martes, 13 de agosto de 2024

SAN PONCIANO, Papa y Mártir

                                                           13 de agosto

SAN PONCIANO,
Papa y Mártir
Haz tú lo que puedas, pide lo que no puedes,
y Dios te dará para que puedas.
(San Agustín: Sermón 43,
sobre la naturaleza y la gracia).

   Por mandato del emperador Alejandro fue desterrado a Cerdeña, juntamente con el presbítero Hipólito; y allí azotado con manojos de varas hasta expirar, alcanzó la gloria del martirio. El Papa Fabián hizo trasladar su cuerpo a Roma y lo depositó en el Cementerio de Calixto. Se ha dicho ya en otra ocasión que si bien es verdad que bajo el Imperio de Alejandro fue favorecido por la corte el culto cristiano, y no perseguido, con todo, muchos magistrados siendo enemigos terribles del cristianismo, hacían todo el daño que podían a los fieles sin saberlo el Emperador, aunque obraban en su nombre.

   El calendario Liberiano dice que San Ponciano ocupó la cátedra cinco años desde la muerte de San Urbano I, el año 230, gozando entonces la Iglesia de la paz que le concedió Alejandro Severo, pero Maximiano, que se abrió la puerta al trono con el asesinato del emperador Alejandro, en mayo del año 235, principió su reinado levantando una cruel persecución. Y éste bárbaro fue a lo que parece, y no Alejandro, el que desterró a San Ponciano a la isla de Cerdeña, donde murió el mismo año, si no al rigor del cuchillo, al furor, al menos, de las incomodidades y penas de su destierro.

SAN HIPÓLlTO Mártir



13 de agosto 
SAN HIPÓLlTO
 Mártir

No queráis amar al mundo, ni las cosas
mundanas. Si alguno ama al mundo,
no habita en él la caridad del Padre.
(1 Juan, 2, 15).

   
El sacerdote romano Hipólito, presbítero de la Iglesia romana y teólogo de renombre, se había constituido como cabeza de una comunidad disidente. Durante la persecución de Maximino, fue deportado a Cerdeña con el Papa Ponciano, donde se reconcilió con la Iglesia. Sometido a trabajos forzados, murió mártir del clima malsano, hacia el año 238.




  MEDITACIÓN
SOBRE TRES PELIGROS
QUE SE ENCUENTRAN EN EL MUNDO

   I. Las máximas del mundo son tan contrarias a las de Jesucristo, que no hay que asombrarse de ver en él al vicio honrado y a la virtud despreciada. Dice Jesucristo que hay que despreciar las riquezas, el mundo pretende que hay que valerse de todo para adquirirlas; recomienda el Señor que se perdone a los enemigos, el mundo declara que un hombre que se precie de serlo no debe sufrir una afrenta sin vengarse: como si no fuese honorable obedecer a Jesucristo e imitarle. Considera una por una las máximas del mundo, y verás que son el polo opuesto de las máximas de Jesucristo.

   II. A máximas peligrosas, une el mundo malos ejemplos. En el mundo, cada uno busca los placeres, los honores, la fortuna; pocos piensan seriamente en su salvación. En el mundo, exhíbese el vicio sin embozo y sin vergüenza, mientras que la virtud se esconde para escapar de las burlas y del odio de los malvados.Quien no imita a los malvados, los ofende. (San Cipriano).

   III. En fin, en el mundo, no se obedece ni a la razón ni al Evangelio, no se sigue sino la costumbre cobarde; ésta es la que glorifica al vicio y denigra a la virtud. Cuídate de estos tres peligros, y regula tu vida según el Evangelio y no según los usos del mundo, donde los buenos son tan raros y los malos tan numerosos. Excepto algunos cristianos que huyen del mal, ¿qué es el resto de los hombres, sino la sentina de los vicios? (Salviano).

La devoción
Orad por los que se
consagran a la enseñanza.

ORACIÓN   

   Haced, os lo suplicamos, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad de vuestro bienaventurado mártir Hipólito aumente en nosotros la devoción y el amor de la salvación. Por J. C. N. S. Amén.

MARTES DE LA DECIMONOVENA SEMANA

PRIMERA LECTURA
Me dio a comer el volumen y me supo en la boca dulce como la miel
Lectura del Profeta Ezequiel 2, 8─3, 4
Así dice el Señor: Tú, hijo de Adán, oye lo que te digo: ¡No seas rebelde, como la Casa Rebelde ! Abre la boca y come lo que te doy.
Vi entonces una mano extendida hacia mí, con un documento enrollado.
Lo desenrolló ante mí: estaba escrito en el anverso y en el reverso; tenía escritas elegías, lamentos y ayes.
Y me dijo: Hijo de Adán, come lo que tienes ahí, cómete este volumen y vete a hablar a la Casa de Israel.
Abrí la boca y me dio a comer el volumen, diciéndome: Hijo de Adán, alimenta tu vientre y sacia tus entrañas con este volumen que te doy.
Lo comí y me supo en la boca dulce como la miel.
Y me dijo: Hijo de Adán, anda, vete a la Casa de Israel y diles mis palabras.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 118, 14. 24. 72. 103. 111. 131.
V/. ¡Qué dulce, Señor, es al paladar tu promesa! .
R/. ¡Qué dulce, Señor, es al paladar tu promesa! .
V/. Mi alegría es el camino de tus preceptos, más que todas las riquezas. R/.
V/. Tus preceptos son mi delicia, tus decretos son mis consejeros. R/.
V/. Más estimo yo los preceptos de tu boca, que miles de monedas de oro y plata. R/.
V/. ¡Qué dulce al paladar tu promesa! más que miel en la boca. R/.
V/. Tus preceptos son mi herencia perpetua, la alegría de mi corazón. R/.
V/. Abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos. R/.

EVANGELIO
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeñitos
+Lectura del santo Evangelio según San Mateo 18, 1-5. 10. 12-14
En aquel tiempo, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: ¿Quién es el más importante en el Reino de los Cielos? El llamó a un niño, lo puso en medio, y dijo: Os digo que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos.
Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los Cielos.
El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí.
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial.
¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.
Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.
Palabra del Señor.