Entrad por la puerta angosta, porque la
puerta ancha
y el camino espacioso son los que conducen a la perdición,
y son muchos los que entran por él.
(Mateo, 7,13).
y son muchos los que entran por él.
(Mateo, 7,13).
Fabián era un laico cuando fue elegido para
suceder al Papa Antero, en el año 236. Una paloma bajó del cielo, se posó en
su cabeza y lo señaló, con lo que fue elegido por el clero y el pueblo. San
Cipriano le da el título de hombre incomparable, y dice que la gloria de su
muerte ha correspondido plenamente a la pureza de su vida.
Sebastián, condenado por Diocleciano a ser
atravesado con flechas, fue dejado por muerto en el lugar del suplicio.
Recobrada la salud, se presentó al emperador y le reprochó abiertamente su
impiedad. El tirano, exasperado por tanta audacia, lo condenó a ser apaleado
hasta hacerlo expirar bajo los golpes. Una piadosa mujer, de nombre Lucina,
recogió sus venerables restos y los colocó en las catacumbas, en el lugar donde
hoy se levanta la basílica que lleva su nombre.