lunes, 27 de octubre de 2025

SAN FRUMENCIO, Obispo y Confesor

27 de octubre
SAN FRUMENCIO,*
Obispo y Confesor

Nosotros como más fuertes, debemos soportar
las flaquezas de los menos firmes y no dejarnos
llevar de complacencia por nosotros mismos.
(Romanos, 15, I).


   San Frumencio visitó Persia hacia el año 330 con un filósofo de Tiro, tío suyo, y fue apresado en el mar al volverse a Etiopia. Impresionados por su juventud y belleza, los bárbaros lo presentaron a su rey, que tomó a su cargo su educación y lo hizo su secretario. Después de la muerte del rey, la reina le confió la regencia. Aprovechóse de ello para favorecer la religión y abandonó después este elevado puesto para ir a pedir un obispo a San Atanasio en Alejandría. Este santo lo consagró a él mismo y lo envió de vuelta. Sus discursos y sus milagros obraron un gran número de conversiones, y Etiopía permaneció católica durante cuatro siglos.
 
MEDITACIÓN
SOBRE TRES GRADOS
DE AMOR AL PRÓJIMO
   I. Debemos amar a nuestros parientes y amigos, es un deber que nos impone la naturaleza; pero Dios quiere que en esto sigamos su voluntad más bien que nuestra inclinación. Ámalos, porque Dios lo quiere y como Dios lo quiere. Demuéstrales este amor trabajando todo lo que puedas en su salvación y soportando pacientemente sus defectos; la amistad y la caridad cristiana te obligan a ello.
 II. Poca cosa es amar a los parientes y amigos: esta ley la observan hasta los paganos mismos; tú debes amar a las personas con las que no te vinculan ni parentesco ni amistad. Son verdaderamente hermanos nuestros, aquellos que han reconocido como Padre suyo a Dios. (Tertuliano).
III. Hagamos más, amemos a nuestros enemigos. El cristiano es capaz de un acto tal de caridad. ¡Cuán difícil es este amor para aquél que no consulta sino la naturaleza; pero cuán fácil para aquél que considera a Jesús expirando en la cruz por sus enemigos! Al hablar de San Esteban, dice San Gregorio: Ofrece a Dios algo más grande que la muerte, la moderación del alma y el amor a los enemigos. 

La caridad
Orad por  vuestros parientes y amigos.
 
ORACIÓN
   Haced, os lo suplicamos, Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Frumencio, vuestro confesor pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el amor de la salvación. Por J. C. N. S. Amén.

LUNES DE LA TRIGÉSIMA SEMANA

PRIMERA LECTURA
Habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: ¡Abba! (Padre)

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 8, 12-17

Hermanos: Estamos en deuda, pero no con la carne para vivir carnalmente.
Pues si vivís según la carne, vais a la muerte; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis.
Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios.
Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: ¡Abba! (Padre).
Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y si somos hijos, también herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 67, 2 y 4. 6-7ab. 20-21.
V/. Nuestro Dios es un Dios que salva.
R/. Nuestro Dios es un Dios que salva.


V/. Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos, huyen de su presencia los que lo odian; en cambio, los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría. R/.


V/. Padre de huérfanos, protector de viudas, Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece. R/.


V/. Bendito sea el Señor cada día, Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.
Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. R/.

EVANGELIO
A ésta, que es hija de Abrahán, ¿no había que soltarla en sábado?

+Lectura del santo Evangelio según San Lucas 13, 10-17

Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga.
Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar.
Al verla, Jesús la llamó y le dijo: Mujer, quedas libre de tu enfermedad.
Le impuso las manos, y enseguida se puso derecha.
Y glorificaba a Dios.
Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente: Seis días tenéis para trabajar: venid esos días a que os curen, y no los sábados.
Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro, y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado? Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado? A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.

Palabra del Señor.