viernes, 17 de febrero de 2012

SAN SILVINO, Obispo y Confesor



17 de febrero
SAN SILVINO, *
Obispo y Confesor
¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo,
si es a costa suya, y perdiéndose a sí mismo
?
(Lucas, 9, 25).


San Silvino, apóstol de Flandes, había trabajado en su propia santificación antes de trabajar en la de los demás. Sólo de hierbas se alimentaba y de raíces, se acostaba en la tierra desnuda y ataba sus miembros con una cadena de hierro. He aquí las armas de que se sirvió para atacar al demonio en un país en el que era adorado. ¿Podemos asombrarnos de que, predicando así con sus ejemplos más aun que con sus palabras, haya ganado tantas almas para Jesucristo?

MEDITACIÓN
SOBRE LA SALVACIÓN

I. Las palabras del santo Evangelio, que hemos citado al comienzo, bastan por sí solas, según San Francisco Javier, para hacer que mejore su vida el alma que las medite. Piensa, pues, en ello: es preciso que te salves, he aquí tu única preocupación; para ello estás en este mundo, y no para adquirir riquezas, honores, o procurarte los gozos de la vida. Sin embargo, no pensamos en eso y, día y noche, pensamos en amontonar bienes perecederos.

II. Es menester trabajar en nuestra salvación de manera seria y eficaz. ¿Qué haces para esto? ¡Desdichado sacrificas tu salud para adquirir ciencia, honores, riquezas, y apenas si piensas en santificarte! Dime, por favor: ¿para qué servirán, en la hora de la muerte, esas riquezas, esa alta reputación, esa ciencia? Has perdido todo si pierdes tu alma. Allí donde se pierde el alma, no hay ganancia posible. (San Cipriano).

III. Es menester que sin tardar trabajes en tu salvación, pues el que difiere su conversión para el día de mañana corre gran riesgo de perderse. Distribuye tu tiempo de modo que el mundo no absorba toda tu vida. Comienza desde ahora a determinar lo que debes dar a Dios, llora el tiempo que sacrificaste a tus placeres, prepárate a dar cuenta de él. Demos a Dios algunos instantes de nuestra vida, no sea que la vanidad y las inquietudes miserables la consuman enteramente. (San Pedro Crisólogo).

El cuidado de nuestra salvación
Orad por los que tienen cura de almas.

ORACIÓN
Haced, oh Dios omnipotente, que la piadosa solemnidad de San Silvino, vuestro confesor y pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S. Amén..



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  • * Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo I, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)
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VIERNES DE LA SEXTA SEMANA



PRIMERA LECTURA
Lo mismo que un cuerpo que no respira es un cadáver, también la fe sin obras
Lectura de la carta del Apóstol Santiago 2, 14-24. 26
Hermanos míos:
¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar?
Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice:
«Dios os ampare: abrigaos y llenaos el estómago», y no les dais lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve?
Esto pasa con la fe: si no tiene obras, está muerta por dentro.
Alguno dirá:
–Tú tienes fe y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras y yo, por las obras, te probaré mi fe.
Tú crees que hay un solo Dios; muy bien, pero eso lo creen también los demonios
y los hace temblar.
¿Quieres enterarte, tonto, de que la fe sin obras es inútil?
¿No aceptó Dios a Abrahán nuestro padre por sus obras, por ofrecer a su hijo Isaac en el altar?
Ya ves que la fe actuaba en sus obras, y que por las obras la fe llegó a su madurez.
Así se cumplió lo que dice aquel pasaje de la Escritura: «Abrahán creyó a Dios y se le contó en su haber».
Y en otro pasaje se le llama «amigo de Dios». Veis que Dios acepta al hombre cuando tiene obras, no cuando tiene sólo fe. Por lo tanto, lo mismo que un cuerpo que no respira es un cadáver, también la fe sin obras es un cadáver.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 111, 1-2. 3-4. 5-6
R.  Dichoso quien ama de corazón los mandatos del Señor.
O bien:
      Aleluya.
Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R.
En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo. R.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo. R.

EVANGELIO
El que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvara
+ Lectura del santo Evangelio según San Marcos 8, 34-39
En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente y a sus discípulos y les dijo:
–El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta época descreída y malvada, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre entre sus santos ángeles.
Y añadió:
–Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto llegar el reino de Dios en toda su potencia.
Palabra del Señor