sábado, 29 de abril de 2023

CUARTO DOMINGO DE PASCUA


PRIMERA LECTURA
Dios lo ha constituido Señor y Mesías
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 14a. 36-41
El día de Pentecostés se presentó Pedro con los once, levantó
la voz y dirigió la palabra:
—Todo Israel esté cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías.
Estas palabras les traspasaron el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles:
—¿Qué tenemos que hacer, hermanos?
Pedro les contestó:
—Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo para que se os perdonen los pecados, y recibiréis el Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y, además, para todos los que llame el Señor Dios nuestro, aunque estén lejos.
Con éstas y otras muchas razones les urgía y los exhortaba diciendo:
—Escapad de esta generación perversa.
Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unos tres mil.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6
V/. El Señor es mi pastor, nada me falta. (o, Aleluya).
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

V/. El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

V/. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan.
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

V/. Preparas una mesa ante mí enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

V/. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.


SEGUNDA LECTURA
Habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas
Lectura de la primera carta del Apóstol San Pedro 2, 20b-25
Queridos hermanos:
Si obrando el bien soportáis el sufrimiento, hacéis una cosa hermosa ante Dios, pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo padeció su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas.
El no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca;
cuando lo insultaban, no devolvía el insulto;
en su pasión no profería amenazas;
al contrario, se ponía en manos del que juzga justamente.
Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia.
Sus heridas os han curado.
Andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas.
Palabra de Dios


Aleluya Jn 10, 14
Aleluya, aleluya.
Yo soy el buen Pastor dice el Señor,
conozco a mis ovejas
y las mías me conocen.
Aleluya.

EVANGELIO
Yo soy la puerta de las ovejas
 +Lectura del santo Evangelio según San Juan 10, 1-10
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
—Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí sé salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.
Palabra del Señor.

SAN PEDRO DE VERONA, Mártir



29 de abril

SAN PEDRO DE VERONA,(*) 
Mártir
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Estad vosotros apercibidos, porque a la hora que
menos penséis ha de venir el Hijo del hombre.
(Mateo, 24, 44).

   San Pedro de Verona renunció desde su infancia a los errores de los cátaros. Las promesas y amenazas de sus padres fueron impotentes para hacerlo vacilar en la constancia de su fe. Entró en la orden de Santo Domingo, y vivió en ella con tanta inocencia que se asegura que jamás cometió ningún pecado mortal. Ardientemente pedía a Dios la corona del martirio. Sus deseos fueron escuchados. Nombrado inquisidor de la fe, se atrajo el odio de los herejes, y uno de ellos, que lo acechó en el camino de Como a Milán, le hendió la cabeza con un mandoble de espada, en 1252.   

  MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA Y  MUERTE DEL PECADOR
  
   I. El pecador vive en tinieblas y en ceguera. Las pasiones oscurecen en él las luces de la razón y de la fe. No consulta como a regla de su conducta, sino su placer, su interés y los deseos de su corazón desordenado. Si siguiese las luces de la razón, ¿se expondría acaso a suplicios eternos por placeres tan breves y tan vanos? ¿Si se comportase según las luces de la fe, buscaría por ventura con tanto afán las riquezas, que son tan grande obstáculo para la salvación de muchos?

   II. El pecador recobra en el momento de la muerte estas hermosas luces de la razón y de la fe que durante su vida se habían oscurecido. Entonces la razón le hace ver cuán insensato fue en trabajar toda la vida para amontonar riquezas perecederas, para hacerse de amigos que no quieren o no pueden socorrerlo. La fe le representa, en todo su horror, los suplicios del infierno en los cuales no quiso pensar cuando gozaba de perfecta salud. Despabílase entonces del profundo adormecimiento en el que vivió; abre los ojos a esta horrible realidad que no quiso prever.

   III. En esta diferencia que existe entre la muerte y la vida del pecador, hay sin embargo un punto en que concuerdan: ha vivido como impío, muere como impío. Los santos mueren santamente, porque han vivido santamente; los malvados perseveran en el crimen en el momento de la muerte porque en él perseveraron durante la vida. ¿Quieres saber cómo morirás? Mira cómo vives.

La constancia
Orad por las órdenes religiosas.

ORACIÓN
   Dios omnipotente, haced benignamente que imitemos con un celo digno de Vos la fe del bienaventurado Pedro, vuestro mártir, quien, por la propagación de esta misma fe, mereció recibir la palma del martirio.  Por J. C. N. S.



* Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J.