el mundo, la necesitas más que ellos, sea para expiar tus pecados, sea para resistir las tentaciones que continuamente te atacan.

   III. Al demonio, que es el tercer enemigo que debemos vencer, este ilustre ermitaño opuso la oración. Gran parte del día y de la noche la pasaba en oración y contemplación; los consuelos que gustaba en estos piadosos ejercicios trocaban su soledad en un verdadero paraíso. Retírate, siguiendo su ejemplo, para escapar al peligro del mundo y gustar los encantos del amor de Dios. Encontré la contradicción en la ciudad y me alejé de ella huyendo y habité en la soledad. (El Salmista).

El amor a la soledad 
Orad por la Orden de los Cartujos.

ORACIÓN
   Haced, os lo suplicamos, Señor, que los méritos de San Bruno, Vuestro confesor, acudan en nuestra ayuda, y que su intercesión nos obtenga el perdón de las graves ofensas que hemos cometido contra vuestra Majestad. Por J. C. N. S. Amén.



  • * Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

LUNES DE LA VIGÉSIMA SÉPTIMA SEMANA


PRIMERA LECTURA
Se levantó Jonás para huir lejos del Señor.
Comienzo del Profeta Jonás 1, 1—2, 1. 11
Jonás Ben–Amitai recibió la palabra del Señor: Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y proclama en ella: Su maldad ha llegado hasta mí.
Se levantó Jonás para huir a Tarsis, lejos del Señor; bajó a Jafa, y encontró un barco que zarpaba para Tarsis; pagó el precio y embarcó para navegar con ellos a Tarsis, lejos del Señor.
Pero el Señor envió un viento impetuoso sobre el mar, y se alzó una gran tormenta en el mar, y la nave estaba a punto de naufragar.
Temieron los marineros, e invocaba cada cual a su dios.
Arrojaron los pertrechos al mar, para aligerar la nave, mientras Jonás, que había bajado a lo hondo de la nave, dormía profundamente.
El capitán se le acercó y le dijo: ¿Por qué duermes? Levántate e invoca a tu Dios; quizá se compadezca ese Dios de nosotros, para que no perezcamos.
Y decían unos a otros: Echemos suertes para ver por culpa de quién nos viene esta calamidad.
Echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás.
Le interrogaron: Dinos, ¿por qué nos sobreviene esta calamidad? ¿Cuál es tu oficio ? ¿De dónde vienes ? ¿Cuál es tu país ? ¿De qué pueblo eres ? .
El les contestó: Soy un hebreo; adoro al Señor Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra firme.
Temieron grandemente aquellos hombres y le dijeron: ¿Qué has hecho? (pues comprendieron que huía del Señor, por lo que él había declarado).
Entonces le preguntaron: ¿Qué haremos contigo para que se nos aplaque el mar? Porque el mar seguía embraveciéndose.
El contestó: Levantadme y arrojadme al mar, y el mar se os aplacará; pues sé que por mi culpa os sobrevino esta terrible tormenta.
Pero ellos remaban para alcanzar tierra firme, y no podían, porque el mar seguía embraveciéndose.
Entonces invocaron al Señor, diciendo: ¡Ah, Señor, que no perezcamos por culpa de este hombre; no nos hagas responsables de una sangre inocente! Tú eres el Señor que obras como quieres.
Levantaron, pues, a Jonás y lo arrojaron al mar; y el mar calmó su cólera.
Y temieron mucho al Señor aquellos hombres.
Ofrecieron un sacrificio al Señor y le hicieron votos.
El Señor envió un gran pez a que se comiera a Jonás, y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches seguidas.
El Señor dio orden al pez y vomitó a Jonás en tierra firme.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Jon 2, 3. 4. 5. 8
V/. Sacaste mi vida de la fosa, Señor.
R/. Sacaste mi vida de la fosa, Señor.

V/. En mi aflicción clamé al Señor y me atendió, desde el vientre del infierno pedí auxilio, y escuchó mi clamor. R/.

V/. Me arrojaste a lo profundo en alta mar, me rodeaban las olas, tus corrientes y tu oleaje pasaban sobre mí. R/.

V/. Yo dije: Me has arrojado de tu presencia, quién pudiera ver de nuevo tu santo templo. R/.

V/. Cuando se me acababan las fuerzas me acordé del Señor; llegó hasta ti mi oración, hasta tu santo Templo. R/.


EVANGELIO
¿Quién es mi prójimo?

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 10, 25-37

En aquel tiempo, se presentó un letrado y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?
El le dijo: ¿Qué está escrito en la Ley? , ¿qué lees en ella?
El letrado contestó: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo».
El le dijo: Bien dicho.
Haz esto y tendrás la vida.
Pero el letrado, queriendo aparecer como justo, preguntó a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
Jesús dijo: Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto.
Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo.
Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó.
Al día siguiente sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo:
Cuida de él y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta.
¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos? El letrado contestó: El que practicó la misericordia con él.
Díjole Jesús: Anda, haz tú lo mismo.

Palabra del Señor.