domingo, 4 de marzo de 2012
SAN CASIMIRO, Confesor
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4 de marzo
SAN CASIMIRO,
Confesor
Bienaventurados los que tienen puro su
coraz6n.
porque ellos verán a Dios.(Mateo, 5,8).
porque ellos verán a Dios.(Mateo, 5,8).
San Casimiro, rey de Polonia, vivió en castidad, y murió por conservar esta virtud. La meditación de los sufrimientos de Jesucristo, los cilicios, el ayuno y las otras austeridades, tales fueron los medios de que se valió para conservar una pureza angélica. Lleno de celo por la propagaci6n de la fe, persuadió a su padre a dictar una ley que prohibió a los rutenos cismáticos la construcción de nuevos templos y la reparación de los que quedaban en ruinas. Su caridad para con los pobres era inagotable. Anunció el día de su muerte, y dio su alma a Dios, a la edad de 23 años, en el año 1484.
I. El pecado mortal es el mal supremo del
hombre; es preciso evitarlo a cualquier precio. Mantente firmemente resuelto a
perder tus bienes, tu honra, tu salud, tu vida, antes que cometer un solo pecado
mortal. ¿Estás dispuesto a ello? ¿Cuántas veces ofendes a Dios por un puntillo
de honra, por un leve interés, por un placer transitorio?
II. La misma actitud debemos observar respecto
al pecado venial, pues el pecado disgusta a Dios, y lo ofende. Sí, sería mejor
dejar que perezca el mundo entero antes que proferir una mínima mentira. Es el
sentir de todos los santos; ¿es también el tuyo? ¿Cuántos pecados veniales
cometes por día? Ten cuidado, esas pequeñas enfermedades te predisponen
insensiblemente para una enfermedad mortal. Nunca cometas ni siquiera un solo
pecado venial deliberado.
III. No basta alejarse del pecado mortal y del
pecado venial, es preciso, en la medida en que lo puedas, evitar hasta las
menores imperfecciones, y seguir los consejos que Jesús nos da en el Evangelio.
San Casimiro prefirió morir antes que abandonar el consejo evangélico de la
castidad. ¡Cuán alejado estás tú de la guardia de los consejos, tú que apenas
observas los mandamientos! Pon mucho cuidado en esto: el que no hace la que
manda el Señor, en vano espera la que Él promete. (San Pedro Crisólogo).
La huida del pecado
Orad por los que os gobiernan.
ORACIÓN
Oh Dios, que amasteis a San Casimiro con
inquebrantable constancia en medio de los placeres de la corte y las seducciones
del mundo, haced, benignamente, que por su intercesión vuestros fieles
desprecien las cosas terrenas y suspiren sólo por los bienes del cielo. Por J.
C. N. S. Amén.
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DOMINGO II DE CUARESMA
PRIMERA
LECTURA
El sacrificio
de Abrahán, nuestro padre en la fe
Lectura del libro del
Génesis 22, 1-2. 9-13. 15-18
En
aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán, llamándole:
–
«¡Abrahán!»
Él
respondió:
–
«Aquí me tienes.»
Dios
le dijo:
–«Toma
a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo
allí en sacrificio, en uno de los montes que yo te indicaré.»
Cuando
llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y
apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la
leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel
del Señor le gritó desde el cielo:
–
«¡Abrahán, Abrahán!»
Él
contestó:
–
«Aquí me tienes.»
El
ángel le ordenó:
–
«No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a
Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo.»
Abrahán
levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se
acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.
El
ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo:
–«Juro
por mí mismo –oráculo del Señor–: Por haber hecho esto, por no haberte
reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como
las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes
conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo
se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido.»
Palabra
de Dios.
Salmo
responsorial Sal 115, 10 y 15. 16-17. 18-19 (R.: Sal 114, 9)
R.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.
Tenía
fe, aun cuando dije:
«¡Qué
desgraciado soy!»
Mucho
le cuesta al Señor
la
muerte de sus fieles. R.
Señor,
yo soy tu siervo,
siervo
tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste
mis cadenas.
Te
ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando
tu nombre, Señor. R.
Cumpliré
al Señor mis votos
en
presencia de todo el mueblo,
en
el atrio de la casa del Señor,
en
medio de ti, Jerusalén. R.
SEGUNDA
LECTURA
Dios no
perdonó a su propio Hijo
Lectura de la carta del
apóstol san Pablo a los Romanos 8, 31b-34
Hermanos:
Si
Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?
El
que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo
no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¿Dios, el que
justifica? ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo, que murió, más aún, resucitó y
está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros?
Palabra
de Dios.
Versículo
antes del evangelio
En
el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre: «Éste es mi Hijo, el amado;
escuchadlo.»
EVANGELIO
Éste es Mi
Hijo amado
+Lectura del santo
evangelio según san Marcos 9, 2-10
En
aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos
solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se
volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del
mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro
tomó la palabra y le dijo a Jesús:
–«Maestro,
¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para
Moisés y otra para Ellas.»
Estaban
asustados, y no sabía lo que decía.
Se
formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube:
–«Éste
es mi Hijo amado; escuchadlo.»
De
pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando
bajaban de la montaña, Jesús les mandó:
–«No
contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de
entre los muertos.»
Esto
se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de
entre los muertos».
Palabra
del Señor.
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