domingo, 9 de diciembre de 2012

SANTA LEOCADIA, Virgen y Mártir


9 de diciembre
SANTA LEOCADIA,(*) 
Virgen y Mártir

Cristo padeció por nosotros, dándonos ejemplo,
a fin de que sigáis sus huellas.
(1 Pedro, 2,21).

   Santa Leocadia, hija de una de las casas más ilustres de Toledo, fue condenada por el gobernador Daciano, en el reinado de Diocleciano, a ser azotada porque era cristiana. Después de ello se la arrojó en una prisión para todo el resto de sus días. Entró en ella diciendo que ese lugar le sería más agradable que los palacios más bellos del mundo. Habiendo sabido que la persecución duraba siempre, pidió a Dios morir. Su oración fue escuchada: murió besando la cruz que había trazado en los muros de su prisión, hacia el año 304.

MEDITACIÓN
SOBRE EL AMOR DE JESUCRISTO

   I. Para prepararte a la Natividad de Jesús, debes pensar de vez en cuando en el amor que tuvo Él para nosotros. Su amor, según dicho de San Bernardo, ha sido tierno, fuerte y sabio. Nos ha amado tiernamente, se han conmovido sus entrañas a la vista de nuestras miserias; ¿le pagas tú con la misma moneda? ¡Ah! ¡soy insensible para con Vos, Salvador mío; os veo transido de frío en el pesebre, y mi corazón no se conmueve!

   II. El amor de Jesús ha sido fuerte. Para hacerme bien, soportó los suplicios más crueles, sufrió la muerte misma. Y yo, mi Divino Jesús, yo os amo cuando nada hay que sufrir, pero ante la menor dificultad ¡me niego! y sin embargo, ¿qué cosa hay más fácil que amaros? No todo el mundo puede ayunar, velar o hacer limosna; pero todo el mundo puede amar a Dios. Para esto no hay necesidad de ser sabio, de tener salud ni ingenio: basta tener corazón. ¿Qué cosa más dulce que amar a un objeto infinitamente amable?

   III. Jesús nos ha amado sabiamente, mostrándonos el camino del paraíso. Nos ha amado para la eternidad; así, no se apena por procurarte las comodidades de esta vida. ¿Amas tú de este modo? Es odiarse amar los placeres; es amar santa y sabiamente al cuerpo y al alma, rehusarles los placeres criminales que deben hacerlos desgraciados para siempre. Amas a tus riquezas, a tus padres, a tus amigos; amas todo lo que posees ¡Y no sabes amarte a ti mismo! Sé tú más querido para ti mismo que tus bienes. (San Euquerio).

El amor de Jesús
Orad por vuestros amigos.

ORACIÓN
   Señor, que la bienaventurada Leocadia virgen y mártir, implore por nosotros vuestra misericordia, ella que siempre os fue agradable por el mérito de su castidad y por su valor en confesar vuestro Nombre. Por J. C. N. S. Amén.
     


  • Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)
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DOMINGO II DE ADVIENTO


 

PRIMERA LECTURA
Dios mostrará su esplendor sobre ti

Lectura del Profeta Baruc 5, 1-9

Jerusalén, despójate de tu vestido de luto y aflicción
y viste las galas perpetuas de la gloria que Dios te da;
envuélvete en el manto de la justicia de Dios
y ponte a la cabeza la diadema de la gloria perpetua,
porque Dios mostrará tu esplendor
a cuantos viven bajo el cielo.
Dios te dará un nombre para siempre:
«Paz en la justicia, Gloria en la piedad».
Ponte en pie, Jerusalén, sube a la altura,
mira hacia oriente y contempla a tus hijos,
reunidos de oriente a occidente, a la voz del Espíritu,
gozosos, porque Dios se acuerda de ti.
A pie se marcharon, conducidos por el enemigo,
pero Dios te los traerá con gloria,
como llevados en carroza real.
Dios ha mandado abajarse a todos los montes elevados,
a todas las colinas encumbradas,
ha mandado que se llenen los barrancos
hasta allanar el suelo,
para que Israel camine con seguridad,
guiado por la gloria de Dios;
ha mandado al bosque y a los árboles fragantes
hacer sombra a Israel.
Porque Dios guiará a Israel entre fiestas,
a la luz de su gloria,
con su justicia y su misericordia.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6
R.  El Señor ha estado grande con nosotros,
      y estamos alegres.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar;
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R.
Hasta los gentiles decían: «El Señor
ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R.
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas,
cosechan entre cantares. R.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla,
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas. R.

SEGUNDA LECTURA
Manteneos limpios e irreprochables para el Día de Cristo

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses 1, 4-6. 8- 11

Hermanos:
Siempre que rezo por vosotros, lo hago con gran alegría.
Porque habéis sido colaboradores míos en la obra del evangelio, desde el primer día hasta hoy.
Esta es nuestra confianza: que el que ha inaugurado entre vosotros una empresa buena, la llevará adelante hasta el Día de Cristo Jesús.
Testigo me es Dios de lo entrañablemente que os quiero, en Cristo Jesús.
Y ésta es mi oración: que vuestra comunidad de amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores.
Así llegaréis al Día de Cristo limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia, por medio de Cristo Jesús, a gloria y alabanza de Dios.

Palabra de Dios.

Aleluya Lc 3, 4. 6
Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.
Todos los hombres verán la salvación de Dios.

EVANGELIO
Todos verán la salvación de Dios
+ Lectura del santo Evangelio según San Lucas 3, 1-6
En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la Palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del Profeta Isaías:
«Una voz grita en el desierto:
preparad el camino del Señor, allanad sus senderos;
elévense los valles, desciendan los montes y colinas;
que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale.
Y todos verán la salvación de Dios.»

Palabra del Señor.