sábado, 14 de junio de 2025

SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

PRIMERA LECTURA
Antes de comenzar la tierra, la sabiduría fue engendrada

Lectura del libro de los Proverbios 8, 22-31

Así dice la sabiduría de Dios:
«El Señor me estableció al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas.
En un tiempo remotísimo fui formada, antes de comenzar la tierra.
Antes de los abismos fui engendrada, antes de los manantiales de las aguas.
Todavía no estaban aplomados los montes, antes de las montañas fui engendrada.
No había hecho aún la tierra y la hierba, ni los primeros terrones del orbe.
Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo;
cuando sujetaba el cielo en la altura, y fijaba las fuentes abismales.
Cuando ponía un limite al mar, cuyas aguas no traspasan su mandato;
cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él, como aprendiz,
yo era su encanto cotidiano, todo el tiempo jugaba en su presencia:
jugaba con la bola de la tierra, gozaba con los hijos de los hombres.
Palabra de Dios.


Salmo responsorial Sal 8, 4-5. 6-7a. 7b-9. (R.: 2a)
R. Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!


Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? R.


Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos. R.


Todo lo sometiste bajo sus pies: rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar. R.



SEGUNDA LECTURA
A Dios, por medio de Cristo, en el amor derramado con el Espíritu

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 1-5

Hermanos:
Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos; y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios.
Más aún, hasta nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce constancia, la constancia, virtud probada, la virtud, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.
Palabra de Dios.


Aleluya Ap 1, 8
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, al Dios que es, que era y que viene.


EVANGELIO
Todo lo que tiene el Padre es mío; el Espíritu tomará de lo mío y os lo anunciará 

+Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 12-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
É1 me glorificará, porque recibirá de mi lo que os irá comunicando.
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mio y os lo anunciará.»
Palabra del Señor.

SAN FRANCISCO DE RÉGIS, Confesor


14 de Junio
SAN FRANCISCO DE RÉGIS,
Confesor



 Nada hay oculto que no deba ser descubierto,
 ni escondido, que no haya de ser conocido y publicado.
(Lucas. 8, 17).

   San Francisco impresionóse de tal modo de lo que oyó decir un día a su madre concerniente a las penas del infierno, que toda su vida experimentó sumo horror por el pecado mortal. Cobijó su inocencia bajo el manto de la Reina de los cielos; y para mejor servir a esta bondadosa Madre, ingresó a una de las piadosas congregaciones erigidas en su honor. Entró en la Compañía de Jesús y, con tanto celo y fruto trabajó en la salvación de las almas, que mereció ser llamado apóstol de Vivarais. Murió el año 1640 en Lalouvesc, donde su tumba se ha hecho célebre por la afluencia de peregrinos que a ella acuden y por los milagros que allí se producen.

MEDITACIÓN SOBRE LOS TRES OBSTÁCULOS
PARA UNA BUENA CONFESIÓN
 
  
   I. La negligencia en prepararte a la Confesión a menudo es la causa de que no aproveches de un remedio tan salutífero. No indagas tus pecados con suficiente esmero; no te excitas lo suficiente a la contrición, porque no consideras el mal que te causan tus pecados, ni el bien de que te privan. Has perdido el más valioso de los bienes, la gracia, y todavía has menester que se te mande que tengas dolor de ello.

   II. El respeto humano impide a menudo que se declaren todos los pecados. El demonio que nos había quitado la vergüenza cuando cometíamos nuestros crímenes, quiere ahora devolvérnosla en el santo tribunal. Desecha esta mala vergüenza, a menos que prefieras ver, en el día del juicio, expuestos tus pecados a la vista de todos antes que declararlos aquí a un solo hombre. Esta confusión que sufres ahora te será saludable, la otra será inútil. No te avergüences de tener que decir lo que no tuviste vergüenza de hacer. (San Bernardo).

   III. Recaes siempre en las mismas faltas, siempre te confiesas de lo mismo, porque no tienes un firme propósito de enmienda y no prevés los escollos allí donde tienes costumbre de naufragar. Piénsalo seriamente en lo porvenir, deja esas ocasiones peligrosas, y no te preocupes por lo que diga el mundo. ¿Dónde estamos si más tememos disgustar a los hombres que a Dios? (Tertuliano)

La huida del pecado
Orad
 por los que están
en pecado mortal.

ORACIÓN

   Oh Dios, que habéis otorgado al bienaventurado Francisco, vuestro confesor, una admirable caridad y una paciencia invencible en los trabajos que emprendió para la salvación de las almas, haced, por vuestra misericordia, que siendo enseñados por sus ejemplos y ayudados por su intercesión, obtengamos las recompensas de la vida eterna. Por J. C. N. S. Amén.

SÁBADO DE LA DÉCIMA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA
Al que no había pecado, Dios le hizo expiar nuestros pecados

Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 5, 14-21

Hermanos: Nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron.
Cristo murió por todos, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos.
Por tanto, no valoramos a nadie por criterios humanos.
Si alguna vez juzgamos a Cristo según tales criterios, ahora ya no.
El que es de Cristo es una criatura nueva: lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.
Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el servicio de reconciliar.
Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas de sus pecados,
y a nosotros nos ha confiado el mensaje de la reconciliación.
Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por medio nuestro.
En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Al que no había pecado, Dios lo hizo expiar nuestros pecados, para que nosotros, unidos a él, recibamos la salvación de Dios.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 102, 1-2. 3-4. 8-9. 11-12
V/. El Señor es compasivo y misericordioso.
R/. El Señor es compasivo y misericordioso.


V/. Bendice, alma mía, al Señor, 

y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, 

y no olvides sus beneficios. R/.

V/. El perdona todas tus culpas, 

y cura todas tus enfermedades; 
él rescata tu vida de la fosa 
y te colma de gracia y de ternura. R/.

V/. El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando,
ni guarda rencor perpetuo. R/.


V/. Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R/.



EVANGELIO
Yo os digo que no juréis en absoluto

+Lectura del santo Evangelio según San Mateo 5, 33-37

En aquel tiempo, dijo, Jesús a sus discípulos: Sabéis que se mandó a los antiguos: «No jurarás en falso» y «Cumplirás tus votos al Señor».
Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey.
Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo.
A vosotros os basta decir sí o no.
Lo que pasa de ahí viene del Maligno.

Palabra del Señor.