sábado, 18 de agosto de 2012

DOMINGO XX DEL TIEMPO ORDINARIO



PRIMERA LECTURA
Comed de mi pan y bebed el vino que he mezclado
Lectura del libro de los Proverbios  9, 1-6
La Sabiduría se ha construido su casa
plantando siete columnas,
ha preparado el banquete,
mezclado el vino y puesto la mesa;
ha despachado a sus criados
para que lo anuncien en los puntos que dominan la ciudad:
«Los inexpertos que vengan aquí,
quiero hablar a los faltos de juicio:
"Venid a comer de mi pan
y a beber el vino que he mezclado;
dejad la inexperiencia y viviréis,
seguid el camino de la prudencia."»
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 33, 2–3. 10–11. 12–13. 14–15  (R.:9a)
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada. R.
Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor;
¿hay alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad? R.
Guarda tu lengua del mal,
 tus labios de la falsedad;
apártate del mal, obra el bien,
busca la paz y corre tras ella. R.

SEGUNDA LECTURA
Daos cuenta de lo que el Señor quiere
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 51,15-20
Hermanos:
Fijaos bien cómo andáis; no seáis insensatos, sino sensatos, aprovechando la ocasión, porque vienen días malos.
Por eso, no estéis aturdidos, daos cuenta de lo que el Señor quiere.
No os emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje, sino dejaos llenar del Espíritu.
Recitad, alternando, salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y tocad con toda el alma para el Señor.
Dad siempre gracias a Dios Padre por todo, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Palabra de Dios.

Aleluya Jn 6, 56
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él –dice el Señor–.

EVANGELIO
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida
+Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 51-58
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
– «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí:
– «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo:
– «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hom­bre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resu­citaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera be­bida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mi.
Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vues­tros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»

Palabra del Señor.

SAN AGAPITO, Mártir


18 de agosto
SAN AGAPITO, 
Mártir


Dios no nos ha dado un espíritu de temor,
sino de fortaleza y amor y sobriedad.
(2 Timoteo, 1,7).

   San Agapito, mártir en Prenesta, en la Campaña romana, fue encarcelado a la edad de quince años, azotado con nervios de buey y arrojado después en una espantosa mazmorra, donde quedó abandonado cuatro días sin alimento. Sacándolo de allí, le pusieron brasas encendidas sobre la cabeza, y como no cesaba de dar gracias a Dios, lo suspendieron de los pies encima de un brasero; en seguida arrojaron agua hirviendo y le quebraron las mandíbulas. Por fin, fue arrojado a los leones, y como éstos lo respetasen, se dio término a sus tormentos decapitándolo, hacia el año 274.


  MEDITACIÓN
SOBRE TRES CUALIDADES
QUE DEBEN POSEER LOS CRISTIANOS

   I. Todos los cristianos, pero especialmente los que están constituidos en dignidad, deben poseer tres cualidades. La primera, es el coraje, a fin de sostener los intereses de Jesucristo, y oponerse a la violencia de los que quieren oprimir a los inocentes. Es menester que se expongan a la muerte, si es necesario, por la gloria de Dios y el bien del prójimo. Mucho valor tienes tú cuando se trata de defender tu honra: ¿por qué será que tengas tan poco cuando se trata de la honra de Dios?

   II. El espíritu del cristianismo es un espíritu de caridad. Dios no quiere que lo sirvamos con temor servil, sino con amor filial. Es nuestro Rey, sí, pero, también, nuestro Padre; tiene para con nosotros entrañas de misericordia, quiere también que recurramos a Él con entera confianza. ¿Qué hacemos para probarle a Dios que lo amamos? ¿Acaso pensamos solamente en Dios? ¿Acaso hablamos sólo de Él o por Él? ¿Acaso trabajamos sólo para su gloria? Amemos a Dios y nada temamos; pero todo temamos si no le amamos. ¡Que el alma que ama viva sin temor; pero que ella tiemble, si vive sin amor! (San Agustín).

   III. La prudencia debe regular todas nuestras acciones; debe hacernos adoptar los medios que pueden conducirnos a la perfección, alejarnos de los extremos perniciosos y hacernos encontrar aquel justo medio en el que se halla la virtud. ¡Plegue a Dios que tengas esta sabiduría del Cielo! ¡Ojalá puedas gustar las cosas de Dios, comprender la vanidad del mundo y prever los suplicios del infierno! (San Bernardo). 


 El amor a la sabiduría
Orad por los sacerdotes.

ORACIÓN   
   Que vuestra Iglesia, oh Dios mío, se regocije con el apoyo que encuentra en los sufragios del bienaventurado Agapito, vuestro mártir, y que, sostenida por su gloriosa intercesión, persevere en la piedad y se afiance en la paz. Por J. C. N. S. Amén.

SÁBADO DE LA DECIMONOVENA SEMANA




PRIMERA LECTURA
Os juzgaré a cada uno según su proceder
Lectura del Profeta Ezequiel 18, 1-10. 13b. 30-32
Me vino esta palabra del Señor:
¿Por qué andáis repitiendo este refrán
en la tierra de Israel:
«Los padres comieron agraces
y los hijos tuvieron dentera»?
Por mi vida os juro –oráculo del Señor–
que nadie volverá a repetir
ese refrán en Israel.
Sabedlo: todas las vidas son mías;
lo mismo que la vida del, padre,
es mía la vida del hijo;
el que peca es el que morirá.
El hombre que es justo,
que observa el derecho y la justicia,
que no come en los montes
levantando los ojos a los ídolos de Israel;
que no profana a la mujer de su prójimo
ni se llega a la mujer en su regla;
que no explota,
sino que devuelve la prenda empeñada;
que no roba,
sino que da su pan al hambriento
y viste al desnudo;
que no presta con usura
ni acumula intereses;
que aparta la mano de la iniquidad
y juzga imparcialmente los delitos;
que camina según mis preceptos
y guarda mis mandamientos,
cumpliéndolos fielmente:
ese hombre es justo,
y ciertamente vivirá,
–oráculo del Señor–.
Si éste engendra un hijo criminal y homicida,
que quebranta alguna de estas prohibiciones,
ciertamente no vivirá,
por haber cometido todas esas abominaciones,
morirá ciertamente
y será responsable de sus crímenes.
Yo os juzgaré, pues, a cada uno según su proceder,
Casa de Israel,
–oráculo del Señor–.
Convertíos y apartaos de todos vuestros crímenes;
no haya para vosotros más ocasión del mal.
Descargaos de todos los crímenes
que habéis cometido contra mí.
Y haceos un corazón y un espíritu nuevo.
¿Por qué queréis morir, Casa de Israel?
Yo no me complazco en la muerte de nadie, sea quien sea,
–oráculo del Señor–.
Convertíos y vivid.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 50, 12-13. 14-15. 18-19
R.  Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado,
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias. R.

EVANGELIO
No impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el Reino de los Cielos
+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo 19, 13-15
En aquel tiempo, le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y rezara por ellos, pero los discípulos les regañaban.
Jesús dijo:
–Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el Reino de los Cielos.
Les impuso las manos y se marchó de allí.
Palabra del Señor.