4 de noviembre
SAN CARLOS BORROMEO,
Obispo y Confesor
Conozco tus obras, y tu fe, y caridad,
y tus servicios y paciencia.
(Apocalipsis, 2,
y tus servicios y paciencia.
(Apocalipsis, 2,
San Carlos Borromeo, hijo de un senador
de Milán y sobrino de Pío IV, cardenal y arzobispo de Milán a los 22 años de
edad, consagróse a Dios desde su juventud. Distribuyó a los pobres el precio de
un principado que había vendido y se expuso a la peste sirviendo a los atacados
por ella; alimentó a tres mil pobres durante una época de hambre, vendiendo
para ello su platería y sus muebles más preciosos. Todos los años se retiraba
durante ocho días a un lugar solitario para hacer sus ejercicios espirituales.
Murió vestido de cilicio en 1584, a la edad de 46 años.
I. La caridad de San Carlos Borromeo
se extendía a todas las necesidades temporales y espirituales de su diócesis.
Fundó hospitales, colegios y seminarios; catequizaba y confesaba a los pobres.
Y vosotros, hombres sin corazón, ¡no pensáis sino en vuestra propia ventaja!
Hasta olvidáis a vuestras almas, para ocuparos únicamente de vuestros intereses
temporales. ¿Por qué eres tan mezquino con los pobres? Sabe que las riquezas,
que idolatras, no te harán dichoso sino cuando las desprecies y las des a los
pobres por amor de Jesucristo. Las riquezas dejan pobres a los que las aman, hacen
ricos y dichosos a los que las desprecian por Jesucristo. (Guerrico).
II. El amor a la oración de tal modo unía
a este prelado con Dios, que a veces se lo vio permanecer ocho horas seguidas
en ella. Un día, un hombre perverso le lanzó un tiro de arcabuz mientras oraba;
interrumpió su oración sólo para prohibir a sus servidores que persiguieran al
criminal. ¡Cuán diferente a la vuestra es nuestra oración, oh gran santo! La
menor cosa nos distrae. Obtenednos el espíritu de oración. Saber orar bien es saber vivir bien. (San Agustín).
III. Tanto aborrecimiento tenía para
consigo, como caridad para con el prójimo. Sus ayunos, sus disciplinas, sus
peregrinaciones a pie, el cilicio que llevaba, hasta en su lecho de muerte, son
otras tantas pruebas de su austeridad. ¿Cómo tratas a tu cuerpo? ¿Acaso tú no
desprecias las mortificaciones que se imponía este prelado recargado de
trabajos? ¡Ah! ¡teme no sea que ellas te acusen en el día del juicio final!
La caridad
Orad por el Colegio de Cardenales.
Orad por el Colegio de Cardenales.
ORACIÓN
Señor, guardad vuestra Iglesia con
la protección continua de San Carlos, vuestro confesor y pontífice, y que la
intercesión de este santo, a quien su solicitud pastoral condujo a la gloria
eterna, para siempre nos haga fervorosos en vuestro amor. Por J. C. N. S.
Amén.