11 de noviembre
SAN MARTÍN DE TOURS,
Obispo y Confesor
SAN MARTÍN DE TOURS,
Obispo y Confesor
Velad y orad
a fin de no caer en la tentación.
Que si bien el espíritu está pronto,
la carne es flaca.
(Mateo, 26, 41).
a fin de no caer en la tentación.
Que si bien el espíritu está pronto,
la carne es flaca.
(Mateo, 26, 41).
San Martín, hijo de un oficial pagano en
Panonia, deslumbróse en Pavía con los esplendores del culto cristiano.
Catecúmeno a los diez años, siguió no obstante la voluntad de su padre y de su
príncipe, y sirvió en el ejército romano. Un día, durante un rudo invierno, dio
una parte de su manto a un pobre, y Nuestro Señor se le apareció la noche
siguiente vestido con ella. Martín recibió entonces el bautismo, fue incluido
entre los acólitos por San Hilario de Poitiers, fundó Ligugé, primer monasterio
de las Galias, obró numerosos milagros y llegó a ser obispo de Tours a pesar de
sus lágrimas. Fue entonces cuando fundó el monasterio de Marmoutier con 80
religiosos. Por todas partes prodigó su caridad, su abnegación, sus oraciones y
su enseñanza, y murió lleno de días y de méritos hacia el año 400.
I. San Martín de Tours tenía tan grande
respeto por Dios, que no quería sentarse en las iglesias. A los que lo instaban
a que lo hiciera, respondía que había que temblar en presencia de su Juez. ¿Con
qué respeto y con qué modestia te mantienes tú en las iglesias? Jesucristo está allí en el adorable
Sacramento del Altar; está en el tabernáculo para escuchar tus plegarias, para
escuchar tus pedidos y no para ser espectador de tus inmodestias o de tus
impiedades.
II. El medio ordinario de que se servía
San Martín de Tours para lograr éxito en sus empresas era dirigirse a Dios,
implorar su ayuda mediante la oración, el ayuno y otras austeridades. ¿Quieres
tú tener éxito en todos tus proyectos? Recomiéndalos a Dios, haz algunas obras
de piedad, ora, ayuna, da limosnas: es el medio para tocar el corazón de Dios y
obligarlo a escuchar tus pedidos. Ensaya este secreto y no fíes tanto en tu
prudencia.
III. San Martín de Tours, llegado a la
hora de la muerte, oraba con tanto ardor como si estuviera gozando de plena
salud; estaba acostado en tierra sobre ceniza y cubierto de un cilicio. Es preciso, decía, que un soldado muera con las armas
en la mano. Con todo, el demonio se acercó para tentarlo, pero en
vano; concluyamos de aquí que es menester combatir toda nuestra vida y hasta en
la hora de la muerte. La penitencia y la oración son las armas que nos darán la
victoria; sirvámonos de ellas hasta nuestros últimos momentos, porque solamente
la perseverancia obtiene la corona. Todas las virtudes luchan por la
recompensa, sólo la perseverancia es coronada. (Pedro de
Blois).
La caridad
Orad por los pobres.
Orad por los pobres.
ORACIÓN
Oh Dios, que veis nuestra impotencia
para mantenernos en el bien, haced, en vuestra bondad, que la intercesión del
bienaventurado Martín, vuestro confesor y pontífice, nos fortifique contra las
tentaciones que nos asedian. Por J. C. N. S. Amén.