viernes, 23 de noviembre de 2012

SAN CLEMENTE, Papa y Mártir


23 de noviembre
  SAN CLEMENTE, 
Papa
 y Mártir

A este siervo inútil arrojadlo
a las tinieblas exteriores;
allí será el llanto y el crujir de dientes.
(Mateo, 25, 30).

   San Clemente, cuarto Vicario de Jesucristo, en el año 90, había sido discípulo de San Pablo y después de San Pedro. Desterrado a causa de su celo en Quersoneso, fue obligado a trabajar en las minas y en ellas convirtió a un gran número de paganos. Trajano lo hizo arrojar al mar con un ancla atada al cuello. Mientras los cristianos oraban en la playa, las aguas retiráronse en la extensión de una legua, donde los cristianos encontraron un maravilloso templo de mármol y en su interior un sepulcro de piedra que contenía los restos del santo mártir. Los habitantes de la vecindad, sacudidos por este milagro, ocurrido hacia el año 100, se convirtieron a la fe cristiana.

MEDITACIÓN
SOBRE LA PEREZA

   I. Dios castigará severamente a los cobardes servidores, que no hayan hecho fructificar el talento que les ha confiado. El hombre ha nacido para el trabajo; a pesar de la brevedad de la vida, pierdes tu tiempo en la pereza. Das acceso al demonio, que no te tentaría si te encontrase siempre ocupado. Mucho trabajo yo para dar contento a mis pasiones, me canso recorriendo los caminos de la iniquidad, ¡Y nada quiero hacer por la salvación de mi alma! Es tiempo ya de trabajar por el cielo.

   II. Muchas causas tiene tu pereza: el temor de no obtener éxito, la aprensión de las dificultades, el respeto humano y el amor a tus comodidades son las principales. ¿De dónde proviene tanta negligencia por la obra de Dios, mientras empleas tanta solicitud en el logro de tus empresas temporales? Es porque no piensas en la temible majestad del Dios a quien sirves, es porque no consideras el poder de este Señor, que recompensará al servidor activo y diligente y castigará con suplicios eternos al servidor perezoso. ¡Maldito sea quien hace la obra de Dios con negligencia!(Jeremías).

   III. Tiempo vendrá en que ya no podrás trabajar más; perezoso, cuánto habrás de querer haber hecho cuando ese momento llegue. Piensa seriamente en esa hora suprema. Considera el buen ejemplo de tantas santas almas y la gloria que te está preparada en el cielo si trabajas con ardor; te avergonzarás de hacer tan poco para ganar el cielo, mientras trabajas tanto para la tierra. El pensamiento del cielo destierra la pereza. (San Gregorio).

El fervor 
Orad por las almas del purgatorio

ORACIÓN
   Pastor eterno, considerad con benevolencia a vuestro rebaño y guardadlo con protección constante por vuestro bienaventurado mártir y Soberano Pontífice Clemente, a quien constituisteis pastor de toda la Iglesia. Por J. C. N. S. Amén.

VIERNES DE LA TRIGÉSIMA TERCERA SEMANA




PRIMERA LECTURA
Cogí el librito y me lo comí
Lectura del libro del Apocalipsis 10, 8-11
Yo, Juan, oí cómo la voz del cielo que había escuchado antes se puso a hablarme de nuevo diciendo:
–Ve a coger el librito abierto de la mano del ángel que está de pie sobre el mar y la tierra.
Me acerqué al ángel y le dije:
–Dame el librito.
El me contestó:
–Cógelo y cómetelo; al paladar será dulce como la miel, pero en el estómago sentirás ardor.
Cogí el librito de mano del ángel y me lo comí; en la boca sabía dulce como la miel, pero, cuando me lo tragué, sentí ardor en el estómago.
Entonces me dijeron:
–Tienes que profetizar todavía contra muchos pueblos, naciones, lenguas y reinos.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 118, 14. 24. 72. 103. 111. 131
R.  Qué dulce al paladar tu promesa.
Mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas. R.
Tus preceptos son mi delicia,
tus decretos son mis consejeros. R.
Más estimo yo los preceptos de tu boca
que miles de monedas de oro y plata. R.
Qué dulce al paladar tu promesa:
más que miel en la boca. R.
Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón. R.
Abro la boca y respiro,
ansiando tus mandamientos. R.

EVANGELIO
Habéis convertido la casa de Dios en una cueva de bandidos
+ Lectura del santo Evangelio según San Lucas 19, 45-48
En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles:
–Escrito está: «Mi casa es casa de oración»; pero vosotros la habéis convertido en una «cueva de bandidos».
Todos los días enseñaba en el templo.
Los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.
Palabra del Señor.