martes, 8 de enero de 2013

SAN APOLlNARIO DE HIERÁPOLlS, Obispo y Confesor


8 de enero
SAN APOLlNARIO DE HIERÁPOLlS,
*
Obispo y Confesor

No son justos delante de Dios los que oyen la ley,
sino los que la practican.
(San Pablo a los Romanos, 2, 13).

   San Apolinario fue una de las mayores lumbreras de la Iglesia en el siglo segundo. Los herejes encontraron en él un temible adversario, y los fieles un ardiente defensor contra las acusaciones falsas de que se servían los idólatras para hacerlos odiosos ante los emperadores. En su Apología, recuerda a Marco Aurelio que a las oraciones de los cristianos de la duodécima legión debe su victoria sobre los cuados. 

  MEDITACIÓN SOBRE
LOS DEBERES DEL CRISTIANO
  

   I. Para ser cristiano, es preciso creer todo lo que la fe nos enseña. ¡Cuán pocos cristianos hay en el mundo! Nunca se cometería pecado mortal si firmemente se creyese que hay un Dios, un infierno y un paraíso. Ejercita, a menudo, tu fe acerca de estas grandes verdades. Acuérdate de ellas sobre todo cuando el mundo te ofrezca sus placeres seductores, y nunca sucumbirás a sus tentaciones.

   II. Tus palabras deben ser fieles intérpretes de tu corazón, y nada debe salir de tu boca que no sea digno de un cristiano. ¿Sostienes la causa de Jesucristo contra los ataques de los impíos y de los libertinos? ¿Al oírte hablar, no se te tomaría más bien por un discípulo de Epicuro, por un orgulloso, por un avaro, que por un discípulo de Jesucristo? Pesa todas tus palabras antes de pronunciarlas. Rendirás cuenta a Dios aun de la menor palabra inútil. Ninguna digas que sea indigna de un cristiano, imitador de Jesucristo. 

    III. ¿Tus acciones están de acuerdo con la santidad de tu fe? Ser cristiano es vivir como Jesucristo, obrar como Él, sufrir como Él. Vana es tu fe si las buenas obras no la acompañan. Sin embargo, vives como un pagano y un infiel. ¿Se diría que crees en el infierno, que esperas el paraíso, viendo la facilidad con que ofendes a Dios, y el amor que tienes a la tierra? Recuerda el hermoso pensamiento de San Malaquías: En vano soy cristiano si no imito a Jesucristo.

La guarda de los Mandamientos 
Orad por los cismáticos.

ORACIÓN
  Dios todopoderoso, haced, os suplicamos, que la augusta solemnidad del bienaventurado Apolinario, vuestro confesor pontífice, aumente en nosotros el espíritu de piedad y el deseo de la salvación.  Por N. S. J. C. Amén
   
  


  • * Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo I, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)1

MARTES DESPUÉS DEL DOMINGO DE EPIFANÍA




PRIMERA LECTURA
Dios es amor
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan  4, 7- 10
Queridos hermanos:
Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación para nuestros pecados.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial  Sal 71, 1-2. 3-4ab. 7-8  (R.: cf. 11)
R. Que todos los pueblos de la tierra se postren ante ti, Señor.

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R.
Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre. R.
Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R.

Aleluya  Lc 4, 18
El Señor me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres,
para anunciar a los cautivos la libertad.

EVANGELIO
Jesús se revela como profeta en la multiplicación de los panes
+ Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 34-44
En aquel tiempo, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.
Cuando se hizo tarde se acercaron sus discípulos a decirle:
–«Estamos en despoblado, y ya es muy tarde. Despídelos, que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer.»
Él les replicó:
–«Dadles vosotros de comer.»
Ellos le preguntaron:
«¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?»
Él les dijo:
«¿Cuántos panes tenéis? Id a ver.»
Cuando lo averiguaron le dijeron:
–«Cinco, y dos peces.»
Él les mandó que hicieran recostarse a la gente sobre la hierba en grupos. Ellos se acomodaron por grupos de ciento y de cincuenta.
Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces.
Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras: doce cestos de pan y de peces.
Los que comieron eran cinco mil hombres.
Palabra del Señor.