sábado, 21 de abril de 2012

SAN ANSELMO, Obispo, Confesor y Doctor

21 de abril 
SAN ANSELMO,(*)  
Obispo, Confesor y Doctor
El humo de sus tormentos estará
subiendo por los siglos de los siglos,
sin que tengan descanso ninguno
de día ni de noche.
(Apocalipsis, 14, 11).



   San Anselmo dejó el mundo en la flor de su edad, y entró en el monasterio de Bec. Elegido arzobispo de Cantórbery, con tanta bondad y dulzura dirigió el rebaño confiado a sus desvelos, que ganó el afecto general. Fue su administración, dulce y, sin embargo, de una prudente firmeza, como lo probó defendiendo valientemente los derechos de la Iglesia Romana contra el rey de Inglaterra a quien debía el episcopado. Poco antes de su muerte, impedido por su extrema debilidad de celebrar el Santo Sacrificio, se hizo llevar todos los días a la iglesia para oír Misa. Murió en 1109.  
  
  MEDITACIÓN
EL PECADO MORTAL
MERECE PENA ETERNA


   I. Es artículo de fe que todo hombre que muere en pecado mortal es condenado al fuego del infierno. Después de millones y millones de años, esas míseras víctimas de la cólera de Dios estarán apenas comenzando recién su suplicio. Implorarán la muerte, mas ella no acudirá en su auxilio. Eternidad, ¡qué espantoso es tu recuerdo! No nos pide Dios sino muy poco para que evitemos esta muerte eterna, y no queremos obedecerle.(San Agustín).

   II. Es justo que los pecadores sufran suplicios eternos, puesto que ofendieron a una Majestad infinita. Es preciso que los condenados sufran tormento mientras perduren en estado de culpa; ahora bien, en él permanecerán durante toda la eternidad, porque han muerto en su crimen y en el infierno no hay perdón que esperar. Los condenados conocieron cuando vivían a qué desgracia se precipitaban pecando, Dios los amenazó con ella para apartarlos del pecado; no obstante, ellos prefirieron ofenderle. ¿No es justo, acaso, que el impío viva siempre para sufrir siempre, puesto que hubiera querido vivir siempre a fin de poder pecar siempre?

   III. Los condenados no podrán, mediante ningún sufrimiento, purificarse ni siquiera de un solo pecado mortal. Tanta es la malicia del pecado que si Dios lo castigara según el rigor de su justicia, ni la suma de satisfacciones de todos los hombres, aun cuando sufriesen penas infinitas durante toda la eternidad, podría expiar una sola falta mortal: es un Dios el ofendido, y es un hombre el que satisface. En fin, Dios es justo, y si castiga un solo pecado mortal con una eternidad de penas, es porque el pecado merece este espantoso castigo.  

El pensamiento del infierno
Orad por los herejes
y los cismáticos.



ORACIÓN
   Oh Dios, que habéis instruido a vuestro pueblo sobre los caminos de salvación por ministerio del bienaventurado Anselmo, haced, os lo suplicamos, que merezcamos tener como intercesor en el cielo a quien en la tierra nos disteis como doctor y guía.   Por J. C. N. S.

  • * Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

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SÁBADO DE LA SEGUNDA SEMANA DE PASCUA



PRIMERA LECTURA
Eligieron a siete hombres llenos de espíritu
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 6, 1-7
En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, diciendo que en el suministro diario no atendían a sus viudas. Los Doce convocaron al grupo de los discípulos y les dijeron:
– «No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos de la administración. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea: nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra.»
La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando.
La palabra de Dios iba cundiendo, y en Jerusalén crecía mucho el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial  Sal 32, 1-2. 4-5. 18-19 (R.: 22)
R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

O bien:
Aleluya.
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R.
Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.

Aleluya
Ha resucitado Cristo, que creó todas las cosas
y se compadeció del género humano.

EVANGELIO
Vieron a Jesús caminando sobre el lago
+ Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 16-21
Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al lago, embarcaron y empezaron a atravesar hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado unos cinco o seis kilómetros, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el lago, y se asustaron. Pero él les dijo:
– «Soy yo, no temáis.»
Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.

Palabra del Señor.