La nube cubrió la tienda
del encuentro y la gloria del Señor llenó el santuario
Lectura del libro del Éxodo 40,
14-19. 32-36
En
aquellos días, Moisés hizo todo ajustándose a lo que el Señor le había mandado.
El
día uno del mes primero del segundo año fue construido el santuario. Moisés
construyó el santuario, colocó las basas, puso los tablones con sus trancas y
plantó las columnas; montó la tienda sobre el santuario y puso la cubierta
sobre la tienda; como el Señor se lo había ordenado a Moisés.
Colocó
el documento de la alianza en el arca, sujetó al arca los varales y la cubrió
con la placa. Después la metió en el santuario y colocó la cortina de modo que
tapase el arca de la alianza; como el Señor se lo había ordenado a Moisés.
Entonces
la nube cubrió la tienda del encuentro y la gloria del Señor llenó el
santuario.
Moisés
no pudo entrar en la tienda del encuentro, porque la nube se había posado sobre
ella y la gloria del Señor llenaba el santuario.
Cuando
la nube se alzaba del santuario, los israelitas levantaban el campamento, en
todas las etapas. Pero cuando la nube no se alzaba, los israelitas esperaban
hasta que se alzase.
De
día la nube del Señor se posaba sobre el santuario, y de noche el fuego, en
todas sus etapas, a la vista de toda la casa de Israel.
Palabra
del Señor.
Salmo responsorial Sal 83,
3. 4. 5-6a y 8a. 11
R. ¡Qué
deseables son tus moradas,
Señor de los Ejércitos!
Mi alma se
consume y anhela
los atrios
del Señor,
mi corazón y
mi carne
retozan por
el Dios vivo. R.
Hasta el
gorrión ha encontrado una casa,
y la
golondrina, un nido
donde
colocar sus polluelos:
tus altares,
Señor de los Ejércitos,
rey mío y
Dios mío. R.
Dichoso los
que viven en tu casa
alabándote
siempre.
Dichosos los
que encuentran en ti su fuerza:
caminan de
baluarte en baluarte. R.
Vale más un
día en tus atrios
que mil en
mi casa,
y prefiero
el umbral de la casa de Dios
a vivir con
los malvados. R.
EVANGELIO
Reúnen los peces
buenos en cestos y tiran los malos
+ Lectura del santo Evangelio según
San Mateo 13, 47-53
En
aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
–El
Reino de los Cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge
toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y
reúnen los buenos en cestos y a los malos los tiran.
Lo
mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos
de los buenos y los echarán al horno encendido.
Allí
será el llanto y el rechinar de dientes.
–¿Entendéis
bien todo esto?
Ellos
le contestaron:
–Sí.
El
les dijo:
–Ya
veis, un letrado que entiende del Reino de los Cielos es como un padre de
familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.
Cuando
Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.
Palabra del
Señor.