9 de septiembre
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A 50 kilómetros de Vitoria por carretera, escondido
en las estribaciones fragosas que separan a las dos provincias hermanas de Guipúzcoa
y Alava, se halla situado el célebre santuario mariano de Nuestra Señora de Aránzazu,
patrona de Guipúzcoa. El lector que quiera conocer con más exactitud su
emplazamiento geográfico no tiene más que trazar sobre el mapa una
circunferencia que atraviese las localidades alavesas de Salvatierra y Araya,
las navarras de Ciordia y Alsasua, y las guipuzcoanas de Cegama, Legazpia, Oñate,
Mondragón y Salinas de Léniz, para venir a cerrarla otra vez en Salvatierra.
En el centro aproximadamente de esta circunferencia, en terreno de Guipúzcoa y
jurisdicción de la villa de Oñate, se encuentra el santuario de la Virgen de
Aránzazu. El escenario es de una orografía impresionante: verdadero dédalo de
montañas, peñascales y barrancos. La fábrica del santuario está literalmente
colgada al borde del precipicio, cual nido de águilas. Al sur corta el
horizonte la ondulante línea de la sierra de Elguea. Al norte y nordeste se
prolongan en cadena los macizos de Aloña y del Aizgorri. Entre este último
monte y el santuario, a 1.200 metros sobre el nivel del mar, se despliega, a
manera de gracioso regazo, la idílica meseta de Urbia, estación prehistórica
y zona de pastoreo durante el verano. A pocos kilómetros del santuario discurrían
antaño las tres vías o arterias principales por las que Guipúzcoa hacía su
comercio con Castilla, a saber: la que pasaba por el túnel natural de San Adrián,
muy cerca del punto donde se juntan las tres provincias de Guipúzcoa, Alava y
Navarra; la llamada calzada de Calahorra, abierta al socaire del monte de San
Juan de Artía, y la del alto de Arlabán, en Salinas de Léniz. Excepto esta última,
las otras dos quedaron abandonadas al construirse las modernas carreteras. Mejor
dicho, la primera se ha desplazado unos pocos kilómetros al este, y convertida
en carretera nacional Irún-Madrid, es la que pasa actualmente por el puerto de
Echegárate.